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Exposición Fractales Melódicos, caracoles que vibran y suenan

Nov 4, 2025 | Institucional, UNAB Cultural

Contrario a otras exposiciones donde el visitante tiene clara la señal de ver pero no tocar, en “Fractales Melódicos” esta acción está autorizada, ya que su autora busca despertar esa cercanía con su trabajo que está conformado por apenas tres obras, las cuales sin embargo llevan a que quien esté frente a ellas se deje llevar por la tentación de palparlas, hacerlas vibrar y sacarles un sonido que algunos comparan con el de un contrabajo, otros con el de un violín, unos más con el de un barco llegando a puerto e incluso hasta con una ballena.

Fractales Melódicos
La artista Lorena Chajín Ortiz invita a los visitantes a tocar y escuchar sus esculturas sonoras durante la exposición “Fractales Melódicos”, donde los caracoles vibran y emiten sonidos que evocan la resonancia del mar. La muestra estará abierta hasta el 29 de noviembre en La Casona UNAB. / Foto Pastor Virviescas

“La exposición ‘Fractales Melódicos’ nos invita a recorrer un territorio donde la materia vibra y el sonido se vuelve presencia. En esta serie, Lorena Chajín Ortiz entrelaza la escultura sonora con elementos de la sabiduría milenaria de la lutería y la precisión contemporánea de la impresión en 3D, generando de esta manera una conversación íntima entre naturaleza, ciencia y arte”, expresó la profesora de la Universidad Industrial de Santander (UIS), Claudia A. Arias.

Desde el 30 de octubre y hasta el próximo viernes 29 de noviembre permanecerá abierto en La Casona UNAB, del Campus Rafael Ardila Duarte ubicado en la calle 42 #34-14, este trabajo de una joven de 33 años nacida en El Banco (departamento de Magdalena), quien se considera bumanguesa porque desde los seis años vive en esta capital, donde cursó el bachillerato en el Instituto Tecnológico Dámaso Zapata, para luego estudiar diseño de modas en las Unidades Tecnológicas de Santander (UTS) y más recientemente Artes Plásticas en la UIS, de donde se graduó en 2019, sumándole la pasantía que realizó en la Universidad Autónoma de México (UNAM).

De origen libanés, Chajín Ortiz desde niña se inclinó por el dibujo y ya cuando empezó a escuchar términos como surrealismo o vanguardismo supo que ese sería su camino. “En la obra de Lorena la ciencia y el arte no se contraponen; se complementan. Esta complicidad ha sido una característica que define su evolución artística. Es recurrente hallar en su proceso creativo la investigación, la experimentación, el análisis, y al mismo tiempo, encontrar experiencias sensoriales y emotivas. Es así, como el arte se convierte en un puente al conocimiento científico, al tiempo que la ciencia le abre caminos a la inspiración artística”, acotó la docente Arias.

Lorena combina arte con principios de la física y tecnología de punta para que sus caracoles elaborados en poliéster de glicol (plástico PETG) y vidrio, con bases de madera de pino, emitan variados sonidos que causan curiosidad entre quienes se atreven a pasarles la mano. La impresión tridimensional la llevó a cabo en el Centro de Desarrollo Tecnológico de la Universidad UNAB, denominado en inglés Smart Regions Center.  

¿Pero por qué precisamente escogió unos caracoles? “Desde niña tengo un recuerdo de la primera vez que fuimos al mar y mi hermana mayor o mi mamá me dijeron que me pusiera un caracol en la oreja para que oyera cómo atrapa las olas del mar”, rememoró Lorena.

Sus caracoles tienen unas barras de vidrio que se activan al humedecer las manos y frotarlas, haciendo las veces de osciladores a través de las cuales se les transmite energía.

“El caracol, símbolo de origen, de espiral infinito y de resonancia vital, se fragmenta y se multiplica en diferentes escalas, evocando la geometría sagrada y misteriosa de los fractales. Cada corte y cada variación abren un umbral hacia universos acústicos singulares, invitando al espectador no solo a contemplar, sino a intervenir con sus manos y oídos la memoria sonora contenida en el cuerpo del caracol”, complementó la profesora Arias.

Lorena busca que los visitantes se conecten con el universo y por esa razón habla de espiritualidad. “En este espacio, el sonido etéreo y espiritual se manifiesta en un medio material, se ondula y envuelve. La obra se transforma en un ritual sensible donde la tecnología engrandece y evoca las emociones y la precisión de las formas hereda la métrica y el ritmo de la poesía”, añadió su docente.

“Fractales Melódicos” –subrayó Claudia A. Arias– es una experiencia vibrante que nos pone de presente que el agua, el viento, el tiempo y el cuerpo concurren en una misma frecuencia y que en las manos de Lorena Chajín ese ritmo no pasa desapercibido, sino que conecta vidas.

La noche de la apertura, Lorena efectuó en compañía de cuatro integrantes de la Coral Gustavo Gómez Ardila un acto de interacción de sonidos. Ella dice que su trabajo está orientado a todo tipo de público y que sus tres esculturas sonoras tienen suficiente para explorar.

No sobra advertir que fractal es un término acuñado en 1975 por el matemático polaco-francés-estadounidense Benoit Mandelbrot (1924–2010) y se refiere a aquel objeto geométrico en el que una misma estructura, fragmentada o aparentemente irregular, se repite a diferentes escalas y tamaños como sucede con los helechos y el brócoli. Según la Real Academia Española (RAE), un fractal posee la propiedad de tener el mismo aspecto y estructura, mostrando una repetición de la misma estructura a distintos tamaños, ya sea en figuras planas o espaciales.

La entrada a esta exposición es libre en los horarios de oficina del Campus Rafael Ardila Duarte, de acuerdo con la política de la Dirección Cultural de la Universidad UNAB que busca hacer de La Casona un punto de referencia para quienes se interesan en este tipo de actividades.