El destino les sonrió a Daniel y Liliana

Feb 16, 2009 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

Por Pastor Virviescas G?mez
pavirgom@unab.edu.co

Todo empez? cuando Daniel Delpont y su amigo Pierre Marie Courtial tomaron en sus manos un mapamundi y se pusieron de acuerdo en que su pr?ximo destino para recorrer en bicicleta ser?a Suram?rica, empezando por Venezuela y concluyendo en Ushuaia, el lugar m?s remoto de La Patagonia (Argentina).

Estaban antojados por tratar a las gentes de estos parajes y atravesar la cordillera de los Andes. Su paseo por Bolivia y Chile, incluido el desierto de Atacama -el lugar m?s seco del planeta-, as? como la lectura de un libro de aventuras de Tint?n en el imperio inca, los hab?an dejado ?picados? desde 1990.

Una nueva expedici?n hasta ?el fin del mundo? para la que Daniel y Pierre Marie -sin saber decir ni papa en espa?ol- juntaron sus ahorros y alistaron sus ?caballitos? de acero marca Giant, carpa, bolsa de dormir, olleta, cantimploras, herramientas y ropa para devorar con 35 kilos adicionales cada uno durante un a?o 17.100 kil?metros de recorrido.

Pero no hab?an aterrizado en el aeropuerto de Maiquet?a el 15 de enero de 1993, cuando ya sufrir?an el primer rev?s: dos atracadores los despojaron de sus c?maras y dinero en la escalada hacia los tugurios de Caracas. Sin embargo, este incidente no los hizo desfallecer y continuaron su ruta hacia la frontera con Colombia durante tres semanas. All? les dijeron que estaban locos si pretend?an adentrarse en Colombia y que era mejor tomar un avi?n hasta Ecuador, pero ?para nosotros no pasar por este pa?s no ten?a sentido?, dice Daniel.

En M?rida recibieron una advertencia concreta: por ning?n motivo el c?nsul les recomendaba enfilarse hacia la Sierra Nevada del Cocuy, en esa ?poca bajo el control de la guerrilla. A cambio, les sugiri? la ruta Pamplona-Bucaramanga-Bogot?. Tambi?n les pidi? que por ninguna raz?n se desplazaran de noche.

Resignados, Daniel y Pierre Marie llegaron hasta la ciudad universitaria donde notaron que la extensi?n y topograf?a del tramo hasta la capital santandereana implicaban un esfuerzo sobrenatural que atentar?a contra sus fuerzas apenas empezando la expedici?n. La distancia superaba los 60 kil?metros por d?a que se hab?an fijado como promedio, pensando tambi?n en disfrutar los paisajes y tomar todas las diapositivas que se les ocurrieran.

Optaron entonces por buscar en el mapa un punto intermedio y all? fue que apareci? el P?ramo de Berl?n, donde en ese momento como ahora no hay hoteles. As? que despu?s de indagar en las tiendas por un lugar para pasar la noche, se toparon con la ?Casa Vieja?, donde las profesoras del colegio hab?an acondicionado un par de habitaciones para los espor?dicos visitantes.

Eran las 4:45 de la tarde cuando Daniel golpe? a la puerta y quien le abri? fue Liliana Rico, la hija de la directora. En su incipiente castellano le preguntaron a esta colegiala que acababa de terminar el bachillerato si podr?an disponer de un cuarto para pasar la noche y guardar sus bicicletas.

En el patio de la casona, acompa?ados por la m?sica del grupo rebelde de Liverpool que de casualidad estaba sonando, Daniel, Pierre Marie y Liliana se sentaron a charlar al calor de una aguadepanela. Hablaron de todo durante cinco horas, desprevenidamente, sin sospechar lo que ocurrir?a un a?o m?s tarde.

A Liliana le qued? sonando la idea del viaje, pero no hab?a m?s remedio que dar por cancelada la velada debido a que unos y otros ten?an que madrugar al d?a siguiente. Daniel le dijo que si quer?a conservar la amistad, ?l le entregar?a la lista de los contactos que en cada pa?s ten?an para que desde Francia les enviaran los giros, rollos y repuestos durante el descenso hasta la Argentina, as? Liliana podr?a escribirles y ellos responderle.

En Ipiales, Daniel le despach? una postal report?ndole que terminaban con ?xito el viaje por este pa?s y que les esperaban las etapas de Ecuador, luego el Per? con Lima, los nevados, Cusco y Machu Pichu, despu?s Bolivia, Chile y Argentina.

En Quito, Daniel revis? la correspondencia y no encontr? ning?n mensaje de Colombia, menos de Liliana, as? que pens? que ese cap?tulo estaba clausurado. No obstante, desde Buenos Aires le mand? otra postal, pero tampoco obtuvo respuesta.

Sin embargo, Daniel y Pierre Marie le hab?an prometido a Liliana y a todas las personas que conocieron en la ruta, que una vez retornaran a Francia sacar?an copias de las fotos y se las har?an llegar -como hace todo turista-, pero ellos s? estaban dispuestos a cumplir.

Una vez en Toulusse (sur de Francia) prepararon 35 paquetes con fotograf?as, una carta de agradecimiento y una postal en Ushuaia, para demostrar a sus amigos que s? hab?an logrado su cometido el 12 de enero de 1994.

Liliana, que en todo ese tiempo no les respondi? porque sin quererlo extravi? el papel de los contactos en los otros pa?ses, finalmente recibi? la remesa en febrero de ese a?o. All? estaba la foto que Pierre Marie les tom? a los dos, sentados en la ?Casa Vieja? de Berl?n: ella con cara de timidez, ?l con semblante de extraterrestre.

?Qu? pena con ustedes. Se me perdi? el papel, pero por fortuna tengo ahora sus direcciones?, dec?a la primera carta de Liliana, con la que iniciaron un intercambio de mensajes m?s frecuente, descubriendo que compart?an muchas ideas y anhelos.

Hasta que en una de esas hojas amarillas de block, Liliana dibuj? una flor y un corazoncito, con lo que Daniel corrobor? que las flechas de Cupido iban en doble v?a. La alegr?a se apoder? de ambos, as? tuvieran que esperar las dos semanas que tardaba el servicio postal entre Am?rica y Europa.

De las 35 cartas, ?nicamente les respondieron un sacerdote en Ecuador, un m?dico en Per? y una antrop?loga en La Patagonia. Y Liliana, lo cual les cambiar?a la vida por completo.

Un d?a de junio de 1994, Daniel se lanz? al ruedo: ?Bucaramanga no queda en las estrellas. As? que si quieres, me subo a un avi?n y al d?a siguiente estar? por all??, le dijo. Anuncio que se hizo realidad el 1 de diciembre de ese a?o, cuando Daniel aterriz? en Palonegro y all? estaban Liliana y su hermana esper?ndolo con ansias locas.

El reencuentro se produjo en el apartamento de Bucarica, donde Daniel pas? una semana con toda la familia, hasta que alist? su mochila y se fue a cumplir el sue?o de ascender hasta el P?lpito del Diablo, en el Cocuy.

El primer beso fue en la noche de Navidad, cuando con la excusa de ir a la tienda, Daniel no soport? m?s, la abraz? y juntaron sus labios como dos adolescentes que prueban las mieles del amor. No le dijo que mirara hacia el infinito, pero s? se qued? observ?ndola fijamente y le estamp? el beso.

A estas alturas Liliana iniciaba sus estudios de Psicolog?a en Bucaramanga, pero sus encuentros con Freud no le sirvieron de mucho para oponerse a la propuesta que le hac?a Daniel: ?Me parece que lo mejor, es que en las pr?ximas vacaciones vengas a conocer mi familia y de paso a Francia?.

En diciembre de 1995, Liliana, con el permiso de la mam?, desempac? maletas en la peque?a localidad de Castres, a 75 kil?metros de Toulusse, en la casa de los padres de Daniel que reaccionaron el uno con dicha y ella con reservas.

Durante un mes y medio, en pleno invierno, la llev? a conocer la ?Ciudad Luz? y el Mediterr?neo, y tuvieron tiempo para esbozar el futuro, con el aliciente de que Liliana podr?a continuar sus estudios en ese pa?s, siempre y cuando mejorara el franc?s que hab?a balbuceado en Bucaramanga.

La suerte estaba echada y en marzo de 1996, Liliana fue al grano: ??Quieres casarte conmigo??. Y Daniel, que estaba ansioso por responder, no dud? un segundo y le dio el s?.

En el verano de ese a?o, el 29 de junio para m?s se?as, Daniel y Liliana cuadraron las vacaciones y subieron al altar de la iglesia de El Esp?ritu Santo (barrio El Jard?n), acompa?ados de su padrino, Pierre Marie, quien despu?s del matrimonio se subi? a la bicicleta que hab?a tra?do para darle una vuelta a Santander durante tres semanas.

Casi 16 a?os despu?s de su primer encuentro, Daniel y Liliana habitan una c?moda casa campestre en? Moulayres. ?l se hace cargo de los 25 parques y campos de deporte (rugby) de la ciudad. Ella no s?lo concluy? con ?xitos sus estudios de pregrado en la Universidad Paul Valery de Montpellier, sino que curs? un doctorado en Psicolog?a Cognitiva, y desde 2007 investiga y ense?a en la Universidad Par?s VIII Saint Denis, a unas cuadras del m?tico estadio de f?tbol. De las dos familias es quien m?s ha escalado en la vida profesional.

Atr?s quedaron los d?as en que Liliana deb?a grabar las clases en franc?s para despu?s llegar a casa y permanecer hasta altas horas de la noche descifrando un idioma extra?o al o?do de alguien criado en un remoto paraje de Am?rica llamado Berl?n.

Pero ahora no est?n solos. Desde el 9 de agosto de 2008 les acompa?a Maya Louna Delpont Rico, una peque?a que debe su nombre a la cultura centroamericana y al astro que orbita la Tierra. La suegra de Liliana pronto cambi? de parecer y hoy no se cambia por nadie.

En el rinc?n del garaje permanece en buen estado la bicicleta con la que Daniel recorri? Suram?rica y, sin estarlo buscando, encontr? a la mujer con la que comparten felices, comiendo perdices y hormigas culonas, tomando champa?a o sabaj?n, pero a?n escuchando Let It Be con la misma magia del instante en que el destino cruz? sus caminos.

?Una historia linda?, resume Daniel; ?de un amor profundo?, complementa Liliana, dando por terminado este viaje por la memoria.

El d?a en que a Maya Louna le de por volver a inflar las llantas de la bicicleta de su padre y les diga que se va a recorrer el mundo, Daniel le dir?: ?Hija, en la vida hay que hacer lo que nos guste y nos dicte el coraz?n. ?Buen viaje!?.

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