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“Capitalizar las experiencias vividividas”

Nov 17, 2020 | Institucional

La retención de estudiantes es un tema que atañe a todos los miembros de la comunidad UNAB. No es secreto que existe un fenómeno global: la educación superior ha venido reflejando un decrecimiento en la curva de estudiantes que, año a año, ingresan a las instituciones universitarias. Esa ha sido una tendencia mundial que, antes de la pandemia, se explicaba entre otras cosas por el envejecimiento de la población (más gente adulta y más hogares sin hijos) y por la aparición de plataformas digitales que certifican habilidades en oficios específicos para un mercado laboral que reclama mano de obra temprana. En Colombia, la tendencia es que de cada dos nuevos bachilleres que se gradúan, uno solo culmina con éxito sus estudios superiores hasta alcanzar su título profesional.

Con la pandemia los pronósticos sobre deserción de estudiantes en curso, por un lado, y bajo ingreso de nuevos estudiantes, por el otro, eran, en los primeros meses de su propagación, más que preocupantes. Algunos gremios colombianos de la educación hicieron cuentas sobre una pérdida del 50 % y otros, más conservadores, de hasta 25 %. En la UNAB este indicador, el de total de estudiantes matriculados (nuevos ingresos – graduados – deserción) , cayó en un 13 %.

“El esfuerzo de nuevos ingresos se ve diezmado por la deserción”, explica Javier Ricardo Vásquez Herrera, vicerrector Administrativo y Financiero de la UNAB, quien en una acción pedagógica de transparencia con el equipo de directivos, profesores y administrativos, ha venido explicando en una serie de reuniones que ha convocado, para explicar por qué razón la Universidad, si bien refleja un excedente operacional, tiene un reto por delante: “detener la caída en número de estudiantes matriculados”.

El vicerrector Vásquez señala que, con todo ese panorama, “estamos haciendo más con menos” gracias a que los egresos operacionales disminuyeron en un 13,3 %. ¿Cómo se explica? El directivo lo resume en cuatro acciones puntuales: actitud y conciencia sobre el control de los gastos, disminución del 16 % en horas cátedra, vacantes suspendidas temporalmente e incremento escalonado de los salarios.

En gastos de viaje, por ejemplo, se ha hecho el mayor de los aprendizajes pues la pandemia puso en evidencia que muchos desplazamientos fuera de la ciudad se hubieran podido solucionar de manera remota, y no hubiera pasado sencillamente nada. “Eso llegó para quedarse”, afirma el Vicerrector.

Pese a la pandemia y la caída en ingresos, la UNAB está recuperando el terreno perdido en 2019. “Estamos trabajando en una organización financieramente sólida”, sostiene Vásquez Herrera, quien manifiesta que la Universidad requiere aumentar su margen Ebitda para construir un fondo de reservas (endowment) que le permitan financiar, por ejemplo, becas y capacitación para sus profesores, por mencionar tan solo una de esas necesidades de gran impacto y alta inversión. “La UNAB debe iniciar ese camino, es el momento de comenzar a ahorrar”, concluye como mensaje final el directivo, y para ello se requiere el concurso de cada miembro UNAB en brindar la mejor experiencia al estudiante matriculado y optimizar los recursos para su trabajo.  

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