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De la academia al desarrollo social: El caso de la economía y la evaluación de impacto

Dic 21, 2022 | Graduados

Cristhian Gustavo Contreras Cala, graduado UNAB.

Una de las preguntas que gira en la mente de muchos estudiantes mientras realizan su pregrado es ¿lo que estoy aprendiendo en mi carrera realmente podrá ser usada por fuera de la universidad? Es claro que una de las opciones más directas para conseguir un trabajo a partir de un título universitario es a través de la academia, sin embargo, no todas las personas quisieran quedarse en un mismo ambiente; muchos quieren ir al “mundo exterior” para poder usar conocimientos sobre temáticas que hacen parte de nuestra realidad cotidiana, de nuestro entorno y de la sociedad. Por supuesto, muchos universitarios escuchan que ese tipo de oportunidades son imposibles de conseguir, especialmente en un país como Colombia en el cual hay una sensación de inequidad e injusticia generalizada.  

En este documento se quiere presentar un pequeño argumento, un caso de estudio por llamarlo de alguna forma, en donde se muestra que sí existen las posibilidades de desempeñarse en cargos idóneos, hechos para el perfil esperado de cada carrera.

La economía quizá pueda ser un caso particular del mundo de las carreras universitarias, la vaguedad que existe frente a la definición de ese objeto de estudio le permite “entrometerse” en cualquier aspecto de la vida. Por ejemplo, una de las definiciones más comunes es “la ciencia social que estudia las relaciones de intercambio entre dos individuos”. Eso le permite un marco de acción en cuantas posibilidades el lector pueda definir la palabra “intercambio” (¡no solo el dinero entra aquí!) e “individuos” (que no necesariamente son personas). Sucede algo similar con otra definición, “es la ciencia que estudia la administración de los recursos escasos”. Nuevamente, esta frase puede tomar tantos matices como los puntos de vista tenga un individuo. Para dar respuesta a las preguntas de la economía, y para no entrar en detalles, esta área de estudio de forma simplista usa modelos matemáticos, métodos observacionales y teóricos, para identificar y darle una explicación a la pregunta que se quiera responder.

El uso de cualquiera de los tres métodos para entender el comportamiento de un país, por ejemplo, cuando se enfrenta al dilema de cómo bajar el desempleo o cómo un persona distribuye un salario mínimo entre los distintos productos y servicios que se le ofrece, supone el uso de modelos sociales, económicos o comportamentales que requieren de muchas probabilidades (alguna rama de la economía asume que las personas toman decisiones racionales y bien informadas, o que existen funciones matemáticas que explican el comportamiento de un agente económico) que hacen de alguna forma, abstractas algunas de las materias que se ven en esta carrera, sin una clara conexión con la realidad. Más aún, existe la duda de realmente qué tanto existen trabajos que le den importancia a la resolución de problemas de la “forma económica” que no sean el banco de la república o el DANE.    

Puedo decir que hay un mundo de posibilidades para usar el conocimiento de cada una de las materias que se ven en la carrera, desde la teoría de juegos hasta la historia del pensamiento económico. Aunque desde mi experiencia particular, puedo dar argumentos principalmente para la econometría y la evaluación de impacto. En mi cargo como analista de una empresa de consultoría económica, es increíblemente notable que todo tipo de instituciones utilizan nuestros servicios para tomar decisiones frente a sus acciones. Empresas de bebidas, de energía, ONG dedicadas a combatir el hambre y la pobreza, múltiples departamentos del Gobierno (ministerios, agencias de desarrollo, de infraestructura y de vigilancia de los recursos del Estado) están utilizando métodos cuantitativos y cualitativos para evaluar programas que tienen un impacto directo sobre la población colombiana (normalmente, sobre los individuos más vulnerables). Es sorprendente cómo la utilización de metodologías econométricas y modelos puramente estructurales (basados en la teoría, casi un ejercicio filosófico mezclado con observación) son la prueba o una guía para todas estas instituciones a la hora de usar miles de millones de sus recursos para tomar un camino determinado. Aún más sorprendente, es la capacidad que tienen estos modelos para al menos, dar hallazgos suficientes para que se vean resultados reales y tangibles que, en muchos casos, benefician a la sociedad. Inclusive con todas sus limitaciones y su inexactitud respecto a lo que es la realidad, cada vez más se están usando estas metodologías para la toma de decisiones.

Lo más novedoso en este sentido es cómo las empresas se basan cada vez más en este tipo de estrategias para tomar sus decisiones, están viendo a la evaluación de impacto como una herramienta de identificación, validación y retroalimentación de sus políticas para implementarlas, ajustarlas y/o escalarlas en pro de sus intereses y/o de la sociedad. Es sorprendente la acogida que están teniendo los modelos de diferencias (en términos sencillos, es comparar a individuos muy similares en el tiempo para alguna variable de interés) o como modelos de elección por probabilidades (que predice la probabilidad de que un individuo escoja una decisión por sobre otras, dependiendo de una serie de características) se están volviendo parte de la cotidianidad de las empresas. Ese crecimiento, sin duda alguna es la prueba de la efectividad de la economía en estos espacios que para algunos pueda resultar, inesperados.   

En suma, si bien no se puede afirmar que conseguir un trabajo que utilice lo que se vio en la carrera es una certeza, es claro que sí hay las oportunidades para lograrlo. Aun si este es un ejemplo muy particular de una sola carrera, no es tan descabellado asumir (como lo haría un economista) que también existen otros casos similares para otros espectros de estudio, aun estando en un país como el nuestro, con sus particularidades que suponen retos y oportunidades para los estudiantes.  

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