Una lluvia de cientos de flores de intenso color anaranjado y rojo escarlata, elaboradas en tela, da la bienvenida a la exposición Raíces de Luz, propuesta artística de la santandereana Gloria Liliana Rodríguez García, que podrá ser visitada del 27 de junio al 23 de julio en La Casona UNAB.
Caen de dos ramas de un árbol de anaco colgadas del techo. Su nombre científico es Erythrina poeppigiana, pero en Colombia se le conoce popularmente como cachimbo, cámbulo, bucare ceibo o barbatusco, y con ellas tanto en estas breñas como en Ocaña (Norte de Santander) preparan sopas y ensaladas.

Las dos salas del Campus Rafael Ardila Duarte (calle 42 #34–14) también dan cabida a una cascada de cuencos de barro que baja a una alfombra de tierra roja extraída por las hormigas del Cañón del Chicamocha. Lo mismo que siete cajas de reflejo elaboradas con fotografías de su álbum familiar, las cuales fueron sublimadas sobre velo.
Son más que las imágenes de sus abuelos rodeados de hijos y nietos, así como la de su padre. Estas cajas se convierten en el espejo en el que cada quien –siempre y cuando no tenga linaje de la realeza– podrá verse reflejado y reencontrarse con su pasado ligado a campesinos y arrieros.
“El hilo conductor de esta pieza artística son los fragmentos de los relatos extraídos del libro Abundancia de escaseces, escrito por el tío Rodrigo Rodríguez Rueda, quien tuvo la iniciativa de plasmar las memorias de las vivencias de la familia y del territorio habitado. En ellos se entrelazan relatos cotidianos de supervivencia y resiliencia frente a situaciones adversas. Las imágenes fotográficas fueron recuperadas de un archivo que generosamente fue puesto a disposición por familiares para este proceso, además de algunas tomadas durante el trabajo de campo y exploración”, dice Gloria Liliana.
San Gil, Socorro, Simacota, Galán, Hato, Palmar, Los Santos y Jordán, con el trazado de sus calles y retratos de los protagonistas, están colgados en otra pared para mostrarle al público los lugares que sus parientes transitaron y donde tejieron lazos, amaron, cultivaron y dejaron un legado que hoy su autora contempla con admiración y comparte con aquellos cuyos ancestros antes de habitar en Bucaramanga caminaron con alpargatas las veredas y trochas de este departamento.
“Esta es una búsqueda por conectarme por esa historia que a todos nos une finalmente. A mí me conecta mucho la naturaleza y algún día un tío mencionó que como eran 17 hijos su mamá les preparaba unas flores muy ricas de anaco en un guiso cuando pasaban escasez y hambre”, manifiesta. Entonces estudió las cualidades de ese árbol intertropical que alcanza los 30 metros de altura, incluida su composición nutricional con alta cantidad de proteínas, fibra y micronutrientes, descubriendo que esta es una costumbre prehispánica.
Raíces de Luz –precisa– porque “para mí es luz encontrar que mi familia y así muchas familias santandereanas tuvieron esas raíces y que lucharon, pero a la vez resistieron, y buscaron soluciones para sostenerse en la adversidad. Es la sabiduría que ilumina el cotidiano vivir, que me permite recordar de dónde vengo y por eso soy lo que soy y quiero hacer lo que estoy haciendo”.



En esta instalación programada por la Dirección Cultural de la Universidad UNAB, explica su autora, “se teje el afecto y cuidado del territorio que habitan las integrantes de la Asociación de Mujeres Campesinas de La Cabrera, en las laderas de la Mesa de los Santos. Cada pieza es resultado de un proceso de arte colaborativo en donde la materia se hizo símbolo de cuidado y resistencia. La tierra, el agua y la fibra de la palma de nacuma (iraca) se integran en ella para hacer un llamado urgente a la protección del agua y su uso desde una perspectiva de derechos”.
Por esa razón es que Rodríguez García subraya el aporte que realizaron e incluso invitó a la apertura de su exposición a las artesanas, defensoras del agua, recuperadoras de semillas y cultivadoras de tabaco María Isis Delgado Rey, Amparo Vargas Almeida, Mariela Ordóñez Flórez, Vanessa Vargas Ordóñez, Yeimi Sereno Mesa, Valentina Almeida, Luz Estella Vargas Almeida, Laura Peña, Erika Fernanda Almeida Vargas y Melanny Nayarith Almeida Jaimes, quienes se pegaron el viaje desde esa zona que no cuenta con carretera para presenciar el rescate de esta herencia santandereana.
Gloria Liliana se considera un ser espiritual, que agradece haberse ganado recientemente una residencia artística comunitaria de la Fundación La Cabuya para compartir en el propio hábitat de sus invitadas. Nació en Bucaramanga en 1972, es bachiller del colegio La Presentación, estudió nutrición y dietética, después docencia universitaria y luego una maestría en gobierno y políticas públicas.
Atribuye parte de su inclinación artística a aquellas tardes en que iba a la casa del pintor nortesantandereano y bumangués por adopción Segundo Agelvis (1899–1988), quien tenía su casa y taller en el parque García Rovira, siendo además el suegro de su tío Rodrigo. También de las clases que tomó con la profesora Martha Pereira, hasta graduarse hace dos años del programa de artes plásticas de la UIS.
Advierte, por último, que el recorrido por su exposición no tiene un orden específico y que su propósito es reencontrarse con sus orígenes y que las nuevas generaciones igualmente busquen atrás. Cada sección cuenta con un texto guía e incluso hay párrafos hechos en máquina de escribir. Tres días le llevó el montaje, para el que contó con la ayuda de Carlos Alfonso Hernández García y Paula Andrea Villamizar Guerrero.