Juan Carlos Hernández Roa, graduado en Administración de Empresas (2006) y de la Especialización en Dirección de Empresas (2017) de la UNAB, recibió el premio a Mejor Startup en los Hola Empy Awards, galardones que reconocen el trabajo de emprendedores latinos en Canadá. Su emprendimiento, Masa Empanadas, combina tradición, sabores latinos y calidad artesanal, conversamos con él al respecto.

¿Qué inspiró la creación de tu empresa de empanadas y cómo lograste posicionarla en el mercado canadiense?
La idea nació al identificar una oportunidad clara en el mercado: notamos que faltaban empanadas de alta calidad, con estándares profesionales y sabores únicos. Además, la idea de hacerlas en una masa hojaldrada era ideal para una ciudad como Montreal, donde el público ama el croissant.
Decidí emprender con la idea de transformar un producto tradicional en una experiencia gourmet, manteniendo la esencia latina pero adaptándola a un público multicultural. El posicionamiento llegó gracias a la calidad, la constancia y la creación de sabores únicos que conectan tanto con la comunidad latina como con el público canadiense. A esto se sumó un enfoque claro en servicio, presentación y una marca minimalista que transmite confianza y profesionalismo.
¿Cuál consideras que fue el factor diferenciador que llevó a tu emprendimiento a ganar el reconocimiento como Mejor Startup del Año?
Nuestro factor diferenciador fue unir tradición con innovación. No solo vendemos empanadas: contamos historias, creamos comunidad y ofrecemos un producto artesanal con estándares de alta cocina.
Además, siempre apostamos por una operación organizada, procesos claros, control de calidad y un modelo de negocio sostenible. Combinamos autenticidad con una ejecución profesional, algo que llamó la atención del jurado. Ellos vieron no solo un producto delicioso, sino una startup con visión, estructura y potencial real de crecimiento.
¿Qué retos enfrentaste al emprender en Canadá —especialmente en el sector gastronómico— y cómo los superaste?
Emprender en un país nuevo siempre implica desafíos: idioma, normativas, cultura de consumo y competencia establecida. En el sector gastronómico, los retos mayores fueron adaptarse a las regulaciones de alimentos, entender los gustos locales y construir confianza desde cero.
Lo superamos con disciplina y aprendizaje constante. Estudiamos el mercado, ajustamos nuestras recetas al paladar canadiense sin perder nuestras raíces, implementamos procesos estrictos de seguridad alimentaria y construimos una marca sólida. Cada reto fue una oportunidad para profesionalizar más la operación y elevar la calidad del producto.
¿Qué consejo le darías a otros graduados que sueñan con emprender en el exterior y llevar un producto colombiano al mundo?
Mi consejo es que crean profundamente en su propuesta, pero también trabajen con estrategia. Emprender afuera no es fácil, pero es posible si combinas pasión con disciplina.
Les diría que investiguen, se rodeen de personas que los inspiren, se adapten sin perder su esencia y, sobre todo, que sean pacientes. Llevar un producto colombiano al exterior no es solo abrir un negocio: es representar un país. Hacerlo con excelencia, autenticidad y respeto por el proceso es lo que marca la diferencia.