La transformación del turismo en diez municipios localizados en este Cañón, el segundo más profundo de Latinoamérica, por medio de un programa piloto que trabaja en el desarrollo del turismo de montaña, impacta a una población cercana a los 100 mil habitantes. El reforzamiento de sus capacidades y la apropiación del territorio hacen parte de los ejes centrales de este proyecto.

Por Luis Fernando Rueda Vivas

Director Oficina de Comunicación Organizacional Unab – Periodista con Maestría en Comunicación Digital y Especialización en Periodismo Electrónico.

publicaciones@unab.edu.co

Hace tres años nació una  ‘hermandad’ entre la población francesa de Crolles, localizada en la región de Auvernia-Ródano-Alpes, al suroriente del país galo, y el municipio de Zapatoca, enclavado en el agreste valle cercano al cañón del río Sogamoso, al centro del departamento de Santander. Con el paso de los meses la hermandad encontró un nombre apropiado: De los Alpes a los Andes. Y un objetivo claro: crear un sistema de gestión del territorio compartido por diez localidades enfocado en turismo sostenible.

“La ONG internacional Tétraktys, que le apuesta al desarrollo local y el turismo de montaña, buscó a la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB) para presentar una propuesta a la Agence Française de Développement (AFD), que apoya proyectos en países en desarrollo”, explica Juan Carlos Rodríguez Marín, coordinador de De los Alpes a los Andes e investigador de la UNAB.

La iniciativa recibió un presupuesto cercano a los 910.000 euros (aproximadamente $3.000 millones). El 50 % de los recursos invertidos fueron aportados por la AFD, el 22 % estuvo a cargo de la UNAB (en dinero y especie), y el resto fue gestionado a través de las administraciones locales inmersas en el proyecto. Según Rodríguez, “lo que se busca es traer la experiencia de los Alpes en temas de turismo de montaña, senderismo, gobernanza y promoción al Cañón del Chicamocha”. En La primera fase de trabajo involucró a las tres instituciones ‘socias’ (Tétraktys, AFD y UNAB), junto con la empresa operadora Fundaculta, y los municipios de Zapatoca, Barichara, Aratoca, Villanueva, Cepitá, Capitanejo, Los Santos, Curití, Jordán y Molagavita. 

En agosto de este año (2021) se cerró la primera fase, que se concentró en desarrollar acciones de capacitación, promoción del turismo, identificación de productos turísticos y ejecución de proyectos propuestos por la comunidad del territorio. Una victoria temprana del proyecto fue la creación de la marca-territorio Destino Chicamocha para atraer visitantes, propios y extranjeros, a este ‘coloso’ de la geografía montañosa regional. “Empezamos a conocer el Cañón del Chicamocha, sus fortalezas en temas de logística e infraestructura, con el fin de convertirlo realmente en un sitio turístico atractivo a nivel internacional”, señala Rodríguez.

Caminante en uno de los miradores de Barichara / Foto: Valery Ruis Santoyo

Los caminos ancestrales

La topografía santandereana, esas ‘moles’ como le dicen algunos, fue sorteada en los siglos pasados con la construcción de una serie de caminos que permitieron, a lomo de mula, traer el desarrollo hasta los lugares más recónditos, y a la vez, crear un sistema de intercambio comercial que facilitó abastecer a los pueblos arraigados en los valles y laderas, a lado y lado de este accidente geográfico.

Estas rutas fueron analizadas por expertos franceses, quienes hicieron un reconocimiento e identificaron, tan solo en estos diez municipios, 200 kilómetros de caminos totalmente conectados entre sí.

“Hemos estado trabajando en la señalización de los caminos ancestrales entre Villanueva y Jordán y entre Villanueva y Barichara, dos caminos importantes que necesitamos preparar para que el turista pueda visitar y estar bien ubicado”, señala Claudia Ayala Rincón, secretaria de Gobierno de Villanueva.

Franceses y colombianos analizaron las condiciones en que estaban las rutas, las necesidades de infraestructura para su adecuación, y se empezó a trabajar con las alcaldías para evaluar su interés en promocionar sus territorios a partir de esta práctica, un turismo que resulta mucho más amigable con el medio ambiente, y a la vez, que pueda ser generador de desarrollo. 

En la actualidad ya hay 50 kilómetros señalizados y avalados por el Viceministerio de Turismo, a través de la Gobernación de Santander. Para José Raúl Moreno, director de la Fundación Tierra Viva, “ese músculo institucional ha sido bastante bien utilizado en términos del acercamiento a las personas que están en un territorio disperso, lo que ha generado en el tiempo una inquietud de la comunidad por participar de los temas de desarrollo sostenible y, particularmente, por entender el turismo como una forma de mejorar su calidad de vida”.

“Nos hemos preocupado por sensibilizar a los jóvenes de la riqueza que tienen, de la historia que hay detrás de la configuración de lo que hoy conocemos como el Cañón del Chicamocha, se han creado herramientas educativas, se ha trabajado con las comunidades, con agremiaciones de artesanos y artistas, se han promovido emprendimientos a partir de apoyos económicos, precisamente, para empezar a construir esa logística que se requiere”, dice el coordinador de De los Alpes a los Andes, y agrega que “no es solamente tener caminos, sino que hay que ofrecerle al turista qué hacer cuando llegue a ese sitio de descanso”.

Turistas por los caminos de Lengerke / Foto: Valery Ruiz Santoyo

Responsabilidad con el territorio

Participar en las decisiones del territorio con el fin de crear un modelo ideal de gobernanza. Los habitantes de cada población son los responsables de gestionarlo, de manera participativa, para que nada sea impuesto.

“Que un proyecto como De los Alpes a los Andes haya trabajado de una manera constante y haya ejercido con presencia en el territorio para darle confianza de continuidad a las comunidades, y ese tema de continuidad vino acompañado de una serie de proyectos puntuales que le dan credibilidad, escuchando a la gente”, se refiere el director de la Fundación Tierra Viva a las oportunidades de emprender pequeños proyectos con los cuales “la gente empezó a entender la importancia de tener un interlocutor en el territorio”.

La interacción con los alcaldes de los municipios que participan en el proyecto ha sido un factor clave que ha incidido directamente en el desarrollo de una estructura de gobernanza. “Nos ha sorprendido que los municipios más pequeños, que tienen menos recursos, son los que hoy en día más han aportado al proyecto, como el municipio de Cepitá, que es un ejemplo de cómo con pocos recursos se puede hacer algo y cómo, a través del proyecto, se le cambió la vida a ese pueblo”, manifiesta el profesor Rodríguez.

Turistas recorren una calle de Cepitá / Foto: Valery Ruiz Santoyo

Para Rowilson Pico Gutiérrez, secretario de Cultura y Turismo de Cepitá, “a la fecha podemos ver unos resultados muy positivos para nuestro municipio los niños, niñas, adolescentes y comunidad en general están viendo como el municipio se incluye como destino turístico en el departamento de Santander”.

De otro lado, Mónica Avellaneda, alcaldesa de Aratoca, sostiene que “aquí es importante que empecemos a hablar como región porque esto nos va a permitir el desarrollo de estrategias de promoción y comunicación para crear una expectativa mayor en el turista porque va a encontrar un sinfín de actividades y lugares maravillosos”.

El proyecto De los Alpes a los Andes ha sido un ejemplo sobre cómo pasar del papel a hacer un trabajo de campo, cómo construir un modelo de desarrollo alternativo “a través del turismo, pero también promoviendo la participación de la comunidad, cambiando un poco el tema del turismo masivo de grandes parques temáticos, a rescatar lo que ya hay sin afectar el entorno”, advierte Rodríguez Marín.

Así son los paisajes que se encuentran los turistas en los caminos de Lengerke / Foto: Valery Ruiz Santoyo

Entre los Alpes y los Andes

Una segunda fase del proyecto ya empezó a desplegarse. Los mismos animadores del inicio se metieron la mano al bolsillo para destinar 910.000 euros, los cuales servirán, entre otras cosas, para desarrollar experiencias alrededor de la naturaleza, como el avistamiento de aves y la explotación de su riqueza gastronómica.

“La idea es que al terminar esta segunda fase ya tengamos una estructura asegurada y cómo se une al proyecto del Geoparque del Cañón del Chicamocha, que es incluir la geología con el turismo”, dice el coordinador de De los Alpes a los Andes.

A esta segunda etapa se han unido entidades como la Gobernación de Santander, la Cámara de Comercio de Bucaramanga y el SENA, las cuales aportan desde sus experiencias para la generación de emprendimientos, reforzamiento de capacidades y sensibilización de los jóvenes de la zona para evitar su desplazamiento a las grandes ciudades.

Como lo advierte Rodríguez, este es un proyecto de largo plazo que quiere, al final, ofrecer el Cañón como un destino turístico internacional presente en ferias, festivales y agencias de viajes.