Los maestros que construyen paz en San Vicente del Caguán

Dar voz a profesores de escuelas urbanas y rurales afectados por el conflicto armado en este municipio está permitiendo entender cómo la violencia ha transformado la forma de enseñar en sus comunidades.

Por Alejandra Gualdrón Acevedo

Comunicadora social y especialista en Comunicación Digital y Medios Interactivos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga.

publicaciones@unab.edu.co

Satena es la única aerolínea en Colombia con vuelos a San Vicente del Caguán en el departamento del Caquetá, y solo ofrece dos fechas a la semana para ese recorrido: sábado y martes, con Bogotá como única ciudad de origen.

Las escasas opciones para aterrizar en su aeropuerto Eduardo Falla Solano siguen obstaculizando el conocer los esfuerzos para construir paz que se realizan desde lugares como sus escuelas.

A pesar de esto, actualmente la Universidad UNAB desarrolla un proyecto de investigación que quiere visibilizar las experiencias de maestros que orientan su práctica pedagógica hacia la prevención de futuros conflictos. Y San Vicente del Caguán fue la primera parada de un viaje que recorrerá cinco regiones en búsqueda de estos testimonios.

“Resignificación del conflicto armado y construcción de la paz: una mirada educativa y psicosocial desde las voces de las maestras y los maestros afectados” es el nombre del proyecto que es financiado por el Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación dentro del programa Orquídeas: “Mujeres en la ciencia: Agentes para la paz”, y que hace parte de la estancia postdoctoral de la investigadora UNAB Luz Adriana Aristizábal Becerra. 

Su viaje inició el 2 de abril en una avioneta ATR 42 con capacidad para 48 pasajeros, el único tipo de transporte disponible para esta ruta. Ella lo define como “un carro de guerra” por el ruido que produce, que la llevó a recordar el secuestro por parte de las FARC-EP de la excandidata presidencial Ingrid Betancourt ocurrido en 2002 en dicho municipio.

Durante los tres primeros días, Luz Adriana impartió talleres sobre resignificación del conflicto a maestros del área urbana y rural. Así conoció cómo sus historias de vida han transformado su pedagogía en estos años. 

Ocupar el tiempo de los más jóvenes es una de las principales preocupaciones de los maestros de San Vicente del Caguán. Por petición de la investigadora, los rostros de los participantes aparecen difuminados. / Foto Luz Adriana Aristizábal Becerra

“Resignificar no es lo mismo que borrar de la memoria. Es darle un nuevo sentido a ese concepto que inicialmente generó mucho dolor, a la problemática en sí misma del conflicto”, afirma con admiración.

Los maestros de las escuelas rurales eran los que estaban más expuestos a la presencia de los grupos armados. Algunos dedicaban mucho tiempo a preparar a los niños para reaccionar ante un ataque o afrontar la desaparición de seres queridos.

Según relatan los maestros, sus estudiantes han sido motivación para orientar su labor hacia la construcción de paz y pasar su propio duelo. En sus clases centran sus estrategias en el proyecto de vida, el poder de la escucha y las actividades lúdicas.

“Muchos mencionan que los estudiantes necesitan estar ocupados porque cuando tienen demasiado tiempo libre es cuando vienen a prometerles cosas. Un maestro me contó que un día uno de sus estudiantes más brillantes le dio las gracias por sus clases y después no volvió. Sus padres le dijeron que decidió vincularse a un grupo armado. Para ellos esta generación vive otro tipo de conflicto pero aún tiene ese riesgo”, menciona Luz Adriana.

Ese fin de semana la investigadora visitó dos zonas rurales buscando más testimonios: la vereda Los Pozos, sede del fallido acuerdo de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana y las FARC-EP entre 1998 y 2002, y la vereda Cristalina, ubicada a tres horas y media de San Vicente del Caguán, uno de los lugares donde mayor presencia de la guerrilla hay actualmente.

Luz Adriana culminó su viaje el 9 de abril y regresó con una reflexión sobre el poder transformativo de la educación. “Después de escuchar tantas historias, siento una solidaridad mayor a la que tenía antes desde el conocimiento teórico. Me quedo con una frase de uno de ellos: la educación es la locura de utilizar todos los recursos posibles para enseñar a soñar”, culmina.

La ruta de su proyecto continuará en los municipios de Quibdó (Chocó), Apartadó (Urabá antioqueño), Arauca (Arauca), y por último Ocaña (Note de Santander).

La investigadora en la vereda Los Pozos, sede del fallido acuerdo de paz entre las FARC-EP y el gobierno de Andrés Pastrana. / Foto Luz Adriana Aristizábal Becerra

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