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Apunte íntimo sobre la escultura de la santandereanidad

Jun 1, 2006 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

Texto y fotos por Camilo Jaimes Ocaziónez
Cjaimes2@unab.edu.co

El Monumento está resguardado por las paredes blanquísimas de una bodega que parece abandonada. Al otro lado de la puerta inmensa el ruido es idéntico al de un taller de latonería.

La bodega está dividida en dos salones gigantes. La secretaria de Vallejo, Johanna Torres, es una mujer menuda que habla rápido: ?Nadie se imagina la cantidad de llamadas que le entran a este taller?, comenta y agrega: ?¿Ve esa puerta? Ahí está el taller en el que el maestro hace todo. A un lado se diseña y al otro se construye?.

En el taller de producción de las esculturas hay una mula del tamaño de un camión mediano amarrada entre varios andamios. La figura sorprende y al mismo tiempo asusta debido a su gesto dramático de lucha: muestra las muelas.

Las 35 esculturas de la santandereanidad están regadas a lo largo y ancho de la superficie derecha de la bodega en un espacio similar al de tres canchas de microfútbol juntas. Inventario de la obra: 9 esculturas de mujeres, 17 figuras de hombres, 2 bueyes, una mula, un caballo, una cabra, un cabro, una perra, un perro y un cabrito. Algunas todavía no tienen terminada la cara.

Vallejo vive y diseña en la otra mitad de la bodega, la izquierda. El sitio tiene las características de un loft, una vivienda espaciosa sin muros.

Aparición y monólogo

El escultor decide asomarse. Es manizaleño y el acento paisa es evidente: ?Aquí lo interesante son las esculturas, es mi trabajo, no soy yo?. Tiene los ojos grandes y camina atento de sus esculturas que parecen más los juguetes de un niño de 52 años que el futuro Monumento a la Santandereanidad de todo un departamento.

Vallejo llegó a Bucaramanga hace 20 meses y empezó a realizar la obra ayudado por 30 hombres.

El escultor toma aire:

?El fin único y exclusivo es despertar la conciencia histórica. Un artista debe utilizar sus posibilidades estéticas para transmitir y mostrarle a la gente lo que le pertenece, su tierra, sus principios. Los colombianos, tenemos una crisis de valores, una crisis de historia y un desarraigo por lo nuestro que es muy grande.

Vine a Bucaramanga y salvo por unos pocos amigos muy queridos, encontré una resistencia muy grande por parte de la ciudadanía. ¿Por qué un artista de Manizales tiene que hacer la obra?, se preguntaban. Yo les dije que no venía a hacer la obra como manizaleño sino como colombiano.

Ahora estamos terminando el monumento. Y sí, estamos ocupados porque tenemos que entregar la obra. Sin embargo, las puertas de mi taller han estado abiertas desde que empezamos".

?¡Nos falta entender la historia!?

Germán Arciniegas, historiador, intelectual y autor de más de 50 libros, muerto en 1999, llamó hace 18 años a Vallejo y le propuso que hicieran un monumento para Colombia que expresara la historia del país.

?Mi obra está ceñida a unos acontecimientos que marcaron la historia de Colombia. Tabaco, Iglesia, Revolución Comunera, reacción frente a las injusticias. Esto viene de muy atrás, no sólo en mí, sino en la realidad de la patria?, aclara el escultor.

?Imagínese que un día al rey de España subió los impuestos acá porque le dio que quería ir a la guerra contra Inglaterra y que eso valía mucho billete. Imagínese que una mujer santandereana es capaz de representar a toda su comunidad, que ya está ahogada, y se va furiosa y no se aguanta y arranca los edictos en el mercado. ¡Eso es lo que nos falta entender a los colombianos, la historia!?, comenta.

Luego reflexiona en voz alta: ?Claro, yo no puedo hacer toda esa cantidad de personas y animales, a mí me tocó limitarme a hacer 35 figuras para tratar de mostrar la protesta. En Colombia no deja de pasar lo que ya desde antes pasaba: a muchos de los marchantes los martirizaron, descuartizaron, asesinaron. Por eso los puse yendo hacia la puerta de la gloria?.

Mano de obra

El monumento está hecho en un 95% por manos santandereanas. ?De Santander tenemos un escultor que hace maravillas. Es bellísimo, un artista, un campesino que se bajó de la montaña?, dice Vallejo con orgullo.

Vallejo dice que el monumento no es sólo para Santander: ?El monumento es sobre todo un repaso por la historia de Colombia y es para todos los colombianos?.

?Imagínese a Manuela Beltrán, gigantesca, rompiendo los edictos del virrey ?, dice uno de los colaboradores de Vallejo quien además expresa gran satisfacción: ?Dicen que la escultura de nosotros va a superar en tamaño a las de Rodrigo Arenas Betancourt?.

?El maestro hizo las esculturas, formas, todo. Nosotros con los modelos del maestro y en varios equipos hicimos cada parte, brazos, cabezas, los moldes para cada parte, la soldadura, la pulefacción, el terminado y el proceso de envejecido. En esto nos demoramos más de 20 meses?, concluye el ayudante.

Premura

Vallejo está de afán. Cruza la puerta porque antes de dos meses la escultura tiene que estar puesta en el lomo del cañón del Chicamocha, frente a la Mesa de los Santos.

En el loft del escultor hay cine, arte, esculturas en todos los materiales, plastilina, metal, madera, icopor, yeso, fibra de vidrio, fique, libros grandes y pequeños y un teléfono que nunca contesta.

?A mí me encanta vivir así, con mi obra, y así trato de vivir en cada uno de los sitios en los que tengo proyectos?, afirma y desaparece.

La secretaria insiste por el teléfono en que el maestro no puede atender a nadie: ?Lo que pasa es que está concentrado terminando el monumento. Si quiere vengan y toman todas las fotos que quieran. Pero yo creo que antes de dos semanas él no los va poder atender?.

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