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El hashtag como fiesta temática digital

Dic 5, 2019 | La calle del medio

Imagínese que usted llega a un gran edificio, con todas las puertas abiertas y mucha, mucha gente conversando en cada uno de los apartamentos. En la entrada de las puertas se encuentra un cartel anunciando el tema que convoca a quienes están reunidos en cada espacio:  #NoEsHoraDeCallar #Oscars #YoSíComoChorizo #NoALosToros #TotumaPresidente #Fitness. Usted se da un recorrido  rápido y, a menos que esté buscando retar al cerebro con experiencias novedosas, termina entrando en el lugar en el que se sienta más cómodo para conversar. Pero si usted no tuviera ninguna orientación previa sobre el tema que convoca a cada grupo, probablemente sería agotador tener que pescar algún indicio de interés entre tanta gente conversando.

Precisamente eso fue lo que pasó con las redes sociales cuando a alguien se le ocurrió hace más de una década proponer la clasificación de temas con palabras antecedidas por el símbolo # para organizar  las conversaciones en la red social Twitter. Existe suficiente registro y consenso histórico de la primera propuesta realizada públicamente por  Christopher Reaves Messina, un activista y defensor de Internet, cuando sugirió, en el año 2007, usar el símbolo # para identificar palabras que tuvieran cierta identidad temática y, aunque también se ha comentado que a los gerentes de Twitter inicialmente no les pareció gran cosa esta propuesta, por creerla muy  técnica y formal, en menos de un año, ya la gente andaba colgando en esta red social un cartel con el símbolo #, por cada puerta de conversación, con algo que se le ha llamado hashtag o etiqueta. Hoy día millones de hashtags circulan en las redes sociales, lo cual refleja algo de la amplísima  agenda temática que convoca a los seres humanos en sus conversaciones públicas en el entorno digital.

La idea, por supuesto no es nueva: en toda conversación hay que poner un poco de orden. Por decenas de años, las conversaciones públicas, dirigidas por los grandes medios (radio, prensa y televisión), se ofrecieron como cápsulas segmentadas muy bien definidas. Así sabíamos a qué parte del periódico acudir cuando queríamos ubicar temas específicos, o saber a qué hora o en qué programa posiblemente encontraríamos lo que andábamos buscando. De esa misma forma, el hashtag o etiqueta se ha convertido en el orden temático del día a día en las redes sociales.

Hay etiquetas activistas de gran impacto, como por ejemplo #MeToo asociada a la reivindicación de mujeres víctimas del acoso sexual, o aquellas de gran movilización e incidencia en las estructuras de poder, como la etiqueta #Egypt en su momento, o etiquetas efímeras como las asociadas a las fechas #12marzo o a eventos muy específicos como #Ulibro2018, algunas de contextos muy específicos, como #empanadas. En algunos casos, las etiquetas cambian de invitados y el mismo cartel queda colgado, aunque se generen conversaciones distintas con el tiempo. Se trata de grandes y pequeñas conversaciones.

Más allá de lo anecdótico, esta forma de organizar el discurso en las redes permite conocer algunas tendencias de la interacción cotidiana, convirtiéndolas en semáforos de gran peso en la comprensión de la opinión pública. Algunas herramientas registran en tiempo real  y en todo el mundo de qué se está hablando en las redes sociales, como si se tratara de tener una lupa permanente en aquellas habitaciones temáticas que expresan mayor  circulación de contenido en el menor tiempo posible. Como sabemos, los temas son indicadores importantes del estado anímico que se dispara en la opinión pública en momentos determinados.

Para los investigadores sociales, resulta una mina de información tener acceso a los contenidos asociados a estas unidades temáticas, todo un reto para quien quiera involucrarse en el análisis de la opinión púbica digital. Gracias a herramientas con lenguajes específicos de programación (como por ejemplo, Python, es posible descargar un ingente número de mensajes con una estructura preorganizada y obtener información asociada: emisores, reacciones, forma de circulación del mensaje (capacidad de ser redistribuido por muchos), características del contenido (usos de recursos, menciones a otros, formas discursivas).

Preguntas clásicas de la opinión pública pueden aplicarse a la avalancha de discursos encapsulados en etiquetas, todo desde una misma plataforma: ¿quién lidera, qué se dice, cómo se argumenta, qué se piensa sobre un tema, qué responde la gente, cuál es el impacto?

Siguiendo las tendencias emergentes en investigación en este tema, desde el Programa de Comunicación Social coordinamos proyectos conjuntos con el Programa de Informática de la Unab, en una carrera permanente por seguirle el paso a los hashtags, en contextos de alta polarización, como el Acuerdo de Paz, o momentos electorales.

Entre algunas conclusiones gruesas que nos remiten a nuevos retos conceptuales sobre la opinión pública digital, tenemos:

  • Muchos hablan y pocos inciden: la oportunidad tecnológica promueve la participación de muchos usuarios, pero pocos de éstos con alto número de actividad y seguidores, lo cual reproduce el esquema clásico desigual de liderazgo discursivo. En una revisión de las etiquetas #SíALaPaz #ResistenciaCivil y #ProcesoDePaz pudo detectarse que los ciudadanos tienden a ser sólo replicadores de contenido, reforzando cadenas de apoyo y retroalimentación, principalmente en etiquetas temáticas polarizadas. Y en muchos casos, los más nombrados en las conversaciones son líderes naturales del contexto off line.
  • Las fiestas temáticas se comportan de manera distinta: las etiquetas suelen diferenciar sus tendencias discursivas, de acuerdo a su origen. En una revisión realizada de una etiqueta informativa, promovida por Noticias Caracol (#ColombiaDecide) notamos una clara incidencia de los medios tradicionales, como si, pese a las posibilidades del periodismo ciudadano, la gente siguiera confiando en las estructuras de los grandes medios, en tiempos de espera para los resultados electorales.
  • Se habla más del ganador: Twitter podría convertirse en un potencial detector de posibilidades electorales, si tomamos en cuenta unos indicios de proporcionalidad entre los usuarios más comentados y los resultados de votaciones, una tendencia que, de mantenerse, podría resultar tentadora para considerar estos discursos espontáneos en las redes sociales como espacios predictores, más allá de las históricas, pero maltratadas, encuestas de opinión en tiempos de campañas.

Tomando en cuenta el largo recorrido histórico que tuvieron los titulares de los grandes medios para moldear parte de las discusiones públicas, el hashtag aún se encuentra en proceso de definición como núcleo temático discursivo y esto lo hace rico en retos para la formación en el tema de opinión pública. Pero sin mucho pensarlo, ya andamos por ahí recogiendo los códigos nuevos hasta en espacios offline que hacen del símbolo numeral # un testigo de las andanzas digitales contemporáneas: #NosTocóVivirlo.

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