La migración hace parte de la historia y de la configuración de la humanidad y de sus territorios, migrar hace parte de nuestra genética y de nuestra identidad. Migrar es un anhelo profundo para quienes con valentía aspiran a mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, debemos preguntarnos, ¿por qué estigmatizamos al migrante?
Antes de reflexionar al respecto, es importante conocer cuál es el panorama actual de la migración en Colombia y en Santander, pues son cada vez más visibles los cambios sociales producto de la llegada de extranjeros, pero también de la masiva salida de colombianos. De acuerdo con las cifras del Ministerio de Relaciones Exteriores, actualmente se encuentran 2.293.006 migrantes venezolanos en el territorio colombiano, de los cuales más del 80 % está bajo algún proceso de regularización y más del 49 % es población joven, con edades entre 18 y 39 años.
Santander es el octavo departamento del país con mayor número de migrantes provenientes de Venezuela, con un total de 116.630 personas registradas, lo que equivale, aproximadamente, al 6 % de la población total del departamento. Por su parte en Bucaramanga, se concentran alrededor de 60.029 migrantes, equivalente al 11 % de la población total del municipio.
Las cifras de emigración, es decir, de colombianos y colombianas que han salido del país en los últimos años también son críticas. Según el Ministerio de Relaciones Exteriores, 985.529 nacionales han salido del país, sin retorno, entre 2022 y abril de 2024, sin contar los datos de quienes han salido del territorio de manera irregular. Es decir, en menos de 3 años, la cantidad de colombianos que ha salido del país representa casi la mitad de la población venezolana que ha ingresado. Las estadísticas demuestran que las mujeres son quienes más están saliendo del país y el mayor porcentaje es población joven entre 18 y 39 años.
Tanto la migración de población proveniente de Venezuela, como la emigración de colombianos y colombianas al exterior representa una transformación en las dinámicas sociales, políticas y económicas del país, he implica reconocer estas nuevas realidades a partir de la inclusión como pilar fundamental de una nueva visión del desarrollo.
Esta reconfiguración del país es un llamado a la tolerancia con el migrante, al reconocimiento de la diversidad y a la solidaridad como bases de un territorio globalizado. Es crucial comprender que la migración es un proceso bidireccional, en el que tanto los que llegan como los que parten, contribuyen una oportunidad para el crecimiento y desarrollo de los territorios de acogida. Superar los prejuicios y estereotipos que alimentan la xenofobia y la discriminación es clave para garantizar el bienestar de aquellos que eligen emprender el complejo camino de la migración.
Fuente: Columna de Johana Marcela Reyes Jaimes , investigadora del Instituto de Estudios Políticos, de la Universidad UNAB
Este contenido hace parte de la colaboración entre el proyecto Juntos Somos Más de Vanguardia y Usaid Colombia, con el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad UNAB.
