Con el acompañamiento de la academia, habitantes de Nuevo Girón han implementado estrategias de negocio y emprendimiento para fortalecer sus proyectos de vida.

Por Lynda Bula Barbosa

Periodista y Especialista en Comunicación Digital y Medios Interactivos. Gestora editorial Unab.

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Álvaro Niño Angarita se describe a sus 52 años como un hombre servicial, sencillo y con la capacidad de escuchar para aprender. Cuenta que le gusta integrarse con la comunidad, encontrarse con los amigos veteranos a jugar fútbol y participar en todas las reuniones de proyectos que busquen beneficios para la Ciudadela Nuevo Girón, su barrio. “Yo antes no me relacionaba con la gente, yo entraba y salía de la casa. Ahora soy diferente a lo que era antes, saludo a la gente, la gente me saluda, ya uno es más amigable”, dice.

Sus días transcurren en la Tienda Mayorga, negocio que inició hace 14 años con una venta de minutos a celulares, gaseosas y papas de paquete, sin imaginar lo que ha logrado, un lugar donde se abastecen los vecinos de frutas, verduras, granos, enlatados y hasta carnes. Realmente lo que él llama tienda se parece más a un micromercado.

Álvaro Niño Angarita / Foto: Erika Díaz

Mientras sigue hablando sentado dentro de una casa del barrio que se convirtió en la sede oficial de la Fundación Paz y Desarrollo (Fupaydes) -organización que nace de UNAB Transformativa y del trabajo con la comunidad de Hermanas de la Presentación- explica cómo se vinculó a este programa que ahora es liderado por estos tres actores. “Me uní hace ya tres años. Esa vez hubo una convocatoria para una reunión. Me acuerdo tanto que pregunté si los hombres podíamos entrar porque solo veía mujeres, y me dijeron que sí”, cuenta. En las más de 250 reuniones que han realizado a lo largo de estos seis años, las mujeres ocupan un alto porcentaje de las sillas del lugar. 

La Ciudadela Nuevo Girón es un barrio ubicado en uno de los cuatro municipios que conforman el área metropolitana de Bucaramanga. Es relativamente nuevo, si se hace referencia a sus casas y su lugar geográfico, pero la historia revela que gran parte de quienes viven aquí fueron los que el 12 de febrero de 2005 lo perdieron todo en aquella avalancha del Río de Oro que se llevó lo que encontró a su paso. Hoy en día este lugar cuenta con 1470 casas y 200 apartamentos, en los que habitan cerca de 7682 personas.

Entre profesores, estudiantes y colaboradores de las diferentes instituciones aliadas, Álvaro y su comunidad han aprendido sobre finanzas personales, estrategias de negocio y emprendimiento. Igualmente, han tenido la oportunidad de trabajar en su propio desarrollo personal y espiritual, además de entre otros temas vitales para la vida cotidiana, todo esto a través de los talleres en los que participan sin falta desde que se vincularon al programa. En total son 82 personas las que hacen posible el desarrollo del proyecto.

Olga Lucía Llorente Álvarez es una de las tantas mujeres que menciona Álvaro que asisten asiduamente a todas las actividades que se realizan desde el programa y para la comunidad. Ella, al contrario de él, siempre ha sido conversadora y además una lideresa incondicional especialmente cuando los tiempos son difíciles y hay que buscarle solución a un problema.

Tiene 50 años, es madre cabeza de familia de cinco hijos y modista, pero ese oficio pareciera ser su pasatiempo, porque a lo que realmente le dedica la mayoría de sus días es ayudar a los demás. “¿Por qué lo hago? Porque uno quiere a la comunidad, porque uno tiene el amor hacia ellos, hacia las personas. Que si yo veo personas necesitadas, estoy pendiente, o ya la comunidad sabe que cualquier problemática que tenga alguna familia, van a mi casa”, asegura.

Los buenos resultados y los cambios que se evidencian en los habitantes de la Ciudadela Nuevo Girón, son gracias al Plan de Desarrollo Comunitario Endógeno, el cual está compuesto por cuatro pilares de gestión: jurídica y de políticas públicas, de programas sociales, de participación, inclusión y comunicación social, y gestión de la asociatividad. 

De acuerdo con la coordinadora de Unab Transformativa, Andrea Catalina Martínez Lozada, la estructura, los elementos y los componentes de este Plan fueron el resultado de una labor colaborativa entre las hermanas de La Presentación, la comunidad del barrio y la Unab. “Durante la pandemia hemos tenido que reestructurar lo relacionado con el trabajo de campo, puesto que los retos eran aún mayores a los que ya enfrentábamos. Así que se decidió darle un papel más protagónico a Fupaydes, asumiendo ellos el desarrollo de cada una de las actividades del Plan”, agrega.

El momento actual de la pandemia impuso retos aún mayores a los que el proyecto ya enfrentaba para la implementación y la puesta en marcha del PDCE. “Durante la pandemia hemos tenido que reestructurar lo relacionado con el trabajo de campo. Fue entonces cuando Fupaydes tuvo que asumir”.

“Somos más unidos y comprensivos con las personas, eso es lo que más hemos aprendido”, subraya Llorente Álvarez, mientras hace un recorrido por su casa en la que vive con tres de sus hijos y cuatro nietos. Allí la sala es también su taller de modistería. Su máquina y unas cuantas vitrinas llenas de retazos de telas, prendas de vestir, hilos, botones y encajes la motivan a soñar con tener algún día un negocio más grande y organizado, prácticamente ser la proveedora de insumos para los que se dedican a este mismo oficio en el barrio. En las paredes conserva algunas de las carteleras y tareas que ha hecho en los talleres y que le han servido para mejorar su relación con su familia y la administración de su taller.

Por otro lado, Álvaro Niño destaca que en la actualidad es más organizado y una mejor persona “que hace cosas que de verdad sirven”. Ha aprendido tanto en este tiempo que les aconseja a sus hijos y nietos buscar personas que sumen en la vida, tomarse las cosas en serio, aprovechar el estudio, y sobre todo, pensar en grande “porque de lo contrario uno se estanca”.

Confecciones Laura Lizeth y Tienda Mayorga son dos de las 40 unidades productivas que se han logrado fortalecer a través de este proceso. Podríamos llamarlos emprendimientos, como suelen bautizar a los pequeños negocios en los últimos años, lo que sí es cierto es que cada uno de ellos es la base fundamental de la economía familiar de estos hogares.

Olga Lucía Llorente Álvarez / Foto: Erika Díaz

Lo que inició en 2014 como un proyecto de investigación de la Unab, es actualmente un enorme programa interdisciplinar del cual se desprenden cuatro proyectos y en los que se involucran docentes de las facultades de Ciencias Económicas, Administrativas y Contables; Ciencias Sociales, Humanidades y Artes; Ciencias de la Salud; Ciencias Jurídicas y Políticas; Ingeniería, y el programa de Tecnología en Gestión Gastronómica. A través de los conocimientos y saberes de diferentes profesionales, UNAB transformativa ha evidenciado cómo el trabajo cooperativo y el involucramiento de las comunidades en su propio desarrollo logra verdaderas transformaciones personales y familiares, apuntándole al mejoramiento de la calidad de vida de comunidades vulnerables como lo ha hecho en este tiempo con la Ciudadela Nuevo Girón.

A la fecha, el programa cuenta con 12 aliados claves que permiten el desarrollo de cada una de sus actividades misionales. Ellos son las Hermanas de la caridad Dominicas de la Presentación de la Santísima Virgen, Fundación Paz y Desarrollo de la Ciudadela Nuevo Girón (Fupaydes),Universidad Industrial de Santander (UIS), Corporación Universitaria de Ciencia y Desarrollo (Uniciencia), Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto), Universidad Santo Tomás, Organización Femenina Popular, Congregación Mariana, Fundación Fe y Alegría y la fundación Change And Sustainability Now.

Historias como las de Álvaro y Olga se repiten a lo largo de la Ciudadela. Cambian los protagonistas y los sueños, pero la fe y la esperanza de un futuro diferente para ellos, sus jóvenes y niños, permanece en todos por igual. Por ahora sus habitantes reciben apoyo social por parte de actores privados con el objetivo de alcanzar metas y darle un giro a la vida, ya que, como dice Olga Lucía, los de afuera los miran como un cero a la izquierda.