San Bernardo, Labrador Retriever, Bullmastiff, Pastor Alemán, Husky Siberiano, Doberman, Rottweiler… Si su mascota es de tamaño considerable y por diversas razones queda impedido para caminar y hacer sus necesidades, en estas líneas hallará un respiro a sus preocupaciones.

Por Pastor Virviescas Gómez

Reportero con 39 años de experiencia y tres Simón Bolívar.

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Un grupo de estudiantes y docentes del Programa de Ingeniería Biomédica de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB) está a punto de patentar una silla de ruedas para perros que se diferencia de las que hasta ahora existen en el mercado. El valor agregado es que no solo sirve para sacarlos a pasear, sino que cuenta con un dispositivo que les permite defecar y orinar sin que esto se les convierta en un tormento.

De acuerdo a un estudio de mercado que efectuaron, en ocho de cada diez hogares santandereanos “tenemos un miembro de la familia canino”, la mitad de los cuales corresponde a razas grandes y la otra a razas pequeñas. Y según un estudio efectuado por la firma Kantar Worldpanel, citado por el diario económico Portafolio, para el año 2018 cerca de 3,5 millones hogares en Colombia tenían animales de compañía, de los cuales un 67 por ciento eran perros.

En términos generales la mayoría de los perros se acostumbra rápidamente a la silla de ruedas, siempre y cuando se ajuste a sus medidas, no les cause dolor o incomodidad y los materiales con que esté elaborada sean livianos y resistentes, que para este caso es aluminio y ruedas de diferentes tamaños. Claro que hay sillas de ruedas elaboradas de manera empírica por sus dueños, pero el cariño y los tutoriales que hay disponibles en Internet pueden ser insuficientes para atinar con un diseño que resulte adecuado.

Lusvin Javier Amado Forero, líder de la línea de profundización de Biomecánica y Biorobótica, explica que además de enfocarse en la salud de los humanos el programa      también intenta abarcar áreas como la veterinaria buscando dar soluciones tecnológicas. Fue allí donde surgió la propuesta de desarrollar un prototipo de silla de ruedas con elementos electromecánicos para pacientes caninos de razas grandes que evita que el ejemplar se arrastre, deba ser cargado, se unte con sus propios excrementos o padezca úlceras debido a su quietud, recobrando un alto porcentaje de su libertad para desplazarse por otros espacios. La movilidad no solo mejora su digestión y aumenta su apetito, sino que la salud mental se estabiliza evitando fenómenos como la ansiedad y la depresión.

La edad avanzada y la obesidad, por una parte, pero igualmente traumatismos o patologías como malformaciones, parálisis o lesiones severas en la columna que afecten el tren posterior o cuarto trasero de los perros, son los factores que les hicieron pensar en un nuevo diseño de silla de ruedas. En consecuencia el sistema es ajustable y se adapta a sus características morfológicas, detecta que la mascota está haciendo un esfuerzo y automáticamente desciende, permitiéndole que lleve a cabo sus necesidades. La otra dificultad a solventar era qué hacer con la cola, así que cuando se inclina el animal el mecanismo se la levanta, como ocurre en circunstancias normales. La otra dificultad a solventar era qué hacer con la cola, así que cuando se inclina el animal el mecanismo se la levanta, como ocurre en circunstancias normales.

Después de superar las revisiones bibliográficas, lo mismo que constatar que es un producto novedoso e innovador, la dependencia estatal debe considerar si esta es una patente posible para la UNAB. De obtenerse se convertiría en la primera patente de la carrera de Ingeniería Biomédica, a la que podría sumarse muy pronto una más para un dispositivo automático de apoyo que permite mantener abierta la mandíbula de los animales durante una cirugía,      facilitando la labor del veterinario y, de paso, librando a su auxiliar de realizar un esfuerzo agotador.

Los profesores Mario Fernando Morales Cordero, Juan Manuel Argüello y Gianina Garrido Silva, así como los estudiantes María Valentina Vega Pérez, Gonzalo Andrés Díaz Molano y Óscar Julián Samiguel García –hoy ya egresados–, asesorados por la firma de abogados Olarte Moure y la experticia del ortopedista Jorge Reyes y su hermano el oftalmólogo Héctor, de la Clínica Veterinaria Pequeños Animales, son los artífices de esta iniciativa.

“Las mascotas, sus propietarios y los veterinarios tienen la necesidad, mientras que nosotros como ingenieros biomédicos contamos con el ingenio. Además, la unión entre el profesional de la salud y el ingeniero biomédico formado por la UNAB genera soluciones y en este caso de gran impacto”, subraya Amado Forero.

Una vez obtenida la patente, optarán por una de estas dos alternativas: buscar una empresa que fabrique las sillas de ruedas y acordar el porcentaje de ganancia, o venderla. Pero el solo hecho de contar con este reconocimiento es un avance considerable en la hoja de vida de graduados y profesionales jóvenes.

La ingeniería y las ciencias médicas son los pilares de este programa de estudios, que a su vez cuenta con cuatro líneas de profundización: biomecánica y biorobótica, instrumentación de equipos médicos, ingeniería clínica y hospitalaria, lo mismo que biomateriales, centrándose en plantear problemas y hallar soluciones soportadas en la tecnología, la innovación, la investigación y la gestión, echando mano de osciloscopios y multímetros, por supuesto.

Uno de los frentes que está tomando fuerza para los ingenieros biomédicos es el de la oftalmología, dado que el departamento de Santander se caracteriza por la calidad de su servicio nacional y de exportación en esta área, en la cual la FOSCAL –aliado estratégico de la UNAB– y el Centro Oftalmológico Virgilio Galvis marchan en punta y con ellos los respectivos procesos de patentes que están despegando.