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El contador, la mano derecha

Oct 29, 2008 | Institucional

Vivir la UNAB navegó con González Pascual en las aguas de la Contaduría Pública, que en España no recibe tal denominación sino la de Contabilidad, una profesión que aquí o allá ha evolucionado de manera notable porque tradicionalmente se le consideró al contador como una persona dedicada a reflejar las transacciones de una empresa y procesarlas de una determinada manera para llegar a unos estados finales. Sin embargo, advierte González Pascual, hoy existe una visión más amplia, gratificante y útil del contador por cuanto la información que genera también sirve para aplicarla en la gestión de las empresas, comprender su situación real basados en la veracidad, y en caso de dificultades saber qué pasos dar y en qué momento.

Su espejo son las normas internacionales de contabilidad, de obligatorio cumplimiento, las cuales exigen pruebas objetivas que trazan la imagen fiel de las empresas, evitando defraudaciones.

Un reto fundamental de la contaduría a estas alturas del siglo XXI, según González Pascual, consiste en armonizarse a nivel internacional “para que todos llevemos a cabo la profesión contable con los mismos criterios porque se ha puesto de manifiesto en años anteriores que debido a que en cada país existían normas diferentes, llegábamos a estados contables que presentaban imágenes diferentes también, lo cual posteriormente hacía imposible la comparación, generando a su vez una sensación de inseguridad para quienes interpretaban esos resultados incluso de una misma empresa con sedes en diferentes países”.

En España, país que ha tomado la delantera en la aplicación de las normas internacionales, esta profesión está atravesando por un boom de aspirantes a cursar la licenciatura en Administración y Dirección de Empresas o la licenciatura en Económicas, a tal punto que superan el número de plazas disponibles en las universidades y por ello les exigen un nivel mínimo de calificación que permita seleccionar a los mejores.

El profesor González Pascual es un optimista del futuro de la Contaduría y alienta a quienes quieran incursionar en ella, pero no limitándose al instrumento que sirve para la recolección de datos, sino pensando en la utilización de esa información para la gestión de las empresas y saber cómo actuar, “para que cuando vayan bien, marchen mejor, o si van mal para corregir esa situación”.

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