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El baile seduce bolsillos

Oct 15, 2006 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

Por Juliana Herrera
rherrera2@unab.edu.co

La luz cambia a tonos rojos y cálidos. Ella sale a escena con un traje de
policía, el mismo que su cliente le pidió lucir.

Es una mezcla de mujer salvaje con tierna mirada que baila sugestivamente frente a su público.

Es un espectáculo que durará unos cuatro o cinco minutos, lo justo para dos canciones que “encienden” el deseo de quienes la ven danzar sobre la barra o apoyada en una pequeña silla hasta quedar en ropa interior.

Luego recoge la ropa que se quitó, va al camerino y se pone el traje de enfermera para seguir atendiendo a los clientes.

Angélica* es una de las ocho teiboleras del establecimiento, tiene 18 años, nació en Bucaramanga y trabaja en Rubor Table Dance desde hace 4 meses:

“Una amiga me contactó, me dijo que la pasaba muy bien y que ganaba muy bueno y ¡pues de una!”

¿Qué tanto puede ganar una jovencita de éstas? “Mucho, puede llegar a ganar entre tres millones y medio a cuatro millones de pesos mensuales y sólo bailando, aquí no hay otro tipo de intercambio con el cliente más que el baile”, asegura José Augusto Castillo, uno de los propietarios del negocio.

Cuatro millones de pesos mensuales es una considerable suma para estas bailarinas, pero no todas alcanzan a recibir esa cantidad de dinero, sólo las más apetecidas por los clientes, a las que más bailes le pagan por noche y que más propinas reciben por la buena atención.

Angélica* recibe $800.000 mensuales, incluyendo los $480.000 que allí le pagan por su servicio como mesera, ($20.000 por día de lunes a sábado).

Ella incrementa su salario con las presentaciones que hace, cada baile tiene un costo de $30.000, de los cuales les descuentan a las bailarinas $2.000 por música, barra y derecho a bailar en el lugar.

“También trabajo como impulsadora de cigarrillos y licores, toda la plata que recojo la uso para ayudar a mi mamá, para comprar mis cosas: ropa, zapatos, ropa interior bien bonita; también ahorro, porque quiero terminar mi bachillerato”, afirma Angélica* cuando se refiere al manejo que le da al dinero que recibe.

Este lugar es el primer establecimiento de Bucaramanga que maneja este concepto, pero no es el único. Recientemente se inauguraron dos negocios más en Cabecera en los que una barra de baile y sexys meseras, son principales diferencias frente a otros sitios.
El sitio es atendido por jovencitas de cuerpos firmes, largas cabelleras y acento paisa. La gran mayoría dice venir de Manizales, Medellín, Pereira Cali y Bogotá. Sólo hay unas pocas de Bucaramanga porque, “temen que las encasillen y las juzguen”, afirma Castillo.

Los clientes son, en su mayoría, hombres y hay pocas mujeres que se atreven a visitar este lugar donde se supone que ellos son los mejores atendidos, pero no es así, porque las meseras también bailan para ellas y las miran con la misma provocación que a ellos. 

“¿Propuestas? ¡Mil y una! Pero uno las evade, y no sólo de los hombres, también hay mujeres que te hacen negocios muy llamativos…(risas), pero este es un trabajo muy serio. Bailar, solamente bailar y atender muy  bien a la gente, esa es mi función aquí”, expresa Zaira* otra de las bailarinas del lugar y que más llama la atención de los asistentes.

Las exigencias para poder bailar en la barra  son específicas: “básicamente que sea bonita, armónica, que sepa bailar muy bien, además hay que tener carisma para atender al cliente como se lo merece”, asegura Dayanara*, quien recibió clases de baile en Bogotá con un instructor de Las Vegas.

Lo único que separa a los espectadores de esas “muñequitas” es una barra de concreto. Las ven pasar con trajes de conejas, porristas, mucamas, colegialas o enfermeras, llevan botas hasta la rodilla y profundos escotes.

Algunas se acercan y  conversan con los clientes sobre sus inventadas vidas, no todas dicen la verdad, se contradicen al hablar. A fin de cuentas ¿a quién le importa saber con certeza de dónde son o con quién viven?.

Lo importante es disfrutar de esa válvula de escape. Puede haber un señor de 45 años o un joven de 23, y ninguno de los dos se siente en el lugar equivocado gracias a estas mujeres de dulce hablar y baile que complacen fantasías.

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