Por César Yobany Acevedo Arenas
Director Programa de Ingeniería en Energía UNAB
Si nos preguntaran, ¿qué inventos, tecnológicamente disponibles, ayudan a evitar las consecuencias del calentamiento global?, probablemente muchos responderían: Los módulos solares fotovoltaicos, los aerogeneradores, las turbinas hidráulicas, entre otros.
El común denominador de todos estos procesos de transformación energía (usando fuentes renovables) es que comparten como producto final la energía eléctrica; sin embargo, cuando miramos las causas de las emisiones de los Gases de Efecto Invernadero – GEI, la generación eléctrica es causante solo en un 26 %. Es decir, si no se emitiera una sola molécula a partir de la quema de combustibles para generación de electricidad en el mundo (algo en realidad imposible de alcanzar, al menos en el corto y mediano plazo), nos quedaría faltando por solucionar el 74 % del problema (por ejemplo, emisiones a partir de la producción industrial 16 %, del sector transporte 13 %, del agrícola 12 %, etc.). En otras palabras, se requiere una visión integral del problema, con cambios importantes no solo en la manera como usamos los recursos de nuestro planeta, sino también, en la forma como estudiamos y abordamos esta problemática. A veces unos árboles no dejan ver el bosque.
A nivel país, esto plantea al menos dos cuestiones importantes. En primer lugar, si estamos haciendo bien la tarea, en términos de políticas y mecanismos para lograr el balance entre los compromisos internacionales adquiridos en cuanto a la huella de carbono (reducción de emisiones en un 51 % al año 2030 y carbono neutralidad al 2050), frente a las necesidades de la economía, y en general del desarrollo de Colombia. En segundo lugar, si contamos con lo necesario para lograr las transformaciones requeridas, la cual puede ser respondida en lo referente a la formación de capital humano con cierta tranquilidad ya que en el país existen catorce programas en el campo de la ingeniería energética, siendo la UNAB pionera desde hace más de veinte años en apostarle a este concepto de formación en ingeniería –aún novedoso e innovador–, con su programa de Ingeniería en Energía, donde se propone precisamente este abordaje integral en el nexo energía y desarrollo sostenible.
No obstante, la primera cuestión es un poco más compleja de responder, y es tema de muchos congresos y foros de expertos en la actualidad. Si bien nuestro país tiene un liderazgo regional en temas como la transición energética, también es causante de menos del 1 % de las emisiones de GEI. Por otra parte, particularidades del sector minero–energético colombiano y algunas acciones no muy bien estudiadas, generan incertidumbre tanto a nivel interior como en los mercados internacionales, precisamente por la falta de este abordaje integral por parte de los tomadores de decisiones. Otra vez, ver el bosque completo.
Una definición común de transición energética es “un cambio estructural a largo plazo en los sistemas energéticos”, y si bien está relacionada con la descarbonización de la matriz energética de un país, el horizonte de tiempo en que esto sucede es lo que posibilita su ocurrencia armoniosa con el desarrollo económico de la nación.
Esta cuarta entrega de Ciencia Abierta UNAB está especialmente dedicada a este tema y las apuestas de Santander en esta materia.