Construir la paz desde nuestras profesiones

Feb 29, 2024 | Impacto social

Por Juan Camilo Latorre Mantilla, comunicador social organizacional UNAB 2017. Estudiante de Maestría en Ciencias Políticas UNAB.

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La búsqueda de la paz ha estado históricamente arraigada en la diplomacia y las relaciones internacionales. Hoy en día, este esfuerzo ha evolucionado hacia una labor cotidiana y universal. El proceso de construir paz en todos los estados involucra ahora, de manera obligatoria, aspectos sociales y humanos que, en ocasiones, se ven opacados por la excesiva burocracia y ciertas demandas politizadas. La paz, esa aspiración universal que trasciende la simple ausencia de guerra, es el cimiento sobre el cual se edifican sociedades justas, equitativas y prósperas. Tradicionalmente, la construcción de la paz ha sido responsabilidad de políticos y diplomáticos.

Sin embargo, en nuestro mundo interconectado y complejo, es evidente que profesionales de todas las disciplinas juegan un papel indispensable en este noble empeño. Hoy en día, la construcción de paz nos implica a todos, dado que la paz ha dejado de ser un concepto exclusivamente vinculado a la acción bélica.

La paz se ha transformado en un concepto que nos concierne a todos. El sociólogo Johan Galtung distingue dos instancias posibles: la paz negativa, que se refiere a la ausencia de violencia directa o conflictos bélicos, y la paz positiva, que implica la presencia de justicia social, igualdad y el cumplimiento de los derechos humanos, es decir, la ausencia de violencia estructural. Este enfoque nos aclara que la construcción de la paz es un objetivo multifacético que involucra a diversos actores y sectores de la sociedad. La academia y las distintas profesiones desempeñan un papel crucial en este proceso, ya que desarrollan conocimientos especializados que sirven como herramientas para abordar las raíces de los conflictos y fomentar una cultura de paz. Nosotros, como académicos y profesionales, debemos ser constructores de paz desde nuestras áreas de especialización y nuestros propios espacios de trabajo.

Así, siendo mucho más que la ausencia de conflicto armado y sin restar importancia al problema que dicho conflicto armado puede llegar a representar; la paz es un estado que garantiza el desarrollo humano en todas sus dimensiones, responsabilidad de todos, tanto como profesionales como de todos los miembros activos de un Estado. Esto incluye el acceso equitativo a recursos básicos como la educación, la salud, la justicia y oportunidades económicas, así como el respeto a los derechos humanos y el medio ambiente. Dada esta complejidad, la contribución a la paz puede y debe venir de todos los sectores profesionales. Los educadores, por ejemplo, tienen el poder de sembrar las semillas de la paz desde las aulas, preparando a niños y adolescentes para ser adultos conscientes y empáticos respecto a problemáticas globales. Los profesionales de la salud, por su parte, no solo atienden heridas físicas, sino que también pueden contribuir a la sanación psicológica y social, clave en la recuperación de comunidades afectadas por conflictos. En la era digital, los técnicos y tecnólogos juegan un rol vital al democratizar el acceso a la tecnología, creando plataformas que fomentan el diálogo y la colaboración más allá de las fronteras y diferencias culturales. La ingeniería contribuye mediante la construcción de infraestructuras que promueven el acceso equitativo a servicios y recursos, esencial para mitigar desigualdades y prevenir conflictos. Los juristas, interpretando normas y leyes, ayudan a construir sociedades justas y seguras, mientras que los comunicadores y periodistas deben esforzarse por llevar al pueblo una información accesible y neutral, siempre teniendo claro que el acceso a la información es un derecho fundamental en cualquier sociedad. Los artistas, utilizando su arte, pueden construir puentes entre comunidades, sanar heridas emocionales y visualizar un futuro pacífico. Todos podemos contribuir, de alguna forma, a la construcción de una paz genuina y duradera.

El propósito de este artículo es invitar a todos los profesionales, sin importar su campo de conocimiento, a mantener siempre una perspectiva humana en su práctica profesional. Ser un profesional integral implica contribuir a la construcción de la paz, entender su importancia y valorar el carácter humano de cualquier área del conocimiento. La colaboración entre profesionales de distintas áreas tiene un potencial enorme para hallar soluciones innovadoras a los desafíos de la paz, combinando conocimientos de ciencia, tecnología, humanidades y artes para ofrecer respuestas más completas y efectivas a problemas complejos.

Quiero cerrar este texto con un fragmento del discurso pronunciado por Salvador Allende en la Universidad de Guadalajara en 1972: “La juventud debe entender su obligación de ser joven y sí es estudiante, debe darse cuenta de que hay otros jóvenes que, como él, tienen la misma edad, pero no son estudiantes y si es universitario, con mayor razón debe mirar al joven campesino y al joven obrero y tener un lenguaje de juventud con ellos, no un lenguaje de estudiante universitario para estudiante universitario”.  Todos, dentro de nosotros, tenemos algo de juventud, hay jóvenes viejos y viejos jóvenes; y seguramente la mayoría de las personas que lean estas palabras fueron estudiantes, son y tal vez lo volverán a ser. Es nuestro deber, el de los que estudiamos, construir ese lenguaje de la juventud del que habla Allende para con las personas que no tuvieron el mismo privilegio, un lenguaje que también se puede llamar empatía, respeto y amabilidad. Está en nosotros el deber de construir paz.