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Las profundas grietas en la cooperación internacional para enfrentar el coronavirus

May 14, 2020 | Derecho, economía y negocios, En la UNAB nos cuidamos

Por Yudy Adriana Gamboa Vesga*

 

Hace pocos meses algunos pensaban que la cooperación que se daría entre países para enfrentar el coronavirus COVID-19 podría contribuir a la paz y estabilidad internacional, al acercar a Estados en disputa como Estados Unidos e Irán o Estados Unidos y Cuba. Pero la realidad es otra, la cooperación internacional se está desmoronando. En lugar de cooperar, las rivalidades geopolíticas se han agudizado y han quedado al descubierto debilidades en espacios de cooperación que, aunque ya existían, no eran tan notorios antes de la actual crisis generada por la expansión del coronavirus. 

Las evidencias de “las grietas” de la cooperación internacional son múltiples. En primer lugar, existe una confrontación entre dos de las grandes potencias económicas, China y Estados Unidos, por la responsabilidad que pueda tener el primero en el origen y propagación del virus y cada país intenta imponer su narrativa sobre el surgimiento y manejo de la crisis. Para Estados Unidos, China contribuyó a la propagación del virus en el mundo entero al ocultar información relevante para la comunidad internacional, mentir sobre el número de muertes ocurridas en ese país a causa del coronavirus y con ello, ocultar su magnitud real, propiciar la difusión del virus en otros países al no cerrar oportunamente sus fronteras, y en general, su lentitud en adoptar medidas contundentes para evitar que el virus llegara a otros lugares. El gobierno americano ha insistido en referirse al coronavirus como ‘el virus chino’, endilgado a ese país su origen y llegando incluso a afirmar que este pudo haber escapado accidentalmente de un laboratorio especializado, ubicado a las afueras de Wuhan. 

Ante esto, China ha optado por mostrar su lado compasivo, realizando donaciones de material sanitario y ayuda humanitaria a otros países, al tiempo que difunde la idea de que ha tenido un papel significativo en la contención del virus a nivel mundial, gracias a medidas decididas como el confinamiento estricto y su apertura frente a la Organización Mundial de la Salud (OMS), principal institución internacional de cooperación en materia de salud.

Esta nueva disputa entre China y Estados Unidos es solo un episodio más de la confrontación entre los dos países por prevalecer en el sistema internacional, disputa que permea ámbitos como el económico, tecnológico y político. Algunos ejemplos de ello son la guerra comercial que se ha desatado desde que Donald Trump asumió la presidencia en Estados Unidos, el apoyo de este país a Taiwan y Hong Kong, territorios que se resisten a perder su autonomía e identidad ante la dominación china, y el veto de China -junto con Rusia- a iniciativas de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que buscaban la condena internacional a los gobiernos de Siria y Venezuela, entre otras situaciones que evidencian su rivalidad geopolítica.

Otra señal del resquebrajamiento de la cooperación internacional son las fuertes críticas a la OMS y la suspensión de la financiación a este organismo por parte de Estados Unidos, constituyéndose en un nuevo ataque de este país a las instituciones y espacios de cooperación multilaterales creados después de la segunda guerra mundial para facilitar el consenso entre países y propiciar un orden mundial más seguro. La lista de instituciones que han sido agredidas por Estados Unidos incluye la Organización Mundial del Comercio (OMC), la OTAN, el Organismo Internacional de Energía Atómica y el Acuerdo de París sobre el cambio climático. Estados Unidos, hasta ahora principal financiador del organismo, afirma que las actuaciones de la OMS han contribuido a propagar el virus y justifica su decisión de retirar el apoyo económico a esta organización argumentando su posición poco crítica frente a posibles fallas de China en el manejo de la crisis. Así mismo, acusa a la OMS de haber ignorado las advertencias realizadas por Taiwán sobre el contagio del virus entre personas, mostrar una actitud benévola frente la censura ejercida por China a las voces que advertían tempranamente sobre la peligrosidad del virus, no exigir al país asiático medidas más radicales para evitar que el virus se extendiera a otros países y finalmente, reconocer tardíamente que se trataba de una pandemia.

 

Se agudiza la pobreza 

A la lista de ejemplos sobre la debilidad de la cooperación internacional en la actualidad, se suma la guerra internacional por acceder a equipos médicos y suministros necesarios para combatir el coronavirus, en desdeño de la coordinación entre fabricantes de equipos, insumos y alimentos para garantizar el abastecimiento a nivel global. Así, diversos países como Estados Unidos,  los miembros de la Unión Europea, India, Turquía, Ucrania, Tailandia, Taiwán, Indonesia, Bangladesh, Pakistán, Sudáfrica, Ecuador, Rusia y Vietnam han restringido las exportaciones de alimentos y productos necesarios para el tratamiento y mitigación del virus. Esta situación ha traído como consecuencia la escasez y el aumento desmedido de los precios, que ponen a los países pobres -y con poco poder de negociación- en una posición muy vulnerable frente a la pandemia. Aunque hay cooperación entre equipos médicos e instituciones de diversos países para el desarrollo de una vacuna y medicamentos para tratar el coronavirus, no es claro si todos los países, ricos y pobres, tendrán acceso equitativo a los mismos, una vez éstos se hayan desarrollado. Muy probablemente, no.  

Por último, la Unión Europea -UE-, considerada por muchos uno de los ejemplos de cooperación internacional más sólido a nivel global, ha optado principalmente por el individualismo. Los países miembros han tomado medidas de forma aislada y descoordinada para combatir la crisis generada por el coronavirus. Los países más afectados por la pandemia, España, Italia y Francia, han insistido en la necesidad de que la Unión Europea (UE) otorgue recursos financieros para reactivar la economía y asumir los costos generados por la emergencia, a través de iniciativas como la creación de un fondo común de desempleo y la distribución del peso de la deuda pública entre todos los miembros de la Unión. Después de muchas tensiones, la UE ha decidido relajar sus estrictas normas fiscales y liberará recursos para los países miembros, pero no es claro aún si en forma de subsidios o préstamos y la respuesta negativa de Alemania frente a una política fiscal comunitaria, se mantiene. La incapacidad de la UE de coordinar una respuesta conjunta para enfrentar la pandemia, puede ser considerada una manifestación más del debilitamiento de esta institución, ya quebrantada por el Brexit.

La esperanza de un sistema internacional más solidario y justo se diluye, aunque la necesidad de fortalecer la cooperación internacional se hace cada día más latente ante el creciente número de víctimas mortales y la inminencia del colapso económico. Poner fin a la pandemia requiere inevitablemente de la cooperación entre países, posibilitando a todos el acceso a una vacuna y a tratamientos farmacéuticos, de lo contrario el riesgo de contagio y expansión del virus permanecerá. Como lo afirmó Seth Berkley, de la Alianza Global para Vacunas e Inmunización -GAVI-, “Si hay epidemias fuera de control en partes del mundo, nunca podremos controlar esto porque el virus volverá y continuará propagándose” (citado por Goodman et al., New York Times, 13 de abril de 2020).

 

*profesora del programa de Economía  

 

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