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Una ciclista de gran corazón

Mar 20, 2014 | Oferta educativa

Daniela Andrea Gómez Rodríguez, hija de un ciclista profesional y una trabajadora social es el reflejo de los ejemplos de exigencia, constancia y solidaridad con los que creció en su hogar junto a sus dos hermanas. A sus 18 años, cursa cuarto semestre de Enfermería, práctica el ciclismo y dedica parte de su tiempo a un voluntariado de la Fundación Soñar Despierto. Conversamos con ella y esto fue lo que nos encontramos.

¿Hace cuánto empezaste a hacer labores sociales?

Desde siempre he estado vinculada al trabajo social, he crecido con el modelo de una mamá que sale a trabajar con la gente, que busca soluciones y que está en contacto con los diferentes grupos poblacionales. Siempre he ido de la mano de ella en esto, hacemos visitas a ancianatos, organizamos actividades con jóvenes de la calle y cosas así.

Además en mi alfabetización tuve la oportunidad de ser la coordinadora de un proyecto que se llamaba “Cuéntame tu sueño”, en el cual trabajábamos en el piso de oncología del Hospital Universitario de Santander y teníamos la misión de cumplirles los sueños a los niños que se encontraban allí. Así empezó mi vinculación con Soñar Despierto.  

¿Cuál de los sueños que ayudaste a cumplir recuerdas más?

El que más alegría me trae hoy cuando lo recuerdo y veo fotos, es el de un niño de seis años, él primero que conocí cuando empecé este proyecto. Se le hizo un seguimiento de tres meses, visitándolo, haciendo actividades como pintar, ver películas con el propósito de conocerlo y saber  con qué soñaba. Cuando logramos saberlo y con el consentimiento del papá, empezamos a trabajar en la forma de cumplirle su sueño de ser policía. Buscamos patrocinadores, contactamos a la policía y conseguimos el apoyo de los Carabineros. Le mandamos  a hacer un uniforme a su medida, cuadramos un día y un itinerario completo para esa fecha especial. Lo recogimos en una patrulla, lo llevamos hasta la finca de Carabineros, allá lo recibieron con una calle de honor, lo vistieron, hubo ceremonia con himnos, palabras y condecoraciones, montó a caballo, se le hizo una piñata, almorzó su comida favorita, y finalizamos con juegos. Ese día él fue el protagonista y todos los policías querían foto con él. Disfruté mucho viendo su alegría y espontaneidad.

¿Qué te quedó de ese proceso?

Las experiencias son indescriptibles, es muy gratificante darte cuenta que puedes hacerlos felices con acciones muy simples, como regalarles a estos niños una tarde distinta a su ámbito hospitalario, hacer actividades con ellos o simplemente acompañarlos. Va desde que te paguen con una sonrisa hasta que te den un abrazo y te digan gracias, hasta que te digan que quieren ser como tú cuando sean grandes.

Ellos desconocen cosas que un niño normal podría tener y son muy agradecidos.

¿En qué momento te decidiste por la Enfermería?

A lo largo de este trabajo y de las experiencias que iba teniendo me fui dando cuenta que el área de la salud era un campo en el que podía desarrollarme a futuro y ser parte de un equipo interdisciplinar de salud, estar de cara al paciente, y eso siempre me llamó la atención.

¿Por qué decidiste estudiar en la UNAB?

La mayoría de mis familiares son egresados de acá por eso siempre la consideré. Tuve la oportunidad de reunirme con la Directora del programa antes de inscribirme y eso me abrió completamente la visión, pues por lo general la gente piensa que esta profesión se limita al área hospitalaria. Y ser profesional en enfermería es ser responsable del cuidado holístico del paciente (emocional, físico y sicológico). Conocí acerca del pensum, duración de la carrera, prácticas y me terminé de convencer. 

¿Hay un campo de acción en particular que te llame la atención?

La parte clínica me llama la atención pero me interesa combinar la enfermería con la parte legislativa para poder llegar a organismos como la Secretaria de Salud o el Ministerio de Salud para ser gestora de cambios estructurales necesarios en la salud en el país.

¿Qué cambios?           

He tenido la posibilidad de vivir la iniquidad de la salud. La diferencia entre atender un paciente en el Hospital de Girón y atender uno en la Foscal, por ejemplo, es del cielo a la tierra. Mientras en el hospital tengo que atender al paciente en una camilla sucia que está contaminada y que puede aumentar el riesgo de adquirir una infección,  y a veces ni siquiera tener algodón para hacer una curación,  en la Fundación hay cuartos VIP y compresas con solución salina para que al paciente no le vaya generar dolor el procedimiento.

Ocho años de edad y una bicicleta de la Barbie, así empezó tu historia con el ciclismo

Sí, mi papá es ciclista de ruta y con él fue que empecé a salir, como un pasatiempo para que practicara un deporte. A medida que pasaban los años me di cuenta que me gustaba mucho y empecé a participar de la programación de la Liga de Ciclismo de Santander. Hoy compartimos ese gusto, nos contamos como estuvieron los entrenamientos de cada uno, hablamos de los ciclistas nacionales, de competencias internacionales, en fin.

¿Qué te conquistó de esta disciplina?

El ciclismo me ha dado esa oportunidad de sentirme libre, cambiar de ambiente, salir de la rutina. El hecho de salir y andar… me ayuda a despejarme, a desahogarme.

¿Cuál es tu bicicleta hoy?

Una Giant de ocho piñones. Con ella he logrado las mejores cosas porque los años de entrenamiento que tengo me permiten exigirme más. He hecho etapas en San Gil y Barichara y circuitos en Curos, recorridos contra reloj en el Aniño vial, entre otros. Aunque el estudio ha reducido el tiempo de entrenamiento procuro entrenar unas 10 horas semanales.

Lo que tengo en mente es, después de terminar mi carrera, poder encontrar un equilibrio entre mi vida profesional y el deporte, porque en unos años me quiero ver como una deportista más consagrada.

¿Sigues vinculada a las labores sociales?

Sí, no tengo tanto tiempo ahora porque los horarios de la carrera son pesados, pero cada 15 días voy a trabajar con niños de un comedor comunitario de Girón.

Nota tomada de Yo soy autónomo revista, edición 48, de marzo de 2014.

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