Seleccionar página

El dedo acusador de Bejarano

Sep 13, 2010 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

Bejarano sin embargo no se calla e incluso con nuevo gobierno, sigue siendo uno de los principales críticos de los ocho años de Álvaro Uribe Vélez como presidente de Colombia.
Director del DAS en la administración de Ernesto Samper Pizano -pero sin ‘chuzar’, dice él- y defensor del ex presidente de la Corte Suprema de Justicia, magistrado César Julio Valencia Copete -con quien Uribe Vélez casó una pelea en los estrados judiciales-, Bejarano es un experto en derecho procesal que por donde va descarga sus banderillas, como lo hizo el pasado 3 de agosto en la UNAB, donde acudió invitado por los organizadores de Ulibro a dictar la charla “Justicia y dictadura democrática”.
Él mismo fue quien así la bautizó porque quería reflejar “todo lo que pasó y que esperamos que haya concluido el 7 de agosto de este año”.
“¿Qué pasa cuando la justicia deja de ser independiente y se hace política? ¿Qué ocurre cuando la justicia se pliega a los amos del poder en un país? En la Alemania nazi, cuando la justicia se plegó a los amos del poder millones de seres humanos murieron en una guerra absurda y fueron perseguidos, martirizados y asesinados seis o siete millones de ciudadanos, hombres, mujeres y niños inocentes, centenares de miles de seres humanos fueron condenados por jueces y fiscales que actuaban aparentemente bajo el imperio de la ley. Eso me sirve de punto de partida para señalar que Colombia vivió durante los últimos años una ‘dictadura democrática’ y que la principal doliente fue la justicia”, manifestó Bejarano.
Pero cómo que una ‘dictadura democrática’. Acaso no es una enorme contradicción. Pues Bejarano tiene respuesta: “Esta es una forma sofisticada bajo la cual los dictadores de este nuevo milenio han encontrado la manera perfecta de adueñarse del poder, de manipular las consciencias, pero que se crea que todo se ha hecho al amparo de la democracia”.
Bejarano apuntala su señalamiento diciendo: “Los ejemplos abundan y aquí en Colombia ocurrió lo mismo y solamente ahora estamos empezando a despertar para enterarnos de qué fue lo que realmente aconteció. Y no lo digo solamente por ese empeño que prosperó una vez y que por fortuna en una segunda ocasión no cuajó, de haber logrado modificar la Constitución Política para que una persona se beneficiara de esa reforma  y pudiera perpetuarse en el poder por lo menos por un periodo adicional de aquel para el cual fue elegido”.
Califica como una “vergüenza para la historia de este país y motivo de preocupación judicial” la primera reelección de Uribe Vélez. “Cuando pase esta generación, cuando pase este ruido que ha dejado este huracán de los ocho años que acaban de pasar, seguramente los historiadores deberán recoger esas opiniones que en veces fueron estigmatizadas y que dieron motivo para que el Gobierno en vez de ejercer la tolerancia y el espíritu abierto y libre, respondió a esas opiniones con la más alevosa guerra sucia que se tenga noticia. Ojalá la historia recoja estas voces y entonces cuando eso ocurra podremos decir que este sacrificio no fue en vano”.
En su extensa exposición, Bejarano tuvo tiempo para referirse a episodios como la aplaudida eliminación del Ministerio de Justicia y el nombramiento de Fernando Londoño Hoyos (condenado por el escándalo de las acciones de Invercolsa) como ministro del Interior y de Justicia, “un enemigo declarado de las Cortes”.
También habló del hoy llamado a juicio por el escándalo de la ‘Yidispolítica’, Sabas Pretelt de la Vega, y de Fabio Valencia Cossio, quienes “conformaron la nómina con la que el Gobierno se presentó durante todos estos años para aproximarse a los agentes de la justicia”.
Antes de atender esta entrevista con 15, Bejarano se refirió a “afrentas como el decreto de Conmoción Interior sin controles de la autoridad constitucional” y aseveró que Uribe Vélez miró con desdén a los jueces, imponiéndoles “esperpentos” de proyectos de los que se están viendo las consecuencias, como el llamado de Justicia y Paz -desmovilización de los paramilitares-, que “fue aprobado por un Congreso que estaba entregado al Gobierno y que en el fondo se sabía beneficiario de lo que se estaba aprobando”.
Y sentenció: “Hoy, seis años después el país sabe que el proceso de Justicia y Paz en el que se quiso utilizar a la rama judicial para que le diera la bendición a una operación siniestra que tenía en el fondo el sello de la impunidad, nos sigue diciendo que no hay verdad, que no hay justicia y que no ha habido reparación”.
¿Podrá sobrevivir Colombia sin Álvaro Uribe?
Por supuesto que sí, y se siente ya el ambiente. Sin duda lo que Uribe había hecho era de este país invisible: los contradictores perseguidos y arrinconados; sus amigos ultrajados, y los únicos que estaban bien eran Uribe y su familia, como ocurre siempre en todas las dictaduras.
Un momento, ¿pero entonces cómo explica usted que haya columnistas, dirigentes y empresarios que afirmen que el mejor gobernante de los últimos años ha sido Álvaro Uribe?
Bueno, porque esas son consciencias alquiladas como diría (Fedor) Dostoievski, que se entregaron a la orgía del poder pensando que además Uribe se iba a perpetuar otro cuatrienio, pero eso se les derrumbó y obviamente quedaron sin discurso, quedaron sin futuro y lo peor, es que han quedado sin pasado.
¿Con Juan Manuel Santos cesó la ‘Uribe noche’, como diría Antonio Morales?
Yo diría que hay unas condiciones razonables para que eso pase y como pasa con los CD o con los long play, a uno no le gustan todas las canciones de un CD. En términos generales me gusta lo que ha pasado en estos primeros días y las personas que ha llevado, pero veo con preocupación -por ejemplo- que se haya quedado en el Gobierno el doctor Felipe Muñoz, director del DAS (Departamento Administrativo de Seguridad), que tiene todavía que explicarle a la justicia por qué se han desaparecido ciertas evidencias que lo comprometen a él y a otras personas del Gobierno. Y me preocupa también que hayan nombrado a Rafael Guarín de viceministro de Defensa a una persona que era esquirol de José Obdulio Gaviria, que se prestó para formular una denuncia temeraria a los magistrados de la Corte, que le formuló una denuncia penal a los conjueces del Consejo (Nacional) Electoral que empezaron a tumbar ese esperpento delictual de la segunda reelección. Esas personas me dicen a mí que allí el presidente Santos todavía está en deuda con nosotros. Él tiene que darnos unas señales muy claras en el sentido de que en los organismos de seguridad, así como los aspectos de inteligencia y militares no van a estar allí los ratones tan cerca del queso.
¿Quedó algo del Poder Judicial después de tantos embates en su contra?
Pues quedó una justicia muy maltrecha, quedó una justicia dividida, una justicia politizada y quedó una justicia al borde del colapso porque pasaron ocho años y Álvaro Uribe lo único que hizo frente a la justicia fueron ultrajes, denuncias penales y un hostigamiento y una guerra sucia que en otra democracia habría terminado con su nefasto gobierno.
¿Qué es sentirse ‘chuzado’, espiado a toda hora, hasta en lo más íntimo?
Siento que ultrajaron mi dignidad de persona, de saber que por ejemplo mis hijas, una de ellas universitaria y la otra una adolescente, al Gobierno de Álvaro Uribe le interesaba tener sus teléfonos y seguramente saber lo que yo ni siquiera me preocupo de averiguar cómo es que es su vida con sus novios o con sus amigas, pero eso parece que a su Gobierno le interesaba. Entonces estar ‘chuzado’ es sentir que le han robado la dignidad a una persona.
¿Entonces ve posible que los uribistas algún día despertarán de esa ilusión?
Eso va a ser una situación política muy difícil porque además Uribe está atrincherado persiguiendo al Gobierno y algunas de las personas de las que no gusta. Es clarísimo por ejemplo que están persiguiendo a Germán Vargas Lleras (ministro del Interior) y le quieren obstruir la reforma a la justicia, para lo cual le tienen varios esquiroles. Ahí está Angelino Garzón, que es un sindicalista que ha alcanzado para dos guerras porque se ha volteado varias veces. Van a traer a ese bocón de Pacho (Francisco) Santos para que ejerza actividad política desde RCN, y yo creo que ellos van a seguir ‘dando lora’ un buen tiempo entre otras cosas porque como tienen vocación de sindicados ellos sienten que tienen una deuda con la justicia colombiana y es muy posible, yo diría casi seguro, que se empiecen a destapar unas ‘ollas’ de corrupción muy grandes. Claro, estoy completamente persuadido que esas ‘ollas’ de corrupción no las va a destapar el paisano de ustedes, el doctor Alejandro Ordóñez Maldonado, alias ‘El Absolvedor’ como yo lo he denominado.
¿No cree usted en la transparencia y en los principios católicos del Procurador General?
No, pero por supuesto que no. Lo que yo creo es que él es una persona que concibe el poder bajo la óptica de que es un instrumento que le cayó de la divinidad para que él haga y deshaga de acuerdo con sus intereses y los de los suyos, pero no es el procurador que requiere una sociedad que está siendo asfixiada por la corrupción.
Usted forma parte de esos columnistas incorregibles de El Espectador como Alfredo Molano, Felipe Zuleta Lleras y Héctor Abad Faciolince. ¿Será que un día de estos lo ‘borran’ para sacarlo de circulación?
Pues quiera Dios que no. Yo esperaría que no. Hay personas que reciben con hostilidad la columna. Yo no suelo leer esos apuntes que mandan a las columnas porque es muy fuerte eso. Una de mis hijas los lee y ella se impresiona muchísimo. He tenido que enseñarle que cuando uno está en la vida pública está expuesto a esas cosas; pero también hay gente muy amable y al llegar a Bucaramanga he recibido muchos saludos en Ulibro, de gente que dice que me lee y que siente simpatía. Espero que no vaya a haber un insensato que sea capaz de concebir que silenciándome a mí va acallar una forma de pensar, porque seguramente si me acallan a mí vendrán otras voces más pugnases y más incisivas que la mía.
¿Aspira a encontrarse en el infierno con quiénes?
No, yo ni en el infierno ni el cielo. En eso soy aristotélico y muerto uno se acabó esta historia y uno ni va al cielo ni al infierno. El infierno sí está para ciertos rezanderos como el procurador Alejandro Ordóñez.
¿A Álvaro Uribe Vélez lo esperan los altares de la Patria o una prisión en el exterior?
Lo importante sería que nuestra justicia operara, de manera que yo a él no le deseo el mal que nos hizo a nosotros. Queremos que si él va a hacer oposición la haga gozando de plenas libertades y que no lo ‘chucen’, que no lo espíen, que lo dejen vivir en paz, pero sobre todo que si tiene una deuda con la justicia y con la sociedad colombiana, que la purgue aquí o donde sea.
Ir al contenido