45 exmiembros de las desaparecidas FARC-EP que hicieron parte de la firma del Acuerdo de Paz en 2016, fueron reconocidos por la Embajada de México en Colombia gracias a sus aportes para la terminación del conflicto. El acto de reconocimiento se realizó con el apoyo de la Universidad UNAB e hizo parte de la programación de Ulibro 2024.
El próximo 24 de noviembre se cumplen ocho años de la firma del denominado Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera entre el Gobierno de Colombia y las extintas FARC-EP, luego de un proceso de diálogos y negociaciones entre ambas partes iniciado en septiembre de 2012. Este hecho ha significado no solo un hito en la historia del país, sino también la consolidación de esfuerzos para garantizar su implementación en el tiempo y el alcance de su principal objetivo: poner fin al conflicto armado interno iniciado en 1960.
A estos esfuerzos, que han implicado importantes desafíos para los últimos gobiernos presidenciales, recientemente se ha sumado la Embajada de México en Colombia. Como parte del 1er Encuentro Internacional de Procesos de Paz en América Latina y el Caribe realizado en Bogotá el pasado 31 de julio, la Embajada hizo un reconocimiento público a finales de agosto en las instalaciones de la Universidad UNAB al aporte de los firmantes del Acuerdo de Paz en esta región del país.
El camino a la transformación a través del Acuerdo de Paz
El ‘Gran acto de reconocimiento a firmantes de paz’ por parte de la Embajada de México en Colombia junto a la Universidad Autónoma de Guerrero y la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), se realizó con apoyo del Instituto de Estudios Políticos (IEP) de la UNAB y de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en el Auditorio Menor Alfonso Gómez Gómez.
En el evento participaron 45 firmantes del Acuerdo de Paz que pertenecieron a las extintas FARC-EP, que fueron reconocidos por parte del Gobierno de México como actores referenciales de la transformación social y política del país, y como principales aportantes a la terminación del conflicto.
En su intervención a los asistentes, la embajadora de México en Colombia Martha Patricia Ruiz Anchondo reconoció la importancia de realizar este tipo de actos en un escenario académico y señaló al Acuerdo de Paz como un referente del que pueden aprender otros países como el suyo. “Estamos muy contentos de poder haber realizado el evento. Para nosotros es importante porque hay que reconocer a los firmantes que han aportado grandemente a la construcción de la paz en Colombia. Nos parece ejemplar el comportamiento que tuvieron al ponerse en la vía de la reincorporación. Creo que eso no cualquiera lo hace, solo lo hace la gente que tiene amor por su país”, manifestó la embajadora.
Otra de las figuras destacadas en el encuentro fue Pastor Alape Lascarro, exjefe del Bloque Magdalena Medio de las FARC-EP y actual representante de la alta parte contratante del Acuerdo Final de Paz. En su discurso como vocero de los firmantes del acuerdo, señaló el gesto de la Embajada como motivación para mantener firme la promesa de paz estable y duradera establecida en 2016.
“Esto es un acto con una fuerza simbólica muy grande porque estamos reconociendo desde la academia los saberes de constructores de paz a partir de la propia experiencia de la guerra. Esto hace que se tenga una fuerza inmensa como impulso para alentar la lucha por la implementación del acuerdo y sirve para que los firmantes se motiven a mantener ese compromiso ético y de vida por la paz. Sabemos que quienes han recibido este diploma van a seguir en la promoción de la paz en Colombia, en América Latina y en el mundo”, afirmó Alape Lascarro.
Los firmantes asistentes, que recibieron un diploma conmemorativo, realizaron un juramento para reafirmar su participación en la construcción de paz y su compromiso en la implementación del Acuerdo. “Se siente una inmensa alegría ver que México como uno de los países acompañantes de este proceso sigue muy preocupado por nuestra situación, pero además, acompañándonos y animándonos a seguir adelante. Yo creo que el compromiso lo asumimos hace tiempo, pero este tipo de cosas lo hacen a uno sentir ganas de seguir adelante en el proceso y es lo que vamos a hacer: cumplir nuestra palabra y acogernos al juramento”, dijo Pedro Trujillo Hernández, firmante de paz.
El compromiso de la Academia con la paz
César Pérez Gamboa, coordinador de la Cátedra para la paz de México de la Universidad Autónoma de Guerrero, destacó además la intervención de la Universidad UNAB como mediador en el evento y señaló la importancia que tiene la intervención de la Academia en la construcción de la paz.
“El haber logrado avanzar ocho años significa la posibilidad de construir la paz, que es un proceso y no una meta en ese camino que lleva a la educación para la paz. Reconocemos que aquí se están organizando espacios territoriales de capacitación y reincorporación, que es una metodología que no conocíamos en México y que puede contribuir a generar un diálogo entre universidades y aportar a firmantes de los dos países a través de la vinculación universitaria, la ciencia y la tecnología”, anotó Pérez Gamboa.
Esta no es la primera acción de reincorporación en la que interviene el IEP de la UNAB. Desde su creación en 1998, este centro de investigación adscrito a la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UNAB, ha impulsado proyectos en temas de estudios de paz, reconciliación y posconflicto, especialmente en los departamentos de Santander y Norte de Santander.
“Las universidades estamos llamadas a trabajar para que en Colombia no sigamos sumando más víctimas. En la Academia estamos potenciando y visibilizando los pequeños ejercicios de construcción de paz que se dan en los territorios, por lo que la universidad es un actor clave en estas mediaciones. Con esto lo que hacemos es contribuir a la materialización de los acuerdos y a la dinamización de aquellos puntos en los cuales hay un rezago significativo para garantizar que podamos avanzar en la construcción de verdad, en la reparación de las víctimas y en la reconstrucción del tejido social”, concluyó María Eugenia Bonilla, directora del IEP de la UNAB.
