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“Yo quería ser astronauta, ese era mi sueño”

Jul 10, 2023 | Facultad de Ciencias de la Salud, Gestión Humana, Salud y tecnología

Conversar con Claudia Milena Hormiga Sánchez es apreciar un torbellino de emociones que empieza con una alegría contagiosa y se detiene, en varias oportunidades de la charla, en lágrimas al borde de sus ojos intensamente claros. Esta investigadora, fisioterapeuta de profesión, es actualmente la coordinadora de la Maestría en Salud Pública de la Facultad de Ciencias de la Salud que ofrece, desde el segundo semestre de 2020, la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB).

“Yo quería mi escenario clínico, lo primero que hice fue una maestría en Epidemiología, que es más para escenarios de salud pública, y la vida me fue trayendo más hacia este lugar”, explica, y agrega que su punto de quiebre inició cuando empezó a trabajar en el Observatorio de Salud Pública de Santander. “Entonces yo entré ahí, sin haberme graduado de la maestría y mi escenario clínico desapareció, porque era una maestría que parecía un doctorado, era una cosa terrible, clases desde las seis de la mañana, una locura, yo ahí abandoné muchas cosas de mi ejercicio y luego ya no volví a tener pacientes”, recuerda esta doctora en Salud Pública de la Universidad Nacional.

Claudia tiene una hermana menor diez años que ella, sus raíces provienen desde el vecino departamento de Norte de Santander, sus padres dedicados a trabajar la tierra, está casada con un ingeniero civil que labora en la Fundación Oftalmológica de Santander – Clínica Carlos Ardila Lülle (FOSCAL), tienen dos hijos Sofía y Tomás, que están en la etapa de la adolescencia, y se considera una persona a la cual la curiosidad por las cosas del mundo en que se rodeó la atrajeron desde muy ‘chiquita’, como ella misma se define.

“Varias veces me lo he preguntado, yo sí recuerdo que por ahí de diez años quería ser astronauta, a mí eso me parecía fantástico, en ese momento había dos canales de televisión, a mí me parecía lo máximo la NASA, yo tenía ese sueño”, hace memoria esta orgullosa ‘pilarica’ (graduada del Colegio El Pilar) a quien le apasiona el conocimiento.

“Todo lo que tiene que ver con salud y las ciencias humanas, hay tanta profundidad y belleza, a mí es que ese asunto del conocimiento sí, desde muy niña, me cautivó”, afirma con emoción.

La experiencia de hacer un doctorado resultó determinante para forjar la personalidad de esta mujer, que dispara palabras en la medida en que se entusiasma con el relato de su propia vida, pero que baja las revoluciones cuando recuerda la dureza de haber hecho un doctorado con una hija pequeña a bordo. “Me tuve que desvincular de todo, el doctorado me exigía estar trabajando solo en ello, sí, porque yo tenía sostenimiento, el primer año fue una locura, yo vivía en un solo sitio, que era Bucaramanga, y me separaban 50 minutos de Bogotá. Empiezas a manejar el tiempo y el espacio de manera diferente”.

Y aquí pide perdón, porque la emoción intenta ganarle, “uno se acomoda a todo, hasta mi hija, que me ayudaba a empacar. A mí me tocó un doctorado más bien desescolarizado, porque yo no estaba en capacidad, mi esposo no iba a poder renunciar, la niña en medio, entonces yo me voy a ir a Bogotá sola, o sea, era imposible, entonces fue una opción muy buena para mí porque me permitía eso, estar dos o tres días en Bogotá, cuadraba todo, hasta el grupo de investigación al que yo iba, me perdí de cosas valiosas porque además la Nacional tiene cosas muy buenas, sí, pero bueno, era también la manera de hacerlo”, dice esta académica cuyo trabajo fue reconocido en la pasada edición de Ideas to Reality (I2R).

Claudia hizo su pregrado en la Universidad Industrial de Santander. “Yo soy de escuela pública, de colegio público, de universidad pública, toda mi formación, hasta el doctorado, porque soy de la Nacional”, reconoce con orgullo. Asimismo se siente una mujer privilegiada. Apenas en sus inicios como profesional, en la misma universidad en la que cursó sus estudios, le ‘picó’ el ‘bicho’ de la docencia. 

“Tengo un trabajo que amo, la docencia. Desde ‘chiquitica’ me parecía fascinante, me encantaba, hay otra cosa, le tengo mucha gratitud profunda a algunos docentes, me ha parecido siempre que es un rol maravilloso, el docente se vuelve investigador, pues todo se vuelve una sola cosa. A mí eso me parece un privilegio”.

De causa feminista, sin ser activista, entiende su papel como esposa, hermana, madre, hija y profesora. Distribuye su tiempo para cumplir con cada uno de los roles, es creyente en la fe católica, sin exagerar, a pesar de vivir en el mundo de las evidencias, es decir, de la ciencia, y de estar rodeada esencialmente en su formación por tutores ateos. Dedica espacio para su núcleo familiar los fines de semana, lee y va al cine, como cualquier ser humano.

Le hacemos una pregunta final, de qué se arrepiente, y responde categóricamente: “No, pues es que yo no estoy en un punto final. Esto sigue”. Y suelta una sonora carcajada.

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