Cuando la curiosidad se ‘siembra’

Más de 42.000 niños, niñas y jóvenes en Santander, de 361 instituciones educativas en 72 municipios, incluyendo zonas rurales, han tenido la oportunidad de hacer parte de un proyecto de acercamiento a la vida científica.

Por Luis Fernando Rueda Vivas

Director Oficina de Comunicación Organizacional UNAB – Periodista con Maestría en Comunicación Digital y Especialización en Periodismo Electrónico.

publicaciones@unab.edu.co

Colombia sigue relegando la ciencia cuando se trata de asignar los presupuestos de inversión. Mientras las naciones desarrolladas llegan a invertir entre el 1 y el 3 % de su Producto Interno Bruto (PIB), en nuestro país esa cifra difícilmente sobrepasa el 0,3 %. En medio de ese panorama en el que viven los centros de investigación y los científicos, existe una iniciativa que se ha mantenido por casi 25 años y representa esperanza: el Programa Ondas. 

Nació en 2005, por impulso de Colciencias (hoy Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación), con el propósito de estimular en los estudiantes de colegio la curiosidad por la investigación. La Universidad UNAB se involucró como operador en el departamento de Santander, el cual financió la investigación formativa en la educación preescolar, media y básica en todo el territorio nacional.

Más adelante, en 2014, se creó Generación ConCiencia, que “logra ampliar la cobertura de la estrategia durante la última década a los demás escalones de formación que involucran a los semilleros de investigación universitarios, jóvenes investigadores, así como estancias doctorales y posdoctorales”, explica César Aurelio Rojas Carvajal, coordinador del programa.

Esta trayectoria ha servido también para desarrollar un proyecto de alcance nacional que promueve la innovación educativa en primera infancia en 26 departamentos del país, para despertar el interés por la ciencia en niños y niñas de instituciones públicas, entre los 3 y 6 años de edad, en 140 municipios y 420 maestros de preescolar.

Ciencia Abierta UNAB localizó a dos jóvenes y una profesora, participantes de Ondas, con el fin de conocer cómo influyó su participación en esta iniciativa para el rumbo que escogieron darle a sus vidas.

Niños, niñas y jóvenes, en una o dos décadas, serán los profesionales que soportarán la productividad de las regiones. / Foto Erika Díaz Rangel

“Proyectos que aporten a la conservación del planeta”

Lady Juliana Carrillo Gómez es  una ingeniera en energía y sostenibilidad de la UNAB que pasó por todas las etapas de Ondas: se vinculó cuando estudiaba en el Instituto Caldas, participó luego en semilleros de investigación cuando cursaba su carrera de pregrado y, posteriormente, se desempeñó como asesora.

“Me gustaba buscar otras formas de adquirir conocimiento diferentes al aula. Empezaron a haber espacios en donde salíamos a simposios, a ferias de ciencias de otros colegios, me atraía mucho ese ambiente de conocer otras personas a quienes también les llamaba la atención profundizar ciertos temas, hacer intercambio de conocimientos”, recuerda esta emprendedora que, actualmente, trabaja en una empresa de ingeniería ambiental, IES Ingeniería, que conformó con colegas. “Ayudó a mi orientación vocacional”, dice.

“Yo lo veía como una distracción, no por estar cumpliendo una nota ni un requisito, sino para mí era de verdad por voluntad propia,  enriquecerme e intercambiar conocimiento”. / Foto Erika Díaz Rangel

La metodología del programa le sirvió para desmitificar el imaginario del científico vinculado únicamente a las ciencias naturales. “Precisamente mostraba que no era la única forma de investigar, también se podía desde el área de las humanidades o de la parte artística, uno hacía la construcción de su propia identidad científica”. Allí aprendió los roles al interior de un grupo de investigación: el relator, el que tomaba información de las bitácoras, el implementador o el director de las pruebas en campo, entre otros.

Esa inquietud que estimuló por conocer más sobre la calidad del agua y el aire, el uso que se le da a los residuos sólidos o la preservación de los parques naturales, fue determinante a la hora de encontrar el rol que quería cumplir en la sociedad. 

Su vida transcurre ahora en la gestión de recursos de agua y energía para diferentes sectores desde su propia empresa. Pero también ha encontrado tiempo para asesorar a otros niños y niñas “desarrollando proyectos que aporten a la conservación de nuestro planeta, que esa es una de las mayores motivaciones que tenemos, y el apoyo al desarrollo económico y social de nuestra región, esa es la forma en que me veo”.

La mediación de maestros e investigadores es muy importante, pues son acompañantes del proceso, por tal razón, se desarrollan componentes de formación docente. / Foto Erika Díaz Rangel

El sueño de ser médico

“Ondas fue para mí la puerta, llamémoslo así, a explorar nuevos conocimientos, nuevos escenarios, porque gracias a esta iniciativa para presentar proyectos de investigación, se despierta en uno la curiosidad hacia cosas que no conocía”, responde con timidez este futuro médico que ya está en su segunda año de carrera.

Juan Manuel Durán Torres es oriundo de Galán (Santander), que sufre los problemas característicos de todos los pueblos alejados de las cabeceras departamentales (está ubicado a 141 kilómetros de Bucaramanga). “Había preguntas sin resolver en nuestro municipio y nosotros nos aferramos de esas preguntas, de esas problemáticas, con el fin de darles solución”, cuenta.

“Alcanzamos a llegar, con nuestro proyecto, a unos nacionales. Fue una experiencia muy bonita, se conocieron lugares distintos, interactuamos con personas de otros países”. / Foto Erika Díaz Rangel

Esa curiosidad lo llevó desde quinto de primaria, en el Colegio Integrado Alfonso Gómez Gómez, a pensar en una solución que  permitiera producir alimentos que no requirieran en su proceso agrícola de grandes cantidades de agua. “Empezamos con el profesor Rafael Vásquez, en cómo  aprovechar espacio ahorrando agua en un cultivo. Él comenzó a trabajar mostrándonos libros, buscándonos espacios en la comunidad para comentarlo, y ahí se fueron vinculando más maestros que también hicieron parte fundamental en el proceso”, recuerda Durán Torres.

El asesoramiento de Ondas fue vital para entender cómo trabajar con las semillas, cuál era la mejor planta, y así, dejar un proyecto que, comenta con orgullo, fue continuado por estudiantes que venían más atrás. El apoyo de sus padres también fue determinante a la hora de animarlo en esta labor que, dice, le ayudó a consolidar el sueño de convertirse en médico. “Afianzó lo que yo ya tenía como mi sueño, ser médico, fue una herramienta que me brindó seguridad y soporte a la hora de seguir con ese objetivo”.

Reconocer las historias de vida

Esta trabajadora social fue asesora del Programa Ondas, durante dos años, en la provincia de García Rovira. “Me permitió abrir el panorama, a ver que la investigación se podía hacer desde la escuela. Ondas tiene una metodología muy buena y es que las preguntas nacen de los niños y niñas”, responde.

Diana Lucía Moreno Gómez es amante de los animales, vive con perros y gatos, y desde 2015 es profesora de la Institución Educativa La Juventud, en el sector norte de Bucaramanga, en donde también cumple el rol de maestra Ondas. “Nosotros somos un semillero de investigación, se llama Juventud Activa, trabajamos el tema de prevención de la violencia de género”, relata, y agrega que los mismos jóvenes la sorprendieron cuando, en el desarrollo de la primera investigación, quisieron averiguar sobre la violencia en el noviazgo. “Yo pues ni me lo imaginaba que ellos lo vieran como una problemática”, reconoce.

“Vocación es abrir la mente de los estudiantes hacia la transformación de sus propias realidades y contextos”. / Foto Erika Díaz Rangel

De su paso como asesora recuerda cuando, en su recorrido por municipios alejados de García Rovira, tuvo que sortear la presencia de combatientes de grupos irregulares que, sin ella saberlo, estaban en la escuela averiguando por su labor. Cuando les contó qué hacía, y los niños lo reafirmaron, ellos mismos acudieron a ayudarlos en su trabajo de investigación. “Hasta nos ayudaron a sembrar pasto”. 

Esta practicante del microfútbol, a la que le gusta cocinar para sus amigos, tiene marcado el cambio que este tipo de iniciativas puede suscitar en poblaciones vulnerables. Sus primeras alumnas, cuando les preguntaba por sus aspiraciones, le respondían ‘conseguir marido’. Hoy esas estudiantes están en la universidad. El mejor premio para Diana Lucía ha sido recibir la invitación de una de estas jóvenes a tomarse un café. “Me dijo algo que, de verdad, me marcó muchísimo: ‘gracias por creer en mí cuando ni siquiera yo creía en mí’, entonces yo dije sí, sí vale la pena trabajar en esto”.

Más artículos de esta edición

Tres mosqueteros para salvar un río

Tres mosqueteros para salvar un río

Tres mosqueteros para salvar un ríoHasta la inteligencia artificial (IA) está siendo utilizada por un equipo de investigadores liderado por Unisangil, que hace un diagnóstico y busca soluciones para...

leer más

Artículos de otras ediciones

¿Qué es el Social Bee Lab?

¿Qué es el Social Bee Lab?

Es un laboratorio enfocado en entender mejor el comportamiento que guía nuestras decisiones económicas.Por Carolina Toscano Vargas Periodista con experiencia en el manejo de comunicaciones...

leer más