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Por las trochas del siglo XXI

Sep 29, 2008 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

Por Pastor Virviescas G?mez
Enviado especial de 15
pavirgom@unab.edu.co

Nervios de acero y una bocina estridente son dos de los requisitos imprescindibles para recorrer la carretera que en lugar de unir, separa a Bucaramanga de M?laga. Cerca de 140 kil?metros aptos para que los guionistas de Hollywood la escojan para la pr?xima aventura de Indiana Jones.

Un recorrido extenuante que demanda al menos ocho horas en bus y seis en campero, si es que no se encuentran derrumbes, varados o accidentes. Claro que hay ?suicidas? que la hacen en tres horas y media, pero ellos est?n vivos de milagro.

El tramo de 18 kil?metros entre Floridablanca-Piedecuesta-Los Curos es un paseo comparado con lo que viene a partir del desv?o hacia la provincia de Garc?a Rovira, en el que quien se distraiga mirando la se?al recibe la bienvenida en el cr?ter que dos metros adelante est? aguard?ndolo.

Sin af?n, 15? realiz? este recorrido el pasado 13 de septiembre. Hubo tiempo para observar el impresionante paisaje de monta?as, quebradas y cascadas, degustar una empanada, fotografiar la polvorienta calzada que convierte en rubios a quienes transitan a pie y superar una de las experiencias m?s impactantes: encontrarse de frente con un cami?n o una volqueta que notifican de inmediato que no hay espacio sino para uno de los dos y el ?pez chico? lleva las de perder.

Esta v?a es tan estrecha en pr?cticamente todos los tramos, que el mejor consejo para sobrevivir es pitar al aproximarse a cada curva y detenerse de inmediato en caso de que se escuche a los lejos el claxon del que viene. En esos momentos hay que revestirse de paciencia y dar marcha atr?s hasta hallar uno de los pocos lugares donde se ensancha la carretera, mientras los pasajeros cambian de tema o tratan de ignorar lo que est? ocurriendo.

Es un proceso de negociaci?n en el que no hay palabras, sino miradas y rugidos de los tubos de escape que bufan como toros de lidia, acostumbrados a desafiar la muerte, que ya forma parte de su rutina.?

Al lado derecho, en m?s del 70 por ciento del trayecto, le est?n esperando abismos de 250 y 300 metros de profundidad.

Las historias tr?gicas abundan, lo cual nos pone a?n m?s nerviosos. Aqu? se cay? un bus en agosto pasado y aparte de siete muertos, quedaron 32 heridos, dice el conductor. All? se fue un cami?n cisterna repleto de gasolina y no qued? ni para el cuento. M?s all? rod? una camioneta. En este otro paraje murieron los 18 ocupantes de la ?chiva? y ?si no lo cree ah? est?n las cruces? que con la inclemencia del clima ya no dejan ver la fecha del siniestro, como sucede en el sitio La Jud?a.

Es un camino en forma de serpiente, con pocas o nulas se?ales de precauci?n, como tampoco barreras protectoras, salvo en los diez ?nicos kil?metros pavimentados dentro del ?Plan 2.500? por la administraci?n de Hugo Heliodoro Aguilar Naranjo.

Gobernador que en el libro del balance de su gesti?n, en diciembre de 2007, incluy? dos fotograf?as en las que dice ?Pavimentaci?n Curos-M?laga?, sembrando la esperanza de que se trata de los 138 kil?metros, cuando la realidad es otra.

Por aqu? transitan cada d?a los carrotanques que transportan 30.000 litros de leche que produce la provincia de Garc?a Rovira, as? como toneladas de mel?n, legumbres, frutas y quesos que calman el apetito de los habitantes del ?rea Metropolitana de Bucaramanga.

Y tambi?n las ambulancias que llevan a los enfermos de estas 12 poblaciones rovirenses en busca de una atenci?n especializada o de urgencia en Bucaramanga, convirti?ndose en un tormento para los pacientes que aparte de sus dolencias deben calmar sus miedos y asimilar la constante vibraci?n producto de los huecos y el terreno destapado.

Y los cientos de pasajeros que deben apelar a los buses de l?nea porque no cuentan con carro particular o han tenido que resignarse a no volver a ver las avionetas que habitualmente llegaban a M?laga y que hoy s?lo lo hacen cuando se trata de vuelos charter, mientras su pista se convierte en campo de pr?cticas de ciclistas inexpertos o en atajo para quienes tienen sus casas al otro lado del asfalto.

Son 90.000 habitantes que, como Juan Corredor o Concepci?n Meneses, sospechan que Garc?a Rovira no pertenece a Santander, porque si lo fuera el Departamento y la misma Naci?n le habr?an prestado la atenci?n debida a esta ruta, que es la mitad de la que de M?laga conduce a Bogot? y sin embargo esta segunda es m?s utilizada debido al mejor estado de la Carretera Central del Norte, llamada a ser la ruta expedita que conecte a Caracas (Venezuela) con Bogot? y Quito (Ecuador).

Pero cuando se habla con las gentes de M?laga, Cerrito, Capitanejo, San Jos? de Miranda, Concepci?n, Guaca, Enciso, Molagavita, San Andr?s, Carcas?, San Miguel y Macaravita, al un?sono insisten en que se siguen sintiendo santandereanos, pero que se no se merecen la suerte que han corrido con esta trocha por la que tambi?n se llega a esa maravilla de la naturaleza llamada la Sierra Nevada del? Cocuy o al pintoresco pueblo de Tipacoque (Boyac?), donde deambula el esp?ritu del ?Siervo sin tierra? que Eduardo Caballero Calder?n dejara para la historia por los mismos caminos de herradura que poco han cambiado en los ?ltimos cien a?os.

Ellos esperan que las metas de pavimentaci?n del gobernador Horacio Serpa Uribe -quien le dijo a 15? que le apunta a 500 kil?metros- se traduzcan en hechos y no en cuatro a?os m?s de abandono de una carretera entre las tantas en p?simo estado que hay en Santander, mientras el Departamento sue?a con competitividad y lo visitan expertos que insisten en que sin v?as de comunicaci?n en adecuado estado, este prop?sito seguir? siendo una aspiraci?n dif?cil, si no imposible, de alcanzar.

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