
Una familia campesina creó un nuevo producto de chocolatería fina que funde la transformación de dos frutos que se cultivan en tierras estas tierras: el cacao y el sacha inchi.
Por Alejandra Sandoval Sarmiento
Comunicadora Social-Periodista y Magíster en Dirección de Comunicación Corporativa.
En la vereda Vericute en Floridablanca, Santander, hay una historia por escuchar y un nuevo sabor por conocer. La historia: es la de Ricardo Centeno Díaz, técnico agropecuario, y su esposa Abigail Jaimes Villamizar, experta en explotación agropecuaria, ambos profesionales que, por casualidades y diferentes razones, llegaron a vivir a este lugar. El sabor: una deliciosa crema para untar que combina chocolate, maní y aceite de sacha inchi.
En 2008, Ricardo y Abigail se conocieron mientras realizaban jornadas de mantenimiento de la vía rural. Abigail recuerda: “Mi hermana y yo salíamos a trabajar en la vía para que estuviese bien arreglada… Ahí nos distinguimos con Ricardo”.
Se hicieron amigos, se casaron y tuvieron un hijo llamado Juan José, quien es su principal motor de vida.
Ricardo se convirtió en administrador de la finca de uno de sus hermanos, donde el cultivo de cacao era el principal producto. Sin embargo, en 2014 los precios de este fruto bajaron drásticamente. Ante esta situación, dejaron de vender los granos y al buscar alternativas resolvieron transformarlos, recordando a su abuela de San Vicente de Chucurí que solía hacer bolitas de chocolate para consumo familiar y de las vecinas.
Con su espíritu emprendedor, Abigail emocionada y convencida de las oportunidades a futuro decidió especializarse en chocolatería fina, lo que abrió nuevas puertas para la pareja. Participaron en el Cuarto Congreso de Cacaoteros en Santander, obtuvieron el calificativo Bean to Bar (del grano a la barra), un movimiento que defiende el control exhaustivo de todas las fases de producción del chocolate.
Ya en este punto consolidaron la marca Chocolate Alnatural con una oferta de siete productos, además de chocolate de mesa con y sin azúcar, tenían nibs de cacao (almendras de cacao trituradas y caramelizado con panela), trufas (chocolates finos rellenos de ciruelas y arándanos), manjar de chocolate (mermelada hecha del mucílago del cacao), barras de chocolate con concentración de 60 hasta 90 % de cacao y Chocoinchi, este último, una crema de chocolate con sacha inchi para untar o esparcir.
Sin embargo, con este último tenían muchos problemas porque se endurecía más de la cuenta y por más pruebas que hicieron no lograron la textura adecuada.
Ricardo recuerda: “Me acerqué a las personas que dirigían la convocatoria y les pregunté qué es lo que buscan. Una de ellas me respondió: “Productos que sean amigables con la naturaleza y que sean innovadores… y con el cacao es difícil innovar’. Pero les dije que teníamos una idea que no habíamos podido desarrollar: crear una crema tipo Nutella con sacha inchi. No habíamos logrado encontrar la fórmula”.
Fue así como coincidieron con el proyecto Reactívate Santander, financiado por el Sistema General de Regalías y ejecutado por la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB) en 2022. “De los 117 participantes postulados, ellos fueron seleccionados como uno de los 11 beneficiados en la fase dos”, contó Natalia Suárez, vocera del proyecto.
Lo que significó recibir capacitaciones de expertos del programa de Gastronomía y Alta Cocina de la UNAB, quienes les ayudaron finalmente con lo que tanto anhelaban, las medidas exactas para alcanzar la fórmula perfecta del Chocinchi. También les entregaron un aporte de 20 millones de pesos, así pudieron adquirir equipos necesarios para perfeccionar la fórmula como una refinadora, un molino capaz de moler 30 kilos de cacao en una hora, mesones y la adecuación de un cuarto para producción en la planta baja de su vivienda.
En este proyecto se unieron seis agroemprendedores, además de los esposos Ricardo y Abigail, Carlos Aquichides, cultivador de cacao, Graciela Casanova, experta en chocolatería fina, Jessica Jaimes Vega, quien administra las redes sociales de Chocolate Alnatural y Vicente López Gerena, un cultivador de sacha inchi del municipio de Charta, quien provee el aceite de esta semilla y lo comercializa con su marca Sainsa.
“El sacha inchi se puede cultivar en suelos que van desde los 100 hasta los 2.200 metros sobre el nivel del mar y es de nuestra biodiversidad. Con el sacha tenemos seguridad alimentaria y tenemos para vender cosechas regulares cada quince días y dos picos de cosecha cada año en los veranos. Este cultivo es rentable por 8 u 11 años de producción”, explica Vicente.
Preparar el Chocoinchi es todo un arte. Primero, se vierte la crema de maní en la conchadora y se pasa a la refinadora para que mezcle durante doce horas. Luego, se añade la cobertura de chocolate derretida y se deja por siete horas. Después se agrega el preciado aceite de sacha inchi, se mezcla durante un corto período y ¡listo para disfrutar!. Una golosina con aporte de omegas en pequeñas cantidades, un matrimonio perfecto para el paladar, el Chocoinchi, un verdadero tesoro gastronómico que combina la riqueza del cacao 100 % natural, la cremosidad del maní y los beneficios saludables del sacha inchi.
Plukenetia volubilis es el nombre técnico del sacha inchi, también llamado maní del inca, una supersemilla que contiene altos índices de Omega 3, 6 y 9, antioxidantes entre otros componentes. Originaria de la zona amazónica de Brasil y la región andina de Perú, se cultiva en Colombia desde la década de los 90, principalmente en Putumayo. A hoy en Santander 23 de sus 87 municipios tienen sembradas 80 hectáreas y sus cultivadores están en el proceso de crear el Comité Departamental de Sachicultores.

Vicente López, Ricardo Centeno, Juan José Centeno Jaimes y Abigail Jaimes, agroemprendedores. / Foto: Nicolás Jiménez Blanco.
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