Con el apoyo de investigadores, niños y niñas de municipios de Santander descubren que a través de la ciencia pueden transformar el agro colombiano.

Por Lynda Bula Barbosa

Periodista y Especialista en Comunicación Digital y Medios Interactivos. Gestora editorial UNAB.

publicaciones@unab.edu.co

Cuando Valery Ríos Peña cursaba cuarto grado de primaria tuvo su primer encuentro con la ciencia. En un semillero de investigación escuchó la explicación de cómo una lombriz californiana, que no mide más de seis centímetros, podía descomponer residuos orgánicos y transformarlos en un fertilizante para las plantas. Ese aprendizaje atrapó su curiosidad. 

Cada vez que terminaba su jornada de clases y llegaba a El Recuerdo, su finca y hogar, ubicada en Pangote, corregimiento de San Andrés (Santander), corría a contarle a don Luis Humberto Ríos y a doña Amparo Peña, sus padres, todo lo que aprendía con sus profesores y compañeros del semillero. Su entusiasmo crecía al ver cómo su papá aplicaba lo que ella le contaba, pero además le hacía preguntas para que pudiera resolverlas en su semillero.

La lombricultura le enseñó cómo obtener un humus (abono) que era mejor que los químicos que antes su papá le echaba al suelo. Según ella, con eso “iba de mal en peor”, y, en cambio, con este producto natural los pastos mejoraron y crecieron, pues asegura que es tan bueno “como echarse agüita fría en la cara cuando uno tiene calor”. 

Hoy, a sus 16 años del colegio Antonio María Guarín y ya en décimo grado de bachillerato, dice con orgullo que lo de ella es el campo y lo que hace para mejorar su finca, algo que ha logrado gracias a los ocho años que le ha dedicado a los semilleros: “Me gusta investigar y quiero mantenerlo de por vida porque eso me mantiene activa, me gusta y me apasiona”.

Aunque se ha involucrado en otros temas de investigación, como la separación de las basuras, tiene claro que su interés principal son los animales y su productividad.

Como lo que más admira son aquellas personas que motivan a los demás a salir adelante y que transfieren su conocimiento, se propuso un nuevo reto dentro del semillero junto a sus 38 compañeros de clase. Quiere encontrar una solución a uno de los problemas que más afecta a las familias de Pangote: cambiar el sistema tradicional de las fincas por uno mixto. “Nuestro propósito es que las personas tecnifiquen los procesos porque puede haber una mejora económica. Por parte de los animales, que es lo que manejamos, que se pongan a darle concentrados alimenticios mejorados, que aprendan a identificar las enfermedades ya que eso afecta mucho la productividad, pues si el animal se enferma esto baja los ingresos, pues no va a producir la misma cantidad de leche, si daba 10 litros y luego da solo dos litros el campesino no va a recibir la paga de siempre”, explica.

Para los pobladores de Pangote esto sería ideal, pues sus tierras son conocidas en la región por una alta actividad pecuaria. De acuerdo con el censo agropecuario del Dane de 2014, la provincia de García Rovira, a la cual pertenece esta población, cuenta con 25.287 unidades productoras, lo que la convierte en la segunda después de Vélez.

Valery Ríos Peña. / Foto por Valery Ruiz.

Así como Valery, cerca de 16 mil niños de la región han descubierto su vocación científica gracias al programa Ondas, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MinCiencias), que desde 2005 es coordinado en Santander por la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB). A partir de 2014, año en el que la institución creó Generación ConCiencia para continuar con la labor e involucrar otras universidades, y hasta 2019, se ha logrado una cobertura del 83 % del territorio departamental, financiando 28 jóvenes investigadores y 84 semilleros de investigación de 12 instituciones de educación superior.

Este año, el programa le apostó a un proyecto que llamó Vocaciones Científicas, financiado con fondos del Sistema General de Regalías (SGR) y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). La Universidad de Santander (UDES) y la Fundación Universitaria de San Gil (Unisangil) son las encargadas de la coordinación para llevarlo a la población infantil y juvenil de Santander, especialmente en zonas rurales, en las cuales fomentan el conocimiento en agroindustria, biodiversidad y biotecnología.

El director de este proyecto, César Aurelio Rojas Carvajal, señala que uno de los resultados que más celebran es tener la posibilidad de acercarse a las provincias más apartadas para contribuir al desarrollo desde la academia. “Estamos aportando y avanzando en ciencia e innovación, pero principalmente hacia la calidad educativa”.

Valery Ríos Peña. / Foto por Valery Ruiz.

Este año el programa vinculó a más de 1.500 niñas, niños y jóvenes de la región. / Foto por Valery Ruiz.

Valery, que conserva la esperanza de que sus vecinos experimenten el sistema mixto en sus fincas para que Pangote “sea una buena dispensadora de alimentos”, fue elegida para representar su proyecto en el encuentro departamental Ciencia y Territorio: Expo ConCiencia Santander 2022, en el que participaron 47 grupos de investigación que clasificaron en los encuentros intermunicipales, realizados en Bucaramanga. Esa fue la segunda vez que visitó la capital santandereana y también el viaje más largo que ha hecho hasta el momento, pues debido al habitual mal estado de las vías de la provincia de García Rovira, tuvo que elegir una ruta inusual que le tomó 12 horas, aunque entre su tierra natal y esta ciudad hay apenas 122 kilómetros.

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