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Educación y competitividad a los ojos de Hans Peter Knudsen

Jun 1, 2009 | Institucional

Por Pastor Virviescas Gómez

Hans Peter Knudsen Quevedo no va por las ramas; habla con argumentos de peso y cifras. En el tema de la educación y la competitividad se mueve como pez en el agua, y por esa razón estuvo en la UNAB el pasado 18 de mayo, compartiendo con académicos, ejecutivos, industriales y el propio gobernador Horacio Serpa, alentándolos a meterse de lleno al círculo Empresa-Universidad-Estado.

El rector de la Universidad del Rosario, de Bogotá, quien a su vez es representante del Presidente de la República en la Comisión Nacional de Competitividad y miembro del proyecto ¿Colombia es Pasión¿, manifestó que el país ya entendió la importancia del tema de la competitividad y logró introducir en la agenda nacional los componentes de ciencia, tecnología, innovación y educación, pero que aún falta mucho terreno por arar.

A manera de contexto, Knudsen empezó refiriéndose al puesto 74 entre 134 países que Colombia ocupa en la carrera de la competitividad y fue explicando asuntos como el alto nivel de informalidad del país -un empleo informal es siete veces menos productivo que uno formal-, pasando por tendencias que muestran a países como Chile y Singapur dejando atrás a Colombia en los índices de población pobre y a China e India pisándole los talones.

En materia de educación superior -en la que muchas universidades se consolaron con la labor docente-, abrió los ojos sobre el dramático desnivel de profesionales con doctorado en Colombia con respecto a Estados Unidos, ya que mientras en nuestro país en el periodo 2000-2004 se graduaron 216 doctores, en el país norteamericano lo hicieron 259.944, y en patentes, mientras en 2004 en Colombia se registraron 295, en Estados Unidos llegaron a 187.170. Y ni hablar de investigadores activos, ya que en 2005 Colombia tenía 7.355, Japón 800.000 y Estados Unidos, 1,3 millones.

Después de dos horas de reflexiones en el Auditorio de Ingenierías de la Universidad, Knudsen atendió las inquietudes de Vivir la UNAB.

 ¿En materia de competitividad cómo está Colombia a nivel mundial: empezando la primaria, habilitando octavo o ya con el cartón profesional debajo del brazo?

Está en la primaria con deseos de pasar al bachillerato, pero con un riesgo grande de perder el año. Si uno lo mide por el ranking del Foro Económico Mundial, pues venimos desmejorando nuestra posición a pesar de que internamente hemos hecho esfuerzos grandes y hemos mejorado. Esto quiere decir que los otros están corriendo más rápido que nosotros y eso implica que para no perder el año y lograr pasar al bachillerato, tenemos que hacer un esfuerzo especialmente grande.

La coyuntura mundial sumada a la realidad del país no hace preveer que la tarea sea fácil, porque si uno mira todo lo que está pasando en el mundo sumado a realidades del país como el tema institucional, el tema político, la proximidad de una contienda, las ¿pirámides¿, el invierno, la disminución dramática de las remesas de los colombianos en el exterior¿ todo eso hace que a Colombia se le sumen factores internacionales e internos que hacen que el esfuerzo tenga que ser más grande para poder pasar el año.

 Con un nivel de productividad cinco veces más bajo que en Estados Unidos, ¿eso equivale a correr en Fórmula 1 con un Simca 1.000?

Eso significa que en Estados Unidos en una hora hacen cinco veces lo que nosotros hacemos en esa misma hora en Colombia. Es como andar en el vehículo de Juan Valdez (una mula) y ellos en el Transbordador Columbia, porque lograr uno crecer en cinco veces su productividad requiere de unos esfuerzos muy grandes. Si uno mira los factores que definen esa productividad y esa competitividad del país, pues son muchos temas que no están en manos de los empresarios o de las universidades, sino en manos del Estado. Hay desde luego una responsabilidad de los empresarios y de las universidades también, pero los grandes macroproyectos el único que puede emprenderlos es el Estado. Por ejemplo si uno mira el tema de infraestructura, donde nos va tan mal, si el país no avanza rápidamente en los corredores de competitividad y en fortalecer aún más la posibilidad de transporte multimodal, de recuperar los ríos y el ferrocarril, el empresario solo o la universidad sola no lo van a poder hacer jamás.

 ¿Cómo puede Colombia dar el salto en ese escalafón?

Si seguimos avanzando en la dirección en la que vamos, conseguiremos resultados muy rápido. En esa propuesta de hacer más y mejor de lo mismo, de lo que hacemos bien, por un lado; y ahí tenemos  muchos ejemplos: el tema del café. Si seguimos dándole valor agregado al grano, no mantenernos en productos con bajo nivel de innovación, hay una oportunidad grande. Igualmente en los sectores de flores, banano y carbón, el país debería seguir consolidando lo que está haciendo bien para hacer más y mejor, pero complementado con esos nuevos sectores que obedecen a lo que el mundo va a demandar que Colombia puede ofrecer. Un ejemplo concreto es el de los Call Center, en el que Colombia tiene una oportunidad inmensamente grande, pero nos tenemos que preparar. Uno de los elementos en el que debemos hacerlos es en el manejo del inglés para poder acceder a los negocios de Call Center del mundo.

 ¿Pero qué hacer con tantos ingenieros y administradores y tan pocos matemáticos y profesionales en ciencias naturales?

Colombia tiene demasiados abogados, administradores de empresas, ingenieros industriales, odontólogos y arquitectos, y muy pocos biólogos, químicos, físicos, matemáticos, así como muy pocos técnicos y tecnólogos de alto nivel de formación. Además uno ve en las universidades que muchos terminan estudiando administración o ingeniería industrial porque no encontraron nada más que les llamara la atención. También hay una falta de vocaciones.

Como aspecto positivo, hay una madurez en las familias y en los jóvenes para imponer la vocación que se tiene. De manera creciente se ve cómo estudiantes de bachillerato toman la decisión de estudiar música, literatura o cocina, y eso está bien.

Pero todavía nos falta abrirle mucho más camino a un proyecto de vida científico.

 ¿En términos generales las universidades colombianas están destinando los recursos necesarios para ser actores de primera línea en ese ¿Círculo Virtuoso¿: Empresa-Universidad-Estado que permita una sociedad más justa y mejores condiciones de bienestar? ¿O siguen investigando en abstracto, alejadas de las necesidades del sector productivo?

Hay mucha variedad y no se podría generalizar. Hay universidades que le están apostando muy a fondo a un proyecto de excelencia científica pertinente. Cito la unión que tenemos alrededor del centro de excelencia Ceiba, que por la vía de la complejidad aborda problemas matemáticos de ingeniería, nuevos materiales, nanotecnología, economía y desarrollo urbano, en donde Los Andes, Javeriana, Nacional y del Rosario unen esfuerzos colocando investigadores de los distintos campos y hoy hay unos resultados concretos, muy aterrizados a propuestas de interés para la sociedad.

Hay otras universidades que claramente definen que no quieren ser universidades distintas a universidades de docencia y eso es válido. Hay universidades en esa línea que le están haciendo un aporte al país, formando buenos profesionales; y hay universidades que seguirán privilegiando actividad científica muy abstracta y poco pertinente.

Pero también hay universidades que están haciendo la apuesta hacia un trabajo cercano con la empresa y con el Estado para hacer investigación pertinente que le de respuesta a problemas específicos de la industria nacional.

 ¿Cómo se siente al ver que en la lista de las 500 mejores universidades del mundo no figura ninguna de Colombia y sólo instituciones brasileñas, argentinas, mexicanas y chilenas?

Con un estímulo muy grande. Nos pusimos a analizar los criterios que contempla el ranking de Shangai y la distancia a la que estamos las universidades colombianas y específicamente el Rosario para lograr entrar, y hay un plan estratégico definido para ir acercándonos. No por entrar en el ranking, aunque el día en que uno entre eso será maravilloso porque es un logro importante, pero más que para aparecer uno en la fotografía es para jalonar un proceso y ese proceso claramente si uno mira nuestra producción académica y científica de alto nivel de los últimos años, hay un salto gigantesco, como pasar en una de las áreas de tener 0,5 puntos de impacto en 2002 a tener 180 puntos el año pasado, lo cual nos aproxima a una realidad poco utópica para llegar al ranking de Shangai. Sabemos que eso no será en dos años, pero sí estamos caminando, atrayendo científicos de todo el mundo entendiendo que Colombia no tiene todavía el número de doctores que requeriríamos y que allí se genera un ¿canibalismo¿ terrible entre las universidades. Hoy tenemos una gran cantidad de profesores internacionales.

También hemos tomados decisiones estratégicas como la de entrar a ser socios de la Corporación de Investigaciones Biológicas para no empezar nosotros a recorrer ese camino desde cero, sino montarnos en un bus que ya va andando y fortalecer. Igualmente firmamos un convenio mediante el cual todo el equipo de más de 120 investigadores de Manuel Elkin Patarroyo pasa a ser de la universidad, y eso significa que toda esa producción académica pasa a ser del Rosario, pero además montamos con ellos el doctorado en ciencias biomédicas. Abrimos la facultad de ciencias naturales y matemáticas. En resumen, tenemos un esfuerzo estratégico definido y nuestros recursos se están yendo hacia allá.

Por otra parte, los sistemas de aseguramiento de la calidad en Colombia sí jalonaron un proceso de sensibilidad frente a esa enorme responsabilidad de las universidades, porque antes estábamos muy cómodos con nuestra actividad de docencia exclusivamente y estos sistemas han puesto a reflexionar alrededor de grupos de investigación, de profesores con maestría y doctorado, docentes de tiempo completo, etcétera.

 ¿En medio de esta recesión mundial solo comparable con la gran crisis de 1929, es el momento indicado para pensar en competitividad?

Un empresario dijo que ¿en este momento mientras todos lloran, yo vendo pañuelos¿. Esta es una oportunidad de hacer muchas cosas y creo que la crisis mundial y su efecto en Colombia va ser mucho más psicológico que real. Ahora, ese psicológico nos va a afectar lamentablemente, pero no es que Colombia esté blindada sino que hemos estado tan mal durante tanto tiempo y hemos sabido manejar situaciones tan adversas que nos vamos a mover rápidamente.

Además hay una realidad que la gente no ha contemplado y es que dentro de todos estos estudios de competitividad otra de las propuestas sustentadas que se hace es que los países pobres producen productos para pobres, y los países ricos producen artículos, bienes y servicios para ricos. Colombia es un país que produce bienes y servicios para pobres, así que en un empobrecimiento del mundo lo que vamos a tener es opciones. Por ejemplo, en Estados Unidos a raíz de la crisis la gente que estaba regalando chocolatines y perfumes ha vuelto a las flores, un producto menos costoso, y para eso debemos estar preparados.

Esto lo que abre es oportunidades pero también tiene que estimular la creatividad y los empresarios que lo sean, van a salir fortalecidos.

 ¿En esta Colombia tan polarizada cómo ser optimistas sin que lo tilden de uribista o cómo ser crítico sin que lo llamen terrorista?

Siendo colombiano. Si uno lo es y pone por encima de cualquier cosa a Colombia, no vamos a depender ni del uno ni del otro. Teniendo esa claridad, tendremos que encontrar las personas adecuadas para darle lo mejor al país.

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