Las mujeres taxistas que se convirtieron en lideresas al volante

Por Alejandra Gualdrón Acevedo

Comunicadora social y especialista en Comunicación Digital y Medios Interactivos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga.

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A través de un programa de formación gratuito de la Universidad UNAB, 15 mujeres de este gremio se capacitaron durante tres meses para mejorar su calidad de vida y su labor, con el apoyo de directivos y docentes voluntarios de la institución.

Grupo de mujeres taxistas durante una de las jornadas de formación desarrolladas en el Campus El Jardín de la UNAB. Foto: Alejandra Gualdrón Acevedo

El 25 de septiembre de 2025 será una fecha inolvidable para Edilia Figueroa López, de 52 años, y María José Arias Rueda, de 53. Ese día, estas mujeres taxistas recibieron por primera vez un diploma académico. Ninguna había logrado terminar el colegio ni ingresar a la universidad, pero aquel jueves se graduaron como lideresas de su gremio y embajadoras culturales de la ciudad, gracias a la Universidad UNAB.

Lo que las dos consideraban un sueño inalcanzable, se hizo realidad en un ciclo formativo gratuito del que participaron junto a otras 13 conductoras del Área Metropolitana de Bucaramanga, diseñado por la dependencia de Transformación Social de esta universidad.

Aunque no existen cifras oficiales sobre el número de mujeres que trabajan como conductoras de taxi en Bucaramanga, se estima que representan un porcentaje bajo, a partir de los registros disponibles en otras ciudades. Por ejemplo, en Bogotá, según datos de la Secretaría de Movilidad, hasta 2019 había 70.000 registrados, de los cuales solo el 1,5 % eran mujeres.

Esta brecha en un oficio tradicionalmente ejecutado por hombres, fue una de las principales razones por las que nació esta formación. Su finalidad desde un inicio fue lograr que ellas se reconocieran como lideresas empoderadas en este gremio, y así confirmar que tanto para Edilia como para María José y el resto de participantes, nunca es tarde para transformar sus vidas.

Historias ‘al volante’

Edilia Figueroa López es oriunda de la zona rural del municipio de San Andrés (provincia de García Rovira). Es taxista hace 23 años en los que ha pasado por múltiples experiencias. En 2002 invirtió sus ahorros comprando su primer carro, aunque no sabía manejar ni tenía experiencia trabajando en el servicio público.
Un año después lo vendió porque un vecino le aseguró que le pagaría con intereses si le prestaba lo ganado. Nunca recibió el dinero así que pasó de propietaria a empleada. La contrataron para manejar otro taxi de 4:00 p.m. a 4:00 a.m., una rutina que transitó durante 10 años, pero que terminó de forma abrupta.

María José Arias Rueda es conductora de taxi desde hace cinco años. Antes de convertirse en taxista de tiempo completo, recuerda que trabajó a través de plataformas, pero le es más interesante desempeñar su oficio en los vehículos amarillos. Foto: Érika Díaz Rangel

En un retén por el que pasó en uno de sus turnos, fue detenida por portar de forma ilegal un revólver que compró poco antes para defenderse, luego de haber sido víctima de un atraco en una noche de trabajo. Al cumplir dos años de su condena, volvió a emplearse como conductora y tiempo después pudo volver a comprar un nuevo taxi a su nombre.

María José Arias Rueda lleva solo cinco años en este gremio y cuenta una historia particular al volante. Tiene dos nombres: Elsa, el de su cédula, y María José, como “me registraron en mi vida de taxista”.

Cuando comenzó a trabajar como conductora de taxi, solía recorrer los alrededores del centro comercial Éxito La Rosita, donde entabló amistad con una mujer que vendía tintos. Sin saber por qué, esta empezó a llamarla María José, y con el tiempo, todos sus conocidos adoptaron también ese nombre.

Es taxista desde el 2020 pero lleva 33 años manejando. Antes prestó el servicio en la plataforma inDriver, manejó un Renault vendiendo pescado y frutas, e hizo acarreos en un Sprint. Disfruta tanto manejar que combina sus jornadas al ritmo de vallenato ‘cortavenas’ de Nelson Velásquez, según dice.

La alegría de las dos cuando se graduaron desbordaba sus sonrisas. Ambas pensaban que nunca saldrían de una institución con un diploma en sus manos. “Siento que volví a mi infancia. Cuando era niña no tuve la oportunidad de estudiar porque mis papás murieron cuando tenía 12 años. Esto nos va a ayudar mucho a salir adelante”, manifestó María José Arias Rueda.

El programa integral de formación

Durante tres meses, las 15 mujeres taxistas recibieron clases que abarcaron gestión emocional, atención psicosocial, seguridad vial, finanzas con enfoque de género, liderazgo transformativo, cuidado de su salud física en su quehacer diario, y herramientas jurídicas a las que pueden acceder como conductoras.
Desde 2023 Transformación Social UNAB ha creado iniciativas de responsabilidad social como estas de acercamiento a comunidades que involucran a estudiantes, profesores y administrativos de forma voluntaria. Esto con el fin de generar conocimiento más allá de las aulas e impactar positivamente en los territorios.

“Queremos llegar a distintas comunidades y en este caso creímos que este colectivo de mujeres taxistas representa a las mujeres trabajadoras que además generan una economía del cuidado, porque también son esposas y madres, y eso es precisamente por lo que desarrollamos este tipo de programas”, concluyó Doris Amparo Barreto Osma, directora del área