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Bolívar atrapado por la nostalgia

Jun 7, 2010 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

Texto y fotos Pastor Virviescas Gómez
pavirgom@unab.edu.co

?El abuelo de mi abuelo, Pastor Ospina Rodríguez, estuvo presente el 25 de septiembre de 1828 e intentó asesinar a Simón Bolívar junto a varios conspiradores, entre ellos su hermano Mariano Ospina Rodríguez que fue el primer presidente Ospina de este país y fundador del Partido Conservador?.

Esta espontánea confesión sale de los labios de Sebastián Ospina, el actor que hoy encarna al Libertador en la obra ?Los pasos de la nostalgia?, que se presentó el pasado 16 de mayo en la UNAB y que lo ha llevado por capitales y los lugares más recónditos.

Sitios como San Sebastián de Tenerife (departamento de Magdalena) -lugar en el que está sepultada la francesa Anne Lenoit, amante de Bolívar-, donde delante de 300 personas apretujadas en la iglesia colonial, pudieron apreciar esta faceta de Bolívar inspirada en la obra del payanés Víctor Paz Otero.

Allí, sin los potentes chorros de luz y alumbrado por un camino de velas, Ospina vivió uno de los momentos más sublimes de su existencia.

15 lo entrevistó después de presenciar una fascinante interpretación en la que Bolívar se mete en el cuerpo y en el alma del actor que con su casaca de héroe emprende su viaje al destierro aguas abajo del Río de la Magdalena hasta encontrarse con la parca en la Quinta de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830.

Un bolívar íntimo, incomprendido, apaleado, perseguido, enamorado, débil, moribundo y sin amigos, abatido por mil y una tribulaciones, que encuentra en su adoración a Manuelita Sáenz el consuelo a tantas nostalgias y desencantos mientras sus sueños y su salud se desploman hasta quedar convertido en un esqueleto hecho hombre que yace en una hamaca tricolor mientras la mar y el viento arrastran hasta el puerto de Paita (Perú) la voz y la imagen de quien fuera su amada durante ocho breves años.

Es el Sebastián Ospina cofundador del Teatro Libre de Bogotá, el actor que se robó los aplausos con actuaciones impecables en producciones cinematográficas y televisivas como ?Tiempo de morir?, ?Azúcar?, ?Sombra de tu sombra?, ?Caín? y ?Pero sigo siendo el rey?. El mismo que cuando hace unos días estuvo de paso por las provincias Comunera y Guanentina fue recordado y aclamado por su representación de José Antonio Galán en esa serie de los años 80 que congregó en torno al televisor a miles de familias y que lo catapultó como el actor nacional mejor pagado.


¿Está pagando las culpas de sus antepasados godos por aquella nefanda noche en la que la valerosa actitud de Manuelita salvó a Bolívar y la convirtió en la ?Libertadora del Libertador?, como él mismo la llamó?

Sí, tengo una deuda moral. Soy una especie de Cándido Eréndiro a quien no le van a alcanzar sus días para expiar la culpa de haber incendiado por haberse quedado dormido la casa de la abuela desalmada.


¿El Libertador ?le tira las patas??

El Libertador me trasnocha (sonríe).  


¿José Antonio Galán?, ¿Simón Bolívar? ¿O Sebastián Ospina?

Siempre Sebastián Ospina, porque no me puedo liberar de mi carne, de mis huesos y de mi atadura biológica.


¿Qué hace para que esos personajes que usted ha encarnado no se le aparezcan a la vuelta de la esquina o ronden sus sueños?

Bolívar cada vez se parece más a Sebastián y Sebastián cada vez se parece menos a Bolívar por la sencilla razón de que los actores somos unos artistas cuyo material para hacer su arte son ellos mismos. Es el único arte donde la materia prima y el artista se funden en un solo. El piano y el pianista son una sola cosa. El pintor y el lienzo son una misma cosa. Entonces es inevitable no trabajar con base en el tejido emocional, en la experiencia de vida y la consciencia de uno de su momento histórico, de su espacio y su tiempo, y con eso es que uno construye estéticamente un personaje con material propio de la intimidad de uno como ser humano.


¿Hugo Chávez es la reencarnación de Bolívar?

No, Bolívar es un símbolo; Bolívar no existe. Cada cual nos lo inventamos a conveniencia, y entonces Bolívar lo adopta la izquierda, lo adopta la derecha, lo adopta un dictador como Chávez y cada quien hace uso de él, hasta Sebastián Ospina adoptó a un Bolívar que pretendo bajarlo de la estatua y volverlo un ser de carne y hueso. A tratar de imaginarme cómo sería ese ser humano de Bolívar y no el símbolo.


¿Cómo encaja ese Bolívar en esta América Latina desintegrada e igual o más miserable que en los tiempos del Libertador?

Bolívar todavía es vigente porque representa la utopía, y la utopía es una realidad histórica de la humanidad que siempre necesita de ella para avanzar en su desarrollo. La humanidad siempre necesita apuntarle a algo que no existe ni puede existir pero que el hombre sí puede imaginar que pudiera existir.


¿Ese Bolívar de carne y hueso, vapuleado, abatido y frágil es bien visto por los expertos que le han atribuido dones divinos o usted lo está desmitificando?

Mi Bolívar es para todos los públicos: es para Chávez, es para (Álvaro) Uribe, es para los paramilitares, es para los historiadores, es para los estudiantes, es para los poetas, es para los pobres, para los ricos? En eso no tengo distingos porque un artista no se puede matricular con la política, porque esta tiene intereses coyunturales y el arte tiene intereses que trascienden lo coyuntural. El arte está comprometido con la condición del hombre, con su paso tortuoso sobre la tierra. El arte existe porque la vida es imperfecta; si fuera perfecta el arte sencillamente no existiría, no tendría razón de ser.


¿Cuál es la reseña de su obra para quienes pudieran interesarse en ella?

Mi obra es sobre la paradoja del ser humano que tiene la capacidad de concebir mundos que la realidad no proporciona. En el fondo todos somos unos quijotes y todos entendemos que la imaginación es más poderosa que la realidad.


¿Conocen los colombianos a Simón Bolívar?

Muy poco y cada vez menos. Uno de mis intereses al llevar la obra a los estamentos universitarios y estudiantiles es despertar el interés por nuestra historia patria. Para todo ciudadano es importante conocer el pasado de su país, para poder entender algo de su presente y poder proyectar el futuro de esa sociedad.


¿De niño usted se emocionaba al ver esas placas que hay en todos los pueblos anunciando el paso de Bolívar en tal o cual fecha?

Claro que me llamaba la atención, y lo que quiero es que la gente averigüe quién era ese señor, por qué le ponen tanto letrero por todos lados, qué pasó con él, qué fue de su vida, cómo amo, cómo padeció el rechazo, la calumnia, cómo vivió su gloria y el reverso de su fortuna.


Del ?Tiempo de morir? al actual, ¿está en ?tiempo de vivir??

Estoy en tiempo de vivir. Estoy haciendo lo que más me gusta. Me fascina el teatro por su trashumancia, su contacto con públicos nuevos, con tierras nuevas. Yo sigo las indicaciones de los poetas vivos y recorro caminos donde se levanta el polvo de amores utópicos e inmortales como los del Libertador por Manuelita Sáenz.


¿Qué hace que ese hombre maduro de sombrero y gafas oscuras como las que usaba John Lennon, se levante optimista cada día y no decida acabar de una vez por todas con su existencia en medio de este caos que tiende a empeorar?

Sebastián Ospina se levanta feliz si ese día le toca presentar ?Los pasos de la nostalgia?; no necesito más.


¿Qué es lo que más añora de una puesta en escena?

El momento vivo, el ritual. El teatro es un templo donde el ejecutante y el público que recibe el espectáculo comparten la emoción de comprender algo acerca de la vida. Eso no lo dije yo; lo dijo Sócrates en ?La poética?.


¿Qué queda de ese muchacho rebelde de pelo largo y pantalones bota campana que recorrió el mundo pidiendo que lo llevara un desconocido?

Sigo recorriéndolo con los pasos de la nostalgia. Pretendo llevar esta obra a todos los rincones de Colombia. Ya estuve en Miami, voy para Nueva York y aspiro llevarla a España y Francia. En fin, hay muchos espacios donde quiero guindar la hamaca del Libertador. Ya lo hice en Aracataca (Magdalena) en el patio de los Buendía y ya estuve en La Guajira? lo que hay es caminos por recorrer.


¿Por fuera de Colombia comprenderán el mensaje de la obra?

Muchísimo porque el Bolívar de Víctor Paz Otero, el autor de este texto que yo adapte al teatro, me llamó hoy por teléfono para informarme que acababa de ganarse el Latino Book Award en Nueva York con su última novela histórica que se llama ?Las penumbras del general?, una obra sobre (Francisco de Paula) Santander, y segundo premio como mejor biografía. Esta es la segunda vez que él se gana ese premio, porque el año pasado se lo había ganado con la obra que yo adapte, ?Bolívar, delirio y epopeya?, del cual el último capítulo se llama ?La agonía erótica?. ?Los pasos de la nostalgia? es una adaptación al teatro de este capítulo.


Escogió el teatro para hacerse millonario, para entretenerse, para relacionarse, para llevar un mensaje, para prestar un servicio? ¿para qué?

Tengo más riqueza que Bill Gates. El teatro produce una riqueza que no es como el oro, que por su peso se queda bajo la tierra y no alcanza las estrellas. (Amedeo) Modigliani, ese famoso pintor de principios del siglo XX murió en la miseria y él decía: ?yo lloro con las lágrimas de aquellos que no fueron capaces de alcanzar las estrellas?. Y murió prácticamente en la indigencia. Su viuda, desesperada, se arrojó de la terraza de su apartamento en París con siete meses de embarazo. A los pocos meses no había oro en el mundo para comprar un cuadro de Modigliani. Hoy en día su precio es simbólico y le pueden poner 15 ó 20 millones de euros, casi como pasa como pasa con los futbolistas Lionel Messi o Cristiano Ronaldo.


¿Qué llevará a que Sebastián Ospina ponga punto final a su carrera?

Afortunadamente tengo mucha energía y este trasegar por mi tierra colombiana que quiero tanto me alimenta. Yo soy como un vampiro que me alimento de los espíritus de todos mis públicos, me contagio de sus mundos y mi obra crece en ese contacto. Cada público nuevo es un río espiritual que conduce al océano, y en él están contenidos los espíritus de todos los hombres y de todos los tiempos.

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