Barichara construye su futuro desde la participación y la planificación territorial

Por Andrés Felipe Acosta Rodríguez

Periodista y especialista en Comunicación Digital y Medios Interactivos, con experiencia en redacción de contenidos para entornos digitales.

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El municipio avanza en la actualización de su Esquema de Ordenamiento Territorial (EOT) e integra la participación ciudadana, el conocimiento técnico y el acompañamiento académico de la UNAB. Esto busca proyectar un modelo de desarrollo local sostenible hacia el 2037.

Habitantes de Barichara, autoridades locales y representantes académicos participaron en el Foro Ciudadano del EOT, un ejercicio de diálogo y cocreación que busca definir un modelo de desarrollo sostenible y participativo para el municipio santandereano. Foto: Érika Díaz Rangel

Un Esquema de Ordenamiento Territorial (EOT) es el instrumento que guía la ocupación del suelo, el uso de los recursos naturales, la protección ambiental y la planificación urbana y rural. Su elaboración implica trabajo interdisciplinario, estudios técnicos, participación ciudadana y decisiones políticas. Es, en esencia, el mapa que orienta el desarrollo de un municipio.

Actualizarlo, como es el caso de Barichara (provincia de Guanentá), es una oportunidad para que los habitantes revisen su relación con el territorio, la sostenibilidad y la comunidad.

“Una de las tareas más complejas y trascendentes que puede asumir un municipio, es esta actualización porque en ese documento se define cómo se usará, protegerá y transformará el territorio durante más de una década”, aseguró Juan Manuel Álvarez Cruz, abogado especialista y magíster en Derecho Urbano y Ordenamiento Territorial.

Según el Plan de Ordenamiento Departamental, desarrollado por la Gobernación de Santander, solamente siete municipios tienen su Plan de Ordenamiento Territorial (POT) o EOT actualizados (Bucaramanga, Floridablanca, Girón, Piedecuesta, Barrancabermeja, San Gil y Socorro) y 51 se encuentran en fase de diagnóstico y formulación, lo que demuestra la magnitud del reto.

“En la mayoría de los municipios los instrumentos están vencidos, obsoletos o fueron formulados sin suficiente participación. Eso significa que el desarrollo territorial se está dando muchas veces a ciegas o con normas desactualizadas frente a los desafíos ambientales y demográficos actuales”, advierte el abogado.
En Barichara, el reto es aún mayor, ya que debe articular su EOT de la mano del Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP) del centro histórico, aprobado en 2015, para evitar contradicciones entre la planeación patrimonial y la territorial. Por otra parte, es indispensable resolver los problemas entre la expansión del turismo y las construcciones, y la conservación ambiental, principalmente los problemas de escasez de agua.

De la mano de la comunidad

La Fundación Barichara Regenerativa ha sido un pilar fundamental, articulando a los actores comunitarios, acompañando los recorridos territoriales y promoviendo métodos de escucha para que las decisiones partan de las voces de los habitantes.

La Universidad UNAB acompaña el proceso de actualización del Esquema de Ordenamiento Territorial de Barichara mediante talleres participativos que fortalecen la planificación local, el diálogo comunitario y la construcción colectiva de conocimiento sobre el territorio. Foto: Érika Díaz Rangel

“Este proceso surge desde el territorio. La actualización del EOT no es solo un requisito técnico, es un ejercicio de reconocer lo que la comunidad sabe, siente y necesita. Nuestro trabajo ha sido convocar, escuchar y facilitar que las personas hablen desde su experiencia cotidiana del territorio”, explicó Natalia Ortiz Ochoa, coordinadora de la Fundación Barichara Regenerativa.

A su vez, destaca que la participación ciudadana ha sido constante. “Las familias, los jóvenes, los mayores, los campesinos, todos han ido construyendo este EOT con sus ideas y preocupaciones. Para nosotros, el mayor logro es que la comunidad se reconozca como protagonista del futuro de Barichara”.

El colectivo Meseta, a través del liderazgo de María Claudia Medina Villegas, ha acompañado la dimensión pedagógica y social del proceso. Desde este escenario se han coordinado los encuentros ciudadanos y el Foro Ciudadano del Esquema de Ordenamiento Territorial, espacios que han permitido deliberar sobre el uso del suelo, las vocaciones del territorio y los desafíos ambientales y patrimoniales.
“Este EOT se está construyendo desde el diálogo, desde la escucha activa y desde la corresponsabilidad. Lo que buscamos es que cada decisión refleje el equilibrio entre desarrollo y cuidado del territorio. Lo valioso es que la comunidad entiende que planear no es llenar un documento, es imaginar el futuro y asumirlo colectivamente”, afirmó Medina Villegas.

En este esfuerzo comunitario, la Universidad UNAB se ha sumado como aliada para aportar metodologías de innovación y herramientas participativas que potencian lo construido por las fundaciones y habitantes.

“Nos vinculamos para acompañar con metodologías de solución creativa de problemas, potenciando los ejercicios que las fundaciones locales habían diseñado para capturar información de los diferentes actores del territorio. Son metodologías disruptivas, centradas en los usuarios, que permiten escuchar al campesino, al estudiante, al empresario o al turista desde su propia mirada del municipio”, asegura Juan Pablo Neira Vesga, director del Centro de Creatividad, Innovación y Emprendimiento, UNAB Creative.

Los talleres desarrollados por la Universidad han sido espacios participativos orientados a fortalecer las capacidades locales para el proceso de actualización del EOT. En estas jornadas se han abordado temas como la planificación del territorio, el uso sostenible del suelo, la gestión del agua, la conservación del paisaje cultural y natural, y la relación entre patrimonio y desarrollo. Estos espacios han consolidado las competencias ciudadanas, comunicativas y de pensamiento crítico, promoviendo una comprensión más amplia del territorio.

Este enfoque, poco convencional en la planeación territorial, ha permitido que las personas se sientan parte del proceso, no como informantes sino como cocreadores. “Lo interesante de este modelo es que combina la educación con la participación. Desde la universidad aportamos conocimiento metodológico, pero también aprendimos de las comunidades rurales, de su forma de entender y narrar el territorio. Fue un aprendizaje recíproco”, según Neira Vesga.

Transformación del territorio

La comunidad de Barichara asume un papel protagónico en la transformación de su municipio, sus habitantes se organizan, dialogan y deciden juntos cómo construir un territorio más justo, equilibrado y sostenible. Foto: Érika Díaz Rangel

El proceso de actualización de este instrumento responde a una necesidad urgente: el EOT vigente en Barichara es del año 2003 y hoy el municipio enfrenta realidades distintas.

Y es que, de acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), Barichara pasó de tener 7.063 habitantes en 2005 a 11.242 en la actualidad. Esto, además, se conjuga con otra realidad: es uno de los destinos turísticos más apetecidos del nororiente del país, que atrajo, según Migración Colombia, más de 15 mil visitantes extranjeros solo en el primer semestre de 2025, registrando un aumento del 13,4 % con relación al año anterior.

“Barichara es un municipio que cambió drásticamente. Pasó de ser un pueblo patrimonial a convertirse en un territorio tensionado entre la conservación y la urbanización. Por eso, el nuevo EOT no puede ser una copia del anterior, debe integrar esas transformaciones y anticipar las que vienen”, agregó Álvarez Cruz.
Igualmente, comenta que la actualización implica cuatro fases fundamentales: diagnóstico, formulación, concertación y adopción. En la primera, se recogen datos físicos, sociales, económicos y ambientales para comprender cómo se usa el territorio. En la segunda, se diseñan las políticas y estrategias que orientarán el desarrollo. Luego viene la concertación, que requiere el aval de entidades como la Corporación Autónoma Regional (CAS), el Ministerio de Vivienda y el Consejo Territorial de Planeación, y, finalmente, el Concejo Municipal adopta el documento mediante un acuerdo.

Sobre las alianzas estratégicas con la academia y otros sectores de la sociedad, Álvarez concluye que “la planeación territorial no puede ser un documento en un archivo. Debe ser un acuerdo social vivo, construido entre los ciudadanos y sus autoridades. Si logramos eso, estaremos garantizando un verdadero desarrollo sostenible”