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UNAB acogió el XV Encuentro Regional del Consejo Nacional de Acreditación (CNA)

Oct 1, 2025 | Institucional

El Acuerdo 01 de mayo de 2025 (de 82 páginas), con todo tipo de reglamentaciones, requisitos, lineamientos, implicaciones, intríngulis, preguntas y explicaciones, fue el eje en torno al cual giró el XV Encuentro Regional del Consejo Nacional de Acreditación (CNA), efectuado el pasado jueves 25 de septiembre en la Universidad UNAB con la participación de más de 250 directivos y responsables de oficinas de aseguramiento de la calidad de la educación superior de universidades no solo de Santander, sino provenientes de departamentos como Norte de Santander, Cesar y Guajira, previo a eventos similares en Neiva (7 octubre), Medellín (21 de octubre) y Barranquilla (13 noviembre). 

Durante más de siete horas los consejeros Carlos Hernán González Campo (responsable de las áreas de Economía y Administración, Contaduría y afines), César Darío Guerrero Santander (Formación Técnica y Tecnológica), encabezados por el coordinador Mario Fernando Uribe Orozco (Bellas Artes), más el acompañamiento de la secretaria técnica Aída Nury Bernal Jaimes, y Jairo Enrique Cotrina González (asesor de la Dirección de Calidad del Viceministerio de Educación Superior) ilustraron a los asistentes al Auditorio Jesús Alberto Rey Mariño sobre ese asunto tan de suma importancia como es el de las actualizaciones del modelo para seguir garantizando la Alta Calidad de la Educación Superior en Colombia.

UNAB acogió el XV Encuentro Regional del Consejo Nacional de Acreditación (CNA). / Foto Pastor Virviescas

En la instalación del certamen participó el vicerrector Académico de la Universidad UNAB, Franz Dieter Hensel Riveros, quien manifestó que en estos momentos de profundas transformaciones en el mundo, resulta prudente al menos un alejamiento para suspender temporalmente la pregunta por el futuro de la educación superior, “y más bien centrarnos en la exploración del presente de la misma, porque la pregunta por el futuro es realmente una pregunta por el presente y cuando nos quedamos pensando en lo que va pasar de pronto se nos olvida el presente desde el cual hay posibilidades gigantescas de imaginación y de acción”.

“Tenemos más chance institucional de que suceda lo que anhelamos cuando desplazamos esta pregunta hacia el presente y nuestras posibilidades de acción concreta”, insistió Hensel Riveros, para plantear la alternativa de “basarnos más bien en la propuesta de experiencias acumuladas y expectativas por venir, de la que pueden salir nuevas soluciones”.

Afirmó también que “quizás se nos olvida que Colombia tiene uno de los sistemas educativos más robustos del continente”, después de México y Brasil y a la par de Chile con instituciones educativas mejor calificadas en distintas mediciones. “El Consejo Nacional de Acreditación ha venido construyendo un modelo decantado de calidad que propende por la diversidad de instituciones, que respeta la identidad de cada una de ellas en un sistema complejo que propende por el respeto de la autonomía institucional y por el tránsito de un modelo de evaluación de capacidades hacia uno de logros e impactos”, concluyó.

Consejo Nacional de Acreditación
UNAB acogió el XV Encuentro Regional del Consejo Nacional de Acreditación (CNA). / Foto Pastor Virviescas

Entrevista al coordinador del Consejo Nacional de Acreditación

El Consejo Nacional de Acreditación celebrará en la capital de la República el próximo 4 y 5 de diciembre sus 30 años de existencia con un foro internacional, así que aprovechamos para entrevistar a su coordinador Mario Fernando Uribe Orozco, quien sostuvo que “lamentablemente nos preocupamos más por el futuro, que es un lugar incierto y desconocido, y no por el presente. El modelo de acreditación en Colombia por fortuna piensa en el pasado, fundamentado en las evidencias, intentando sobre ello pensarse en un presente para un futuro promisorio”.

Antes de ello, Uribe Orozco aseveró que la tónica actual del Consejo Nacional de Acreditación es abrir espacios de conversación para la apropiación del modelo, escuchando y compartiendo sin atriles, parados sobre el mismo nivel de la comunidad académica y teniendo claro que el objetivo común es “una dinámica transformadora que busca simplemente tocar vidas y mejorar los futuros posibles de las personas que deciden confiar en la educación superior”.

¿Para qué ha servido el Consejo Nacional de Acreditación?

Esta es una excelente pregunta. ¿Para qué? Para marcar un camino distinto. Para entender que la Alta Calidad no es nada más, digamos, que la comprensión genuina de que los procesos formativos transforman la sociedad, que nos permiten avanzar, alcanzar nuevas metas, consolidar por ejemplo las comunidades profesorales, consolidar las comunidades de egresados… generar una transformación sistemática de la sociedad colombiana.

¿El Consejo Nacional de Acreditación es una especie de emulsión con hígado de bacalao para que las IES se mantengan fuertes y en constante afán por la alta calidad? ¿O es el médico que diagnostica la ‘salud’ de las universidades?

Yo creo que el Consejo Nacional de Acreditación se parece a un multivitamínico que tiene efecto directo sobre el fortalecimiento de las instituciones, pero que ese multivitamínico si usted se lo toma y no hace ejercicio, no logra ver los efectos. Es decir, que es la letra menuda que le da una hoja de ruta para que las instituciones, en su sano juicio, generen transformaciones que provocan impactos en la sociedad.

¿Las universidades se meten en el proceso de acreditación de alta calidad porque está de moda? ¿Para que su actividad no se les afecte? ¿Porque los demás están y entonces yo también tengo que estar?

Quisiera también pensar que las instituciones entran a la acreditación por una reflexión interna que les dice a ellas que es el momento. Se lo digo de esa manera porque hay instituciones que llevan setenta años y que no han entrado a la acreditación, pero hay otras que llevan menos tiempo y han entrado a la acreditación. Es decir, que no hay una media que nos permita decir cuándo una institución entra, dado que es voluntario, que no es obligado, que no hay un mecanismo que le diga usted tiene sí o sí, pero pareciera que empiezan a haber tensiones sociales, una demanda social que impulsa a las instituciones a querer mostrar que tienen otros elementos que los distinguen de los demás. El 35 % de las instituciones del país están en el sistema de acreditación. Uno pudiese pensar que ese es un modelo para todos.  Incluso el modelo ha intentado enfatizarse en aquellos que, por circunstancias un poco extrañas, habían considerado que el modelo no era para ellos. Y como lo mencionábamos hoy en el encuentro regional aquí en la UNAB, justo el modelo se compadece de las particularidades de la institución, se compadece del lugar donde está la oferta, se compadece del contexto de actuación, se compadece del territorio y sobre ello busca la generación de impactos. Y a partir de esa generación de impactos, digamos el reconocimiento de la acreditación es un rasgo social que, también una cosa muy bonita, la sociedad lo valora.

UNAB acogió el XV Encuentro Regional del Consejo Nacional de Acreditación (CNA). / Foto Pastor Virviescas

¿Qué hay más en Colombia: iglesias de garaje o universidades de garaje?

Perdón por las iglesias, pero iglesias de garaje. La educación superior a partir de la Ley 30 determinó unos elementos fundamentales para ser universidad o institución de educación superior. Y esos elementos y el seguimiento que hace el aseguramiento de la calidad a través de la subdirección de aseguramiento de la calidad, llevan a que sea muy difícil mantenerse en el tiempo si es una escuela de garaje porque el proceso de registro calificado, que es el primer eslabón de la cadena del aseguramiento, resulta muy exigente. Luego viene la renovación. La renovación del registro te va a exigir nuevamente. Entonces, como antes era un asunto discrecional, el tema de la visita, que te confrontaban, ahorita el mecanismo que Colombia tiene establecido impide que una institución de garaje se pueda mantener, a no ser que sea educación no formal.

¿Cómo hacen ustedes para que las instituciones de educación superior que se meten en la carrera para lograr la acreditación de alta calidad, no se duerman en sus laureles una vez la obtengan y solo faltando un tiempo vuelvan a preocuparse y a decir: ‘caramba, ahí vienen esos señores del Consejo Nacional de Acreditación’?

Ese es un tema complejo que esperamos siempre que sea la demanda de la misma institución al interior, sus actores los que promuevan las transformaciones, que una acreditación, por ejemplo, en la más alta temporalidad (10 años), no implica que yo me pongo en la tarea dos años antes del cumplimiento de mi temporalidad de mis diez, sino que sea de manera permanente. La acreditación es una cosa voluntaria, que usted la obtiene, pero que el costo social de perderla es tan alto que las instituciones se preocupan por no perderla.

¿Eso qué significa según el Consejo Nacional de Acreditación?

Significa que el mejoramiento continuo nos permite a nosotros, al menos en lo que nos toca, evidenciar cómo en el tiempo las instituciones se transforman. Hay una circunstancia de algún área del conocimiento que, en algún momento por una postura ministerial, determinó que era obligatorio el tema de acreditarse. Y pasaron muchas cosas, muchos programas que no lograban, otros que sí, otros que más o menos, pero ahorita que estamos llegando a las renovaciones de esos programas que en ese momento hubo esa discrecionalidad de obligación, hemos visto la evidencia de la transformación, de la mejora de los programas, de la consolidación de las plantas profesorales, del avance en la investigación, de la consolidación de la proyección social, de la transformación de las infraestructuras… Es decir, que lo que nosotros sentimos es que, en un evento como este, que está convocada la comunidad de Bucaramanga y de Santander, las instituciones responden porque hay un interés que es genuino, ya que a ninguno los obligan. Entonces, cuando te das cuenta de eso, también sabes que se ha incorporado el mecanismo del mejoramiento continuo como un asunto de responsabilidad social, que nos genera transformar básicamente las vidas de las personas que confían en la educación superior.

¿Tres mensajes que usted considera le deben quedar a todos los que acudieron a este taller en la Universidad UNAB?

Entender que los cómo son de las instituciones. Eso puede ser el todo y la nada, pero en principio eventualmente las personas quisieran que el modelo de acreditación les dijera qué hacer, y el modelo de acreditación no les dice qué hacer. Les da una batería de elementos para su reflexión. Lo segundo, que la alta calidad no se activa o se desactiva; la alta calidad es permanente. Es el rasgo distintivo que una institución, cualquiera que sea, debe mantener, y eso implica desde el proceso de la matrícula de una persona hasta el momento del egreso. Y lo tercero, que el seguimiento a la alta calidad es un tema permanente, que no se puede descuidar. Que el seguimiento, la vigilancia permanente de la alta calidad es el bien más importante de lo que implica el modelo de acreditación en Colombia.

Enfatizaba su colega Jairo Enrique Cotrina que educación de alta calidad sin pertinencia, ya no tiene sentido.

La educación de alta calidad que no reconozca las necesidades del entorno, que no se dé cuenta de las transformaciones de las nuevas audiencias, que no entienda que las personas hoy día tienen apetencias diferentes, que los tiempos, la duración de los procesos de formación han cambiado, que hay conversaciones a nivel internacional que dicen que la universidad como institución es de aquellas que en los últimos 500 años menos transformaciones ha tenido.

Es un tema complejísimo, pero necesita, yo creo, que en este nuevo siglo, del cual ya llevamos 25 años, hacer una reflexión pertinente que implique atender de manera oportuna las nuevas necesidades de la comunidad, las nuevas maneras en los procesos formativos, la incorporación de la tecnología como un rasgo distintivo del proceso formativo y obviamente la atención de un mercado laboral cambiante también, que la universidad no forma solamente personas para el mercado laboral, la universidad forma personas que se transforman y entienden de mejor manera un pensamiento crítico, el pensamiento ético, la responsabilidad social, un elemento integrador y en eso la universidad, que también falsos gurús por ahí empiezan a decir que la universidad va a desaparecer hoy, con el vicerrector Franz coincidía en diferentes elementos que él mencionaba sobre el tema de la importancia de preocuparme por el presente y dejar de preocuparme tanto por el futuro.

Yo creo que ese es un elemento fundamental en el cual la universidad, en Colombia en particular, tiene que atender entendiendo que aún hay una oportunidad de apalancar todas aquellas personas -30 % decía el vicerrector Franz-, de estudiantes que salen de la media, que no entran a la formación universitaria; ahí hay una oportunidad gigantesca.

¿Por último, qué le diría a aquellos jóvenes y a esos padres de familia que descartan ir a la universidad cuatro o cinco años y creen que hallarán la respuesta a sus expectativas en algún emprendimiento?

Mire, yo soy efecto de la transformación de la universidad, de tener un futuro incierto a que la universidad me diera la oportunidad de capitalizar una vida diferente, de haber tenido un futuro tan incierto que hoy día realmente tengo amigos del barrio que he encontrado con un costal a la espalda y darme cuenta del suceso que seguramente a muchas familias les pasa de ser la primera persona que entra a la universidad. En mi caso, en mi núcleo familiar con mis tres hermanos, yo fui el segundo que entró a la universidad y que hoy día, cuando nos damos cuenta alrededor, nuestras vidas se transformaron. Y la universidad, ¿qué nos dio? No nos garantizó el trabajo, porque no lo garantiza, no está para eso, pero sí nos dio una oportunidad diferente de entender un contexto cambiante y en ese contexto cambiante actuar y transformar la vida de nuestra familia y de nuestro entorno social.

UNAB acogió el XV Encuentro Regional del Consejo Nacional de Acreditación (CNA). / Foto Pastor Virviescas