Cuando la patria se hereda: la investigación da voz a las familias transnacionales

Por Xiomara Karina Montañez Monsalve
Editora Ciencia Abierta. Comunicadora Social y Periodista, magíster en Ciencia Política y especialista en Educación para las Nuevas Tecnologías.
Desde la UNAB se lidera un proyecto binacional sobre las identidades heredadas de mujeres y familias que han migrado entre Colombia, Venezuela y España. Su estudio combina metodología cualitativa, memoria oral y creación sonora para narrar la migración.

En un tiempo en que las migraciones siguen trazando la historia de América Latina, un grupo de académicas impulsa una investigación que une datos, relatos humanos y voces de mujeres retornadas, para reconstruir identidad entre los recuerdos heredados y los nuevos comienzos.
Al preguntarle a Ysabel Cristina Briceño Romero, investigadora en el proyecto y profesora del programa de Comunicación Social de la Universidad UNAB, sobre lo que significa para ella como migrante este trabajo, su mirada se llena de esperanza y su relato se carga de empatía, pues reconoce que es necesario como ciudadanos de cualquier país ver más allá de los mapas y reconocer que la verdadera pertenencia no está en un territorio, sino en los vínculos que nos sostienen, en las memorias que, aunque viajen, nunca dejan de ser hogar.
“Mi papá recuerda las luces de Navidad de 1973, cuando cruzó la frontera de Colombia a Venezuela en la parte de atrás de un camión. No sabíamos que ese viaje marcaría para siempre nuestra historia”, dice uno de los testimonios recolectados como parte del proyecto llamado: El retorno desde Venezuela en familias transnacionales: narraciones femeninas de la migración circular en Colombia y España. Este es adelantado desde Bucaramanga por Briceño Romero (Universidad UNAB) y Mairene Tobón Ospino (Fundación Entre Dos Tierras), y desde España por Carmen Aidé Valecillos y Cristina López Navas (Universidad Complutense de Madrid).
La investigación se centra en la relación migratoria entre Colombia, Venezuela y España, países que han compartido intensos flujos de movilidad humana a lo largo del siglo XX. Venezuela, en particular, fue un país receptor durante gran parte de ese periodo, con políticas abiertas a la migración. Además de la llegada de comunidades españolas, italianas y portuguesas, entre otras, recibió una numerosa población colombiana. En la década de 1980, los censos reflejan cifras casi equivalentes a más de 95 mil colombianos y más de 80 mil españoles que residían en Venezuela.
Ese intercambio constante de personas, culturas y lenguas dio origen a generaciones con identidades múltiples. Sin embargo, el deterioro de las condiciones sociales y económicas en Venezuela a partir de 2010, ha impulsado un fenómeno inverso conocido como el retorno transgeneracional; es decir, hijos o nietos de migrantes que regresan al país de sus padres o abuelos, buscando reconstruir su historia y su pertenencia.

Es por esto que, el equipo investigador busca comprender cómo viven y sienten las mujeres la migración circular entre estos países, a través de historias y recuerdos. La idea es ver más allá de las cifras y entender qué motivó a las participantes en el estudio a irse, a quedarse o retornar a sus países de origen, según el momento histórico que les tocó vivir.
Si bien es un trabajo que se adentra en los contextos sociales, políticos y culturales que han marcado dichas oleadas migratorias, sobre todo analiza el relato íntimo y emocional de las mujeres que han retornado desde Venezuela. Como asegura Ysabel Briceño Romero, sus voces revelan cómo se entrelazan la identidad heredada, la nostalgia y el sentido de pertenencia, y buscan que sus testimonios sean escuchados y compartidos, para dar rostro y memoria a una historia que, aunque muchas veces se repite, siempre tiene un tono distinto cuando la cuentan ellas.
“Yo tenía como investigadora una deuda con el tema de migración, pero me parecía que mi perspectiva podía perturbar un poco la interpretación desde el principio. Entonces, le di tiempo al tema. De hecho, yo trabajaba en migración cuando fui auxiliar de investigación en pregrado en la ciudad de Táchira, pero esto me sobrepasó”, explica Briceño Romero.
Desde los años setenta del siglo pasado, especialmente a partir de los movimientos migratorios posteriores a la Segunda Guerra Mundial, como recuerda esta investigadora, las ciencias sociales han estudiado cómo los movimientos migratorios generan segundas generaciones que construyen una identidad heredada, “una especie de puente entre el país que se cuenta o se narra -el que los padres evocan con nostalgia-, y el país que se vive y donde las nuevas generaciones crecen y se reconocen, lo cual me conmovió al profundizar en este y otros conceptos”, añade esta profesora.
Enfoque de género
Uno de los aportes más significativos del proyecto es su enfoque de género. Todas las integrantes del equipo son mujeres, venezolanas, colombianas y españolas, y decidieron abordar la migración desde esa perspectiva, ya que “la mujer ha sido invisibilizada en la interpretación del fenómeno migratorio”, dice Briceño, “pero es decisiva, pues muchas veces impulsa la movilidad o sostiene el hogar cuando el hombre migra”.
De acuerdo con la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), hasta mayo de 2025 más de 7,9 millones de personas habían salido de Venezuela hacia distintos destinos en el mundo. En Colombia, principal país receptor de América Latina, residen 2.815.611 venezolanos, según cifras de Migración Colombia con corte al 31 de diciembre de 2024. De esa población, el 51,85 % son mujeres. Una situación similar se presenta en España, donde la comunidad venezolana ocupa el tercer lugar entre los 20 grupos migrantes más numerosos del país, con 599.769 personas registradas a enero de 2024, de acuerdo con el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM). En este caso, las mujeres representan el 54,25 % del total, lo que evidencia el papel protagónico del género femenino en los flujos migratorios recientes.
La migración con enfoque en las mujeres hizo que el equipo centrara las entrevistas en mujeres nacidas o criadas en Venezuela, con padres colombianos o españoles, que retornaron a alguno de esos países en los últimos 15 años. Cada testimonio permitió comprender cómo se construye la identidad cuando el hogar y los afectos están repartidos entre dos geografías.

La investigación adopta una metodología cualitativa y narrativa, basada en el relato familiar y la reconstrucción de la memoria. Las participantes son invitadas a “cartografiar” su historia a través de mapas y líneas de tiempo, en las que ubican las rutas de migración de sus padres y abuelos. También se indaga por los espacios simbólicos del hogar con preguntas como: “¿En tu casa había un rincón donde se dijera esto es una familia española?”, y por los objetos que conservan la memoria de la partida.
Hasta ahora, las conversaciones han revelado no solo datos, sino emociones. “Surgen recuerdos interesantísimos. Muchas dicen que es como exorcizar algo de lo que nunca se hablaba en casa”, comenta la profesora Ysabel Briceño.
Las categorías de análisis incluyen razones para migrar, identidad territorial, emocionalidad y género. Así, la investigación documenta procesos migratorios, las formas íntimas en que las personas sienten el desarraigo y la pertenencia
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