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Al lado de su jefe

Jun 25, 2007 | Institucional

Por Pastor Virviescas Gómez

En 1955 la señora Maruja Cáceres de Pinzón llegó de Bogotá y gracias a los oficios de Alfredo Valek, empezó a trabajar en Urbanas como secretaria de Don Armando Puyana Puyana. Luego sería jefe del Departamento Jurídico y auditora de la UNAB, hasta conseguir su jubilación en 2004.

Medio siglo siguiendo el ritmo intenso de trabajo y conociendo de cerca de un hombre de quien destaca la bondad como uno de sus principales valores. ¿Don Armando apoyó siempre a la gente más necesitada. Su vida era ayudar a los demás, así como Doña Helga. Les dio la mano a muchísimos niños que no tenían nada. Recuerdo a uno de nombre Luis, hijo de un aparcero de la Hacienda, que hoy es ingeniero y vive en Texas, Estados Unidos¿.

Ella recuerda que el Instituto Caldas y la UNAB eran ¿la vida¿ de Don Armando, quien suspendía la actividad que fuera para asistir a las reuniones y asambleas de la Institución que engendró junto a Alfonso Gómez Gómez en 1952. ¿Se le veía muy contento y orgulloso cada vez que hablaba del progreso de estos dos centros de educación¿, recuerda.

¿Como jefe era maravilloso, sumamente estricto y estaba pendiente de uno. Don Armando ayudó a mi hijo desde el kínder y le permitió hacerse profesional¿, manifiesta.

Doña Maruja fue una de las primeras personas en hacer presencia con cuerpo y espíritu en la capilla ardiente que se realizó en el Auditorio Mayor Carlos Gómez Albarracín, como un homenaje a Don Armando. Permaneció cerca de su ataúd, contemplativa, orando en silencio, tomada de la mano de su nieto, que se hizo profesional gracias a la beca que le concedió Don Armando.

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