Orquídeas que florecen en la ciencia: liderazgo femenino en la investigación colombiana

Por Luis Fernando Rueda Vivas

Director Dirección de Comunicación Organizacional UNAB. Periodista con Maestría en Comunicación Digital y Especialización en Periodismo Electrónico.

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Proyecto asociado

  • Apropiación social del conocimiento como metodología para el diseño de trayectorias de vida en jóvenes rurales de Colombia.

Publicación asociada

Aunque las mujeres son más del 50 % de las graduadas en ciencias naturales, su participación disminuye en niveles superiores. Es por esto que Orquídeas de MinCiencias apoya estancias posdoctorales en universidades como la UNAB y promueve la presencia de científicas en proyectos de alto impacto en el país.

El término “tubería con fugas” (leaky pipeline) se utiliza para describir el fenómeno del abandono de la carrera científica por parte de muchas mujeres, debido a diversas circunstancias que dificultan su permanencia y avance en este campo. Si bien la población femenina es superior en el nivel de pregrado, la relación cambia en la medida en que se sube la cuesta: los hombres son mayoría en los niveles de doctorado y posdoctorado.

El artículo Las investigadoras están subrepresentadas en la infraestructura científica colombiana, publicado en marzo de 2024 por la organización sin ánimo de lucro PLOS, que impulsa la ciencia abierta a nivel global, reveló que en el país “aunque las mujeres representan más del 50 % de las personas graduadas de licenciatura en ciencias naturales, menos del 40 % de los investigadores en este campo son mujeres”.

El escrito presenta, además, un panorama que refleja los desafíos significativos que limitan su acceso y permanencia en este campo. Ellas obtienen, “menos del 30 % de las subvenciones para investigación y, en consecuencia, su productividad científica es dos veces menor que la de los hombres”. Por esta causa, su ascenso a puestos de responsabilidad en el ámbito académico y de la investigación es más lento, de manera que “la proporción de mujeres que lideran grupos de investigación y asesoran a jóvenes científicos en Colombia es inferior al 30 %”.

Entre 2024 y 2025, nueve proyectos presentados por la UNAB han resultado ganadores en las convocatorias del programa Orquídeas, con recursos cercanos a los $2.000 millones. Foto: Archivo UNAB

Ese diagnóstico coincide con una de las razones que expone Tania Marcela Erazo Mayorga, profesional de Apropiación Social del Conocimiento en la Dirección de Investigación, Creación e Innovación (DICI) de la Universidad UNAB, para explicar la naturaleza del programa Orquídeas. Esta es una iniciativa estatal que se ha encargado, los últimos tres años, de acoger a más de 500 mujeres, en todo el territorio nacional, financiando estancias postdoctorales que hagan posible su participación en el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación y su incorporación al mercado laboral.

“La realidad es que hay unas condiciones diferenciales a la hora de hacer ciencia entre mujeres y hombres, y sobre todo, el tipo de ciencia. En las ingenierías, por ejemplo, el acceso de las mujeres a las revistas es difícil, hacer redes o colaboraciones, más difícil”, sostiene Erazo.

El programa creado en 2023 por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MinCiencias) le apunta a promover la autonomía, el empoderamiento económico y la dignificación del trabajo en las mujeres científicas.

Para la profesional, esta apuesta le permite a una doctora, que necesita hacer una estancia posdoctoral, llevarla a cabo, y así mismo, le da la oportunidad de vincularse a mujeres que están empezando su camino en la producción de conocimiento, con un elemento adicional: la financiación está asegurada.

Orquídeas en la UNAB

Ledys Bohórquez Farfán es la líder investigadora del proyecto Fortalecimiento del tejido social a través de la creación de nuevas ciudadanías para la paz en Charta, Matanza y Suratá, en Santander, una de las seis propuestas de la UNAB que resultaron seleccionadas para la tercera convocatoria abierta en 2025 por MinCiencias.

Bohórquez afirma que, además de focalizar los esfuerzos de más de 15 años dedicada a esta labor, significa “una oportunidad de tener los medios para investigar, en mi caso, desde el proyecto que he liderado en la construcción de paz que hace parte de las rutas de innovación planteada en la Misión Ciencia para la Paz”.

Adriana María Martinez Arias es investigadora UNAB y estuvo al frente del proyecto Apropiación social del conocimiento como metodología para el diseño de trayectorias de vida en jóvenes rurales de Colombia. Foto: Erika Díaz Rangel

Quizás esa es una de las mayores bondades del programa, que no está dirigido exclusivamente a las ciencias consideradas como ‘duras’, sino que procura equilibrar la cancha en términos como la investigación en ciencias sociales en zonas del país altamente afectadas por el conflicto armado. Asimismo, representa la posibilidad, en el caso de la investigadora Bohórquez, de “una vinculación contractual por un año con la Universidad Autónoma de Bucaramanga, particularmente, desde el Instituto de Estudios Políticos”.

Para la profesora e investigadora Adriana María Martínez Arias, quien lideró uno de los dos proyectos UNAB que en 2023 fueron escogidos en la primera versión de Orquídeas -Apropiación social del conocimiento como metodología para el diseño de trayectorias de vida en jóvenes rurales de Colombia-, empoderar a las doctoras y ponerlas a trabajar con mujeres jóvenes “genera un espacio de mentoría muy valioso, darles los recursos y la flexibilidad para desarrollar su trabajo es muy importante, que debo reconocer a MinCiencias”.

Según Martínez, que adelantó su proyecto en el municipio de Rionegro (Santander), el aporte más importante de la formación es en el desarrollo territorial. La Universidad viene comprometida con un proceso de intervención en comunidades con la Dirección de Transformación Social, “es clave que lo que se haga sea desde el territorio, es muy valioso como un elemento que enriquece estos procesos”, dice la investigadora.

Además de la disminución de brechas de género, los productos derivados de las estancias quedan como experiencias tangibles en la Universidad y, en algunos casos, el deseo de continuar, “hay profesoras que han terminado postulándose a proyectos de convocatoria externa para seguir o han hecho un ejercicio de conexión interesante entre ellas mismas”, agrega Tania Erazo, profesional del DICI, quien reconoce que al principio la gente cuestionaba por qué otorgar esos recursos si “eso no sirve para nada, y con el tiempo, se ha ido consolidando el argumento sobre la importancia de financiar la ciencia”, especialmente, porque su alcance trasciende a regiones que, de otra manera, no se tenía pensado