Seleccionar página

Dos miradas al lío de la gobernabilidad en América Latina

Sep 5, 2005 | Institucional

Por Pastor Virviescas Gómez
Dictadores, "caciques", aprendices de brujos, prófugos de la
justicia, capataces, tiranos, papanatas, amigos del narcotráfico, "salvadores"…
América Latina ha probado de todo. Le ha jugado a todas las fórmulas
de gobierno e incluso hoy, en pleno siglo XXI, hay quienes añoran un
Pinochet (Chile), invocan el espíritu de Pérez Jiménez
(Venezuela) o votan por fulano porque es simpático.

El debate de la gobernabilidad convocó en la UNAB a dos estudiosos del
asunto. En primer lugar, Luis Raúl Mattos, ex senador y ex ministro venezolano,
actual director de la Escuela de Gerencia Política de la Universidad
George Washington (Estados Unidos); y luego Manuel Alcántara Sáenz,
doctor en Ciencia Política y profesor de la Universidad de Salamanca,
España.

Vivir la UNAB les propuso la misma tarea: hacer un diagnóstico,
en términos sencillos, de lo que ocurre con los mandatarios y autoridades
del río Bravo para abajo.

¿Qué es la gobernabilidad?
L.R.M.: Es una situación que vive una organización,
una comunidad o un país cuando se plantea un proyecto de cambio y hay
actores que
están a favor y otros en contra, entonces se crea una interacción
que la podemos llamar gobernabilidad.
M.A.S.: Es un concepto que se ha puesto de moda hace apenas
15 años y que cada uno lo utiliza de manera diferente. Yo les recomiendo
a mis alumnos que no lo usen, para evitar precisamente la confusión.
Pero podría decir que son las condiciones favorables para la acción
del gobierno.

¿En qué momento "se jodió" América
Latina en materia de gobernabilidad?

L.R.M.: El problema de América Latina ha estado, por
un lado, en tener una élite económica y política que no
ha respondido a las demandas de las complejidades de los momentos actuales y
parte de la complicación que tiene hoy en día es la indiferencia
con la que miró a ciertos sectores en situación de pobreza, que
los consideró que eran actores sin poder y que no tenían capacidad
de movilizarse y organizarse para exigir.
M.A.S.: Cuando surge la palabra, porque los mismos problemas
que hoy llamamos de gobernabilidad existieron en América Latina en los
años 50 ó 30. Por ejemplo, una acepción clásica
es que no se da la gobernabilidad cuando el presidente no tiene mayoría
en el Congreso y gobierna con dificultades porque éste le hace la vida
imposible. Esa situación la podemos encontrar en cualquier país
de América Latina.

En el caso del Perú, ¿qué resultó peor:
la enfermedad de Fujimori y Montesinos o el remedio de Toledo?

L.R.M.: Lo bueno de Toledo es que al fin y al cabo es un gobernante
democrático y con todos sus aciertos y errores tiene al menos el mérito
de mantener el sistema democrático y de estar dispuesto a que si pierde
se va y no está en la jugada de Fujimori, que por cierto ahora aparece
de nuevo en las encuestas en Perú, pero yo soy enemigo de todo esquema
de gobierno que se fundamente en autoritarismo y posiciones autocráticas.
Lo que tenemos que aprender en América Latina es aceptar la diversidad,
la complejidad y el pluralismo, y aprender a gobernar bajo esa situación
compleja.
M.A.S.: Toledo no fue un remedio. Toledo fue la consecuencia
del vacío dejado por Fujimori. El problema de la "enfermedad"
de Fujimori es gobernar de manera personalizada sin ningún tipo de partido
político ni proyecto político fuera del estrictamente personal.
Cuando Fujimori abandona el país en medio de un escándalo de corrupción
enorme, Toledo es el hombre que llena ese hueco y alguien que gobierna mal porque
es un hombre sin ninguna experiencia política y para hacer política
lo mismo que para hacer medicina o periodismo hay que tener experiencia. Toledo
nunca había gobernado nada, ni siquiera un pequeño municipio,
y encima sin ningún partido político, sin un grupo sólido
y más o menos coherente que le apoyara. Ese es el drama Toledo.

Chávez-Lula-Kichner, ¿existe ese "eje del mal"?
o ¿estamos viendo fantasmas?

L.R.M.: Se trata de fanatismos que no comparto. Lo que hay
que hacer es un análisis racional, porque es un error meterlos a todos
en un mismo saco y eso es una mezcla extraña. En ningún momento
hemos oído a Lula decir que él tiene un problema de transformación
de la sociedad parecido al que tiene Hugo Chávez, o a Chávez que
tiene uno parecido al de Lula. No veo por qué mezclarlos si cada país
tiene su condición determinada. El fenómeno que está surgiendo
en América Latina de gobiernos que algunos califican de populistas, tiene
que ver con una situación donde se ha excluido a la gente pobre por demasiado
tiempo y ellas saben que a través del voto tienen poder y están
ejerciéndolo.
M.A.S.: No, por supuesto que no. Eso es una tontería.
Son personas muy distintas, con proyectos políticos muy distintos, son
jefes de Estado de países muy distintos, con problemas muy diferentes.
Esto es sólo una retórica periodística.

Cuando se creía que los "dinosaurios" estaban sepultados,
¿es posible un resurgir del Partido Revolucionario Institucional (PRI)
en México?

L.R.M.: El PRI, que fue partido hegemónico por muchos
años, que descuidó la competitividad política y la discusión
interna, se ha estado sometiendo a una revisión, que junto a la de Chile,
es de las más importantes que se han hecho partidos políticos
en Latinoamérica y estamos viendo como el PRI acaba de ganar las elecciones
en el estado de México y en varios estados, y es un partido que competirá
en los comicios futuros. Para mí esa revisión del PRI y que ojalá
se haga en todos los partidos, es la manera de transformar al dinosaurio en
un elemento ágil, que responda a los cambios del entorno, como tienen
que ser las organizaciones, abiertas. Esos son los desafíos que tienen
planteados los partidos para dejar de ser dinosaurios.
M.A.S.: Definitivamente sí, porque aquí es todo
lo contrario de lo que decíamos de Fujimori. El PRI es un partido político,
muy bien articulado, con presencia en todo el país, con un capital político
muy fuerte y gente que sabe hacer política. Los viejos líderes
no tienen espacio ya, pero sí es posible que el PRI vuelva.

¿Fidel Castro congeló la historia y demostró que
el socialismo o lo que él hace no es obsoleto?
L.R.M.:
No creo que podamos catalogar al cubano de un Gobierno socialista,
dentro de lo que el socialismo ha expresado. Hay que reconocerle algunos logros,
pero allí sigue Cuba debatiéndose en una sociedad de la escasez.
M.A.S.: En Cuba no hay socialismo sino una dictadura personal
de un individuo que ha arropado esa dictadura con una fórmula supuestamente
socialista. El socialismo verdadero está ligado a la libertad y en Cuba
no hay libertad. Este es un experimento estatista, de control personal y policíaco
pero no socialista.

¿Habrá Chávez hasta cuándo? ¿Hasta
que le dure la bonanza petrolera? o ¿hasta que la CIA decida hacerle
caso al pastor que pidió eliminarlo?
L.R.M.:
Venezuela es mitad liderazgo, mitad petróleo. Parte
del conflicto venezolano y del apoyo se puede resolver sin quitarle a nadie
porque el petróleo cuando los precios están altos, como ahora,
aporta una torta más grande para repartir con los menores conflictos
posibles. En todo caso, cuando se vive en democracia nunca se puede decir que
alguien está allí en forma permanente. El sistema es competitivo
y puede ser que emerja un liderazgo nuevo que compita con Chávez y veremos
luego quién juega la mejor estrategia para ganar.
M.A.S.: Creo que hasta mucho. Porque Chávez es un hombre
joven. Él está haciendo una política populista porque tiene
mucho dinero gracias al petróleo y eso va a significar que en una situación
de mayorías Chávez va a seguir contando con las mayorías
suficientes para poder gobernar, guste o no guste. En ese sentido va a haber
mucho Chávez por delante.

¿El peor enemigo de América Latina es la corrupción?
¿la miseria? o ¿la concentración de la riqueza en unas
cuantas familias?
L.R.M.:
El peor enemigo como proyecto de largo plazo es el cómo
vamos a incluir a los que han sido históricamente marginados del crecimiento
económico. Ese es el gran desafío que tiene planteado América
Latina. China ha logrado reducir la pobreza significativamente en pocos años
a través de un modelo de crecimiento económico que vale la pena
analizar. El problema no es solo crecer económicamente sino tener verdaderos
planes redistributivos que permitan que ese resultado del crecimiento le llegue
a la gente.
M.A.S.: La desigualdad.

¿Qué le dice la palabra América Latina al presidente
George Bush y al Congreso de los Estados Unidos? ¿Sigue siendo "el
patio trasero"?
L.R.M.:
No hay duda de que América Latina no está en
la lista de prioridades. El tema Israel y Palestina, Iraq y Afganistán,
están en su agenda de prioridades. Para dar un indicador, hay miembros
del Congreso que señalan que ha ocurrido una reducción en el monto
de la transferencia de recursos de Estados Unidos hacia América Latina.
Sin embargo hemos visto ciertas movilizaciones que podrían indicar que
se están dando cuenta que es importante la relación con este socio
comercial y político llamado América Latina.
M.A.S.: Nada. Ahora mismo algo marginal, algo relacionado con
lo comercial y mantener sus intereses, pero no es una preocupación ni
de segunda categoría. América Latina hoy no representa ningún
peligro, las prioridades están en otros lugares del mundo, en Oriente
Medio y en China, y en términos de ayuda al desarrollo en África,
donde está metiendo mucho dinero. Probablemente sólo dos países
merecen la atención de E.U. que son México por la frontera y Colombia
por el narcotráfico.

 

Ir al contenido