Por Adriana Martínez Arias

Directora de Docencia UNAB

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En marzo del 2020, cuando la pandemia del coronavirus iba en aumento y era prácticamente inevitable que llegara a de Colombia, vimos con estupor como Italia declaraba el confinamiento total de su población y, días más tarde, la Universidad de los Andes tomaba la decisión de enviar a todos sus estudiantes a casa. 

El ambiente de confusión e incertidumbre era grande y aunque veíamos aún lejana la posibilidad de tomar decisiones drásticas en la UNAB, sabíamos que era muy probable que las medidas de confinamiento vinieran directamente del Gobierno Nacional. Así fue como los directivos de la UNAB nos plantearon un interrogante a un equipo interdisciplinario compuesto inicialmente por UNAB Virtual, Dirección de TIC, Dirección de Docencia, UNAB Creative, Oficina de Comunicaciones y Gestión Humana: ¿Qué pasaría si tuviéramos que migrar de súbito hacia la virtualidad? 

Durante un fin de semana trabajamos explorando diferentes alternativas basados en nuestra capacidad instalada y revisando las experiencias de otras universidades en el mundo. Coincidimos en que la respuesta a esa pregunta vendría en dos frentes. Por un lado, el aprovechamiento de la estrategia Tecnología de la Enseñanza para el Mejoramiento del Aprendizaje (TEMA) -, basada en el Learning Management System Moodle (LMS) como complemento a la presencialidad. Un gran porcentaje de profesores ya tenían habilitados sus cursos en TEMA, por lo cual era viable escalar el uso de Moodle para que esta plataforma se convirtiera en apoyo fundamental en un proceso que en ese momento denominamos “Innovación con uso de TIC”. 

El segundo frente lo constituía el uso de la videoconferencia. Para estos efectos, las soluciones tecnológicas eran variadas y la estrategia se presentaría a la comunidad universitaria mediante la creación de un “edificio virtual”. La idea era acompañar esa eventual transición de una manera amigable y que no ocasionara retrasos en la continuidad académica. Finalmente, nos propusimos como equipo un lapso de dos semanas para el aprestamiento y capacitación de profesores. Sin embargo, las medidas del Gobierno Nacional llegaron antes de lo esperado y esas dos semanas se convirtieron finalmente en cuatro días hábiles. 

Mirando en retrospectiva esos días de marzo, la mejor comparación es la de una “sala de guerra”. Guardadas las proporciones, por supuesto, porque el “enemigo” no tenía rostro visible, no entendíamos aún su comportamiento, ni podíamos anticipar cuánto duraría el confinamiento. Hicimos un rápido sondeo de las medidas de continuidad académica y soluciones tecnológicas de otras universidades y encontramos que estábamos en el camino correcto. De esta forma, se puso en marcha un plan de inmersión tecnológica en donde todos los profesores resguardaron archivos y material didáctico y más de 216 de ellos se capacitaron en herramientas de videoconferencia y en la plataforma de Moodle, para ir cerrando la brecha en el uso de la estrategia TEMA. Igualmente, en tiempo récord, se diseñó un acceso a ese edificio virtual para ingreso fácil a las clases mediante videoconferencia, que hasta el día de hoy se sigue llamando Aula Virtual. También se aseguró la disponibilidad de equipos para el trabajo remoto de profesores y estudiantes y, en determinados casos, el acceso desde casa a licencias de software y aplicaciones institucionales.

Es así como el 23 de marzo de 2020 se convirtió en el día que “migramos totalmente a la virtualidad”. Sin embargo, el trabajo interdisciplinario no paró allí, sino que siguió una curva ascendente de aprendizaje. En un principio, para resolver todas las situaciones, dudas y preocupaciones de la comunidad universitaria y más adelante, para visualizar lo que vendría una vez terminara el primer semestre del 2020. Una primera claridad necesaria que tuvimos es que el uso de la videoconferencia en tiempo real (también conocido como momentos sincrónicos de clase), tenía ya un nombre en el mundo académico: docencia remota. Era importante hacer esta distinción por la larga tradición que tiene la UNAB en virtualidad, con un modelo educativo donde el diseño previo es fundamental y está soportado por tres ejes: pedagogía, comunicación y tecnología. Los programas 100 % virtuales en la UNAB se han basado en LMS distintos a Moodle; como es el caso de Blackboard y más recientemente, Canvas.

En el mes de junio, presentamos a la comunidad académica UNAB Innova; ya no como una respuesta a una situación de emergencia, sino como un proyecto estructurado cuyo objetivo es consolidar ambientes educativos de calidad mediante experiencias de interacción y aprendizaje potenciadas por mediaciones tecnológicas, para permitir el desarrollo flexible y adaptable de los programas académicos, la formación integral y el logro de resultados de aprendizaje en estudiantes.

Los factores de éxito que derivaron en este proyecto y han garantizado su sostenibilidad son múltiples, pero me permito resaltar cuatro: 1. la apuesta institucional con la innovación desde el Plan de Desarrollo; 2.  un trabajo en equipo técnico, profesional y responsable; 3. la conceptualización de los Ambientes Híbridos de Aprendizaje (Presencialidad con protocolos, docencia remota y cursos 100 % ; 4., el compromiso y entrega de los profesores.

No hay que olvidar que el acto educativo lo constituye esencialmente la interacción entre docentes y estudiantes; por eso nuestra labor es garantizar que en sintonía con el Proyecto Educativo Institucional (PEI), ese momento se dé con el mayor sentido pedagógico, facilitando los aprendizajes, pero también el bienestar integral de los estudiantes. 

A partir del periodo intersemestral y a lo largo del segundo semestre del año, se realizaron más de 100 acciones de capacitación para propiciar la transformación de cursos, consolidar UNAB Innova y asegurar un retorno seguro al campus en el 2021. Estas acciones de formación han tenido un total de 2.119 participaciones, relacionadas con temas como pedagogías activas, apropiación de LMS y otras licencias para promover la interacción y la cocreación, Microsoft Teams como solución tecnológica de avanzada para las videoconferencias, protocolos de bioseguridad, pizarra digital y uso de las teleclases para permitir la simultaneidad en 55 aulas especialmente adecuadas desde octubre. Adicionalmente, se diseñó el micrositio unab.edu.co/innova como portal de entrada a todos los ambientes híbridos de aprendizaje, ofreciendo además soporte integral y un consultorio de asuntos docentes y estudiantiles.

UNAB Innova también ha puesto en escena planes de trabajo al interior de las facultades y departamentos, a través de los Docentes Mentores, pues comprendemos que cada campo de formación tiene sus particularidades y ritmos diferentes, pero que igualmente a todos nos une el horizonte de las innovaciones pedagógicas. Igualmente hemos comprendido que para consolidar esa Comunidad de Práctica entre profesores -un aspecto además fundamental dentro de procesos de autoevaluación y acreditación-, es necesario hablar de capacitación pero al mismo tiempo de acompañamiento. Se deben compartir recursos, buenas prácticas y sistematizar las innovaciones pedagógicas. 

En este sentido, ha sido valioso y estratégico para la UNAB participar activamente de las iniciativas del Ministerio de Educación como el Plan Padrino y el Laboratorio de Innovación Educativa CoLab. Pensamos que UNAB Innova debe traspasar fronteras y tiene el potencial para convertirse en referente de innovación educativa y pedagógica. Por todo lo anterior y volviendo a los orígenes del virus, retomamos un poco de sabiduría oriental y recordamos que en mandarín la palabra “crisis” significa a la vez peligro y oportunidad. Gracias a nuestra trayectoria y tenacidad, el año 2020 significó para la UNAB encontrar la oportunidad y ver en ella un camino de transformación.