A un grupo de mujeres campesinas de Lebrija les dio por experimentar en la elaboración de un manjar diferente y hoy tienen su microempresa gracias al proyecto Reactívate Santander.
Por Pastor Virviescas Gómez
Reportero con 39 años de experiencia y tres Simón Bolívar.
A la finca “El Regalo”, de la vereda San Cayetano, en el municipio santandereano de Lebrija, se llega después de transitar una trocha de diez kilómetros y sortear siete cruces de camino en los que el instinto no funciona, debiendo preguntar a los labriegos que están recogiendo piñas dónde es que un grupo de señoras emprendedoras se reúnen dos veces por semana a producir bocadillo de annona muricata, esa fruta de origen colombiano que cautiva el paladar de propios y extraños.
De haber conocido esta región, a lo mejor el Nobel Gabriel García Márquez hubiese tenido el dilema de persistir con el olor de la guayaba o inclinarse por el fruto de este árbol que se consigue en América tropical pero cuyo cultivo ha sido llevado a países de África, Australia e incluso China. Cada guanábana alcanza a pesar hasta cuatro kilogramos, en un setenta y cinco por ciento conformada por una pulpa blanca, fibrosa, aromática y dulce, que cuando se come en copos lleva a chuparse los dedos con deleite.
Su lideresa Jenny Esther Baquero Jiménez cuenta que hace ocho años ella y sus amigas tomaron un curso de proceso de alimentos en el Servicio Nacional de Aprendizaje – SENA, en el cual aprendieron a elaborar bocadillo de guayaba y también de guanábana, producto que las sedujo y en cuyo mejoramiento invirtieron los siguientes cuatro años para hacerlo más consistente y que ‘diera el punto’.
Empezaron veinticinco compañeras y por el camino la mayoría fue desistiendo. Sin embargo, hoy están a su lado Hercilia Hernández, Libia Rodríguez, Hermencia Solano Herrera, Mariela Pérez y Elsa Celis, quienes se congregan de una a seis de la tarde, ante la mirada a veces incrédula de sus esposos e hijos que certifican el entusiasmo que las caracteriza.
Bajo la figura de unidad productiva, trabajan por igual y de la misma forma reparten las ganancias. La primera lonja la vendieron en dos mil pesos y rápidamente la noticia circuló por la vereda y llegó hasta la capital piñera de Colombia. En agosto fueron invitadas a la Feria de Bucaramanga y la producción se les agotó a ocho mil por unidad. La caja de diez unidades la están comercializando en doce mil pesos y se quedan cortas en abastecer los pedidos.
Además de la fruta que esterilizan, pelan, despulpan, pasteurizan, licúan y cocinan, los otros ingredientes son azúcar, pectina, ácido cítrico y ‘el secreto de la casa’, como le llama Jenny Esther, al tiempo que con sus amigas se ponen los zapatos blancos, los gorros y los guantes para ingresar a las instalaciones que construyeron, dotaron y adecuaron con los veinte millones de pesos que les otorgó Reactívate Santander, iniciativa liderada por la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB), en alianza con Unisangil, Universidad Santo Tomás, Cooperativa de Colombia, Tecnoparque del SENA y Sociedad de Agricultores de Santander, como un mecanismo pospandemia con recursos del Sistema General de Regalías, Gobernación de Santander y MinTIC.
Mariela Pérez, Elsa Celis, Libia Rodríguez, Hermencia Solano, Hercilia Hernández y Jenny Esther Baquero fabrican el exquisito bocadillo de guanábana. / Foto por Pastor Virviescas Gómez.
Silvia Medina, vocera de Reactívate Santander, señala que esta es una de las veinte iniciativas escogidas por ser innovadoras y por pertenecer al sector agro. “Bocadillo de guanábana está entre las mejores que se postularon en diciembre de 2021 para el primer ciclo y desde febrero de este año sus integrantes se conectaron todas las semanas por Internet para hacer un proceso de cocreación, viniendo periódicamente a Bucaramanga, sin abandonar sus quehaceres”, señala, resaltando que las mismas artífices debieron levantar paredes y techo con la ayuda de sus esposos, a la vez que recibían formación empresarial para que sepan qué decisiones deben tomar y hasta qué empaque y logo deben tener, apuntándole a contar con el registro sanitario del Invima.
“Las personas cuando escuchan que es bocadillo de guanábana, de inmediato les causa curiosidad y se devuelven a probarlo y adquirirlo. Cuando hacemos degustaciones a la gente le parece rico porque no es tan empalagoso, posee fibra, revisan la tabla nutricional y al final de cuentas algo tienen que ver con lo que hacemos”, manifiesta Jenny Esther, quien recuerda esos comienzos en los que no contaban con todos los implementos necesarios, ni la rigurosa asepsia que se requiere.
De una iniciativa empírica, estas mujeres de la vereda San Cayetano (Lebrija) pasaron a un proyecto tecnificado merced al auspicio de Reactívate Santander. / Foto por Pastor Virviescas Gómez.
Así fue como dieron el salto de una olla, una estufa casera y horas y horas de turnarse para batir a brazo -con las más jóvenes al final-, a inaugurar en agosto pasado el centro de producción de alimentos en el que cuentan con marmita, termómetro, refractómetro, licuadora industrial, gramera, mesa y lavaplatos en acero inoxidable y una estufa de mayor capacidad, aunque les sigue haciendo falta un congelador que les suministre el hielo requerido para sumergir la pulpa una vez ha hervido y para guardar los excedentes cuando hay cosecha, así como un filtro de agua y un extractor de calor.
Cada jornada les deja un promedio de cuarenta lonjas de bocadillo de guanábana, que llevan a los mercadillos de Lebrija, a los encuentros de mujeres campesinas y ocasionalmente a universidades de Bucaramanga, aunque también elaboran bocadillo de piña y de mango criollo, pero la estrella es la guanábana. “La meta es tener más maquinaria para producir más y que se conozca nuestro producto en todas partes del mundo”, afirma con optimismo Jenny Esther, recordando que lograron enviar cincuenta lonjas a Estados Unidos y permanecen a la espera de la acogida que pueda haber tenido este dulce que aspira competir con el tradicional bocadillo de guayaba por el que la Provincia de Vélez tiene fama internacional.
Reactívate Santander igualmente apoya proyectos como salsa de ají picante, en Curití, así como un invernadero inclinado, una granja cafetera ecoturística y fabricación de biofertilizantes, en Rionegro, lo mismo que producción de papel de piña en Lebrija, cada uno beneficiado con un capital semilla de veinte millones de pesos, quienes han tenido la oportunidad insospechada de pisar por primera vez una universidad para aprender y luego aplicar en sus municipios.
La maquinaria industrial les permite a Mariela, Elsa y sus otras cuatro socias aumentar la producción del manjar. / Foto por Pastor Virviescas Gómez.
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