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Cheenee está en la UNAB

Sep 8, 2008 | Institucional

Por Pastor Virviescas Gómez

Quienes la han visto por estos días en los alrededores del Bloque D, la han confundido con una atleta extraviada de los Juegos Olímpicos de Pekín. Y aunque la menuda figura de Ezralyn Rachel Tan llama a confusiones, ella en realidad es una estudiante en intercambio gracias a los programas que ofrece la Asociación Internacional de Estudiantes en Ciencias Económicas y Comerciales, Aiesec.

A Cheenee, como la llaman los amigos que ha hecho en la UNAB, poco le interesaron las justas deportivas que durante tres semanas concentraron la atención de millones de televidentes en todo el mundo y prefirió embarcarse en un avión, hacer escala en París (Francia) y desempacar maletas en esta ciudad, cuyo nombre es de las pocas palabras en castellano que se sabe, porque aparte del mandarín lo que sí domina es el inglés.

La explicación que les da a quienes se extrañan por qué no ahorró para presenciar en vivo y en directo los Olímpicos, es que tomó la decisión de aprovechar sus vacaciones de verano explorando nuevas tierras.

Nacida en la isla de Filipinas hace 21 años y criada en Pekín, Ezralyn Rachel tenía la oportunidad de escoger otro destino, pero optó por Colombia porque ¿quería vivir una nueva experiencia y no lo convencional de irse para un país europeo o Estados Unidos¿.

Sabía poco de este país suramericano, aparte de que es tropical. Lo veía más peligroso de lo que se ha encontrado y se imaginaba que había edificios y automóviles, pero no ¿que Colombia fuera tan desarrollada¿. Los nervios se le calmaron cuando llegó a Bogotá y luego a Bucaramanga, momentos en los que se dio cuenta que no era precisamente la jungla a donde estaba arribando.

Tan cursa cuarto semestre de Economía en la Universidad de Pekín, donde sólo en ese programa y en ese nivel tiene cerca de 2.000 compañeros.

Cuando se le pregunta qué es su país, responde con monosílabos y dice que ¿sí¿ hay comunismo, que China ¿no¿ es una amenaza para el mundo -como sospechan en otros países desarrollados-, y que más bien hay que verlo como una oportunidad de negocios dado el inmenso mercado que representa.

Ella prefiere no referirse a los controles que las autoridades chinas tienen sobre quienes intentan entrar a la Internet, y sobre el Dalai Lama afirma que no es el demonio que otros ven y que simplemente piensa que el líder espiritual de la nación tibetana es una persona normal.

Sus padres tienen una fábrica de calzado en China y es la menor de cinco hermanos. Lo único que le ha incomodado en cierta forma es que algunas personas la observen con extrañeza porque la hacen sentir que no es de este lugar, pero la mayoría de las veces se ha sentido bien porque la gente se le acerca a preguntarle cosas y la tratan con afecto.

Sus últimos días en Colombia los aprovechará para disfrutar las playas y la Cartagena amurallada, sin dejar de repetir una frase que le genera una sonrisa permanente: ¿¿Qué pasa ñiña?¿. Con la r no tiene ningún inconveniente porque en su natal Filipinas sí la pronuncian como tal y por eso ella no dice que va a ¿comel aloz¿.

Le faltan dos años para graduarse y por ahora no sabe en qué campo de la economía se desempeñará profesionalmente. De lo que sí está segura es que oportunidades como las que brinda Aiesec a los jóvenes no se pueden desaprovechar y más si pueden practicar lo que están estudiando.

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