¿Qué les ‘duele’ a nuestros adultos mayores?

La capital santandereana tiene una población de 623.881 habitantes, según estimaciones del DANE y de acuerdo con el Observatorio Nacional de Envejecimiento y Vejez, el 14,87 % son mayores de 60 años.

Por Andrés Felipe Acosta Rodríguez

Periodista y especialista en Comunicación Digital y Medios Interactivos, con experiencia en redacción de contenidos para entornos digitales.

publicaciones@unab.edu.co

Alrededor de cuarenta y ocho mil adultos mayores, que residen en la ciudad, podrían estar en riesgo de tener limitaciones funcionales o enfrentar situaciones de vulnerabilidad social. Ante esta realidad, surge una pregunta: ¿cómo está envejeciendo nuestra población?

Esa preocupación fue el motor que impulsó a un grupo de investigadores de la Universidad UNAB y la Universidad Industrial de Santander (UIS) a desarrollar el estudio ARENA (Adulto-Mayor-Evaluación-Actividades). Su objetivo fue comprender los factores que afectan la funcionalidad de las personas mayores en Bucaramanga, unos habitantes que tiende a ser vulnerable caracterizada por bajos ingresos y múltiples problemas sociales y de salud.

La iniciativa nació de una articulación interinstitucional que se consolidó en los escenarios de práctica formativa de estudiantes de Enfermería. Desde allí, los docentes identificaron la necesidad de producir evidencia local que orientara políticas públicas y estrategias comunitarias de cuidado centradas en las personas mayores.

Factores como el riesgo de caídas, el deterioro cognitivo y la polifarmacia afectan significativamente la independencia de los adultos mayores en Bucaramanga. / Foto galería imágenes

Una radiografía del envejecimiento

El estudio ARENA fue publicado en 2024 y empleó un diseño transversal analítico con datos secundarios provenientes de valoraciones gerontológicas realizadas en un centro de vida de la ciudad. La muestra incluyó 196 adultos mayores con registros completos. Se aplicaron instrumentos validados internacionalmente como el Índice de Barthel (para evaluar la capacidad funcional básica), el Índice de Lawton (para medir la funcionalidad instrumental) y la Escala de Gijón (para estimar el riesgo sociofamiliar).

Los resultados ofrecen una visión local del envejecimiento que dialoga con los marcos internacionales del envejecimiento saludable. El estudio muestra cómo las condiciones sociales, económicas, cognitivas y de salud interactúan de forma compleja en la vida cotidiana de las personas mayores, afectando su independencia, su bienestar y su inclusión social.

Limitaciones funcionales y vulnerabilidad social

Uno de los hallazgos más contundentes fue que el 59,69 % de los adultos mayores presentaban limitaciones en las actividades básicas de la vida diaria. Además, el 47,45 % se encontraba en riesgo sociofamiliar, y casi el 30 % enfrentaba problemas sociales graves.

Las mujeres mostraron una mayor vulnerabilidad. “Este estudio ARENA evidenció una diferencia significativa entre hombres y mujeres en cuanto a la presencia de limitaciones funcionales. Las mujeres reportaron casi el doble de riesgo de presentar dificultades en las actividades básicas de la vida diaria en comparación con los hombres, lo cual refleja profundas brechas de género en el envejecimiento y llama a actuar sobre las causas estructurales de estas desigualdades”, explicó Hendrik Adrián Baracaldo Campo, magíster en Gerontología Social y docente UNAB.

Entre los factores más relevantes asociados con la limitación funcional se encontraron el riesgo de caídas, el deterioro cognitivo y la polifarmacia. El 40,82 % de los participantes tenía un alto riesgo de caídas y el 17,35 % presentaba un probable deterioro cognitivo, según la prueba Mini-Cog, una herramienta breve que evalúa la memoria y la capacidad de pensamiento mediante la evocación de palabras y el dibujo de un reloj. Además, más de la mitad de los adultos mayores (52,55 %) consumía cinco o más medicamentos al día, lo que evidencia una alta prevalencia de polifarmacia.

Una persona mayor está en situación de vulnerabilidad cuando enfrenta factores que amenazan su autonomía y bienestar físico, mental o social. / Foto galería imágenes

En cuanto al estado de salud general, el 65,31 % reportó entre uno y dos antecedentes patológicos, siendo la hipertensión arterial el más frecuente (42,35 %), seguido de la hiperlipidemia (26,53 %) y la diabetes mellitus no insulinodependiente (15,82 %). Los participantes con hipertensión arterial tuvieron 2,56 veces más probabilidad de presentar limitaciones en actividades básicas.

Según el profesor Baracaldo, una persona mayor está en situación de vulnerabilidad “cuando presenta una combinación de factores que incrementan su riesgo de dependencia, exclusión o deterioro de su bienestar físico, mental o social. Esta condición puede estar determinada por la disminución de la capacidad funcional o cognitiva, la presencia de enfermedades crónicas, el aislamiento social, la precariedad económica o la falta de redes de apoyo”.

Para el equipo investigador, los resultados del estudio ARENA subrayan la urgencia de implementar políticas públicas intersectoriales que prioricen el envejecimiento saludable, especialmente en contextos urbanos con alta vulnerabilidad.

Las recomendaciones de los expertos incluyen fortalecer los programas de evaluación funcional y prevención del deterioro, fomentar entornos protectores que faciliten la movilidad, la participación social y el acceso equitativo a servicios de salud, así como promover acciones comunitarias sostenidas para el control de enfermedades crónicas no transmisibles. También destacan la importancia de reducir la polifarmacia y garantizar redes de apoyo social activas y eficaces.

La visión de ciudad que proyectan, quienes desarrollaron este estudio, es una ciudad inclusiva, que reconoce y responde a las necesidades del envejecimiento desde una perspectiva integral y participativa. “Esperamos que este estudio sea un referente para futuros procesos de intervención y gestión local. Proporciona datos fundamentales para orientar decisiones basadas en evidencia, fortalecer acciones intersectoriales y garantizar entornos protectores que promuevan la autonomía de las personas mayores en nuestra región”, concluyó Baracaldo.

Más del 59 % de los adultos mayores evaluados en el estudio presentaron limitaciones funcionales, una alerta sobre el estado real del envejecimiento en la ciudad. / Foto galería imágenes

Más artículos de esta edición

Artículos de otras ediciones