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Entre la locha y la incapacidad

Mar 28, 2005 | Institucional

Por Yohanna Molechet Rozo

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Así como este clasificado, los estudiantes de la UNAB, pueden encontrar anuncios y volantes en la Biblioteca, el Centro de Documentación para las Comunicaciones (CDC), cafeterías y, sobre todo, en las papelerías del sector. Esos avisos son de empresas y personas que ofrecen sus servicios: hacer los trabajos y las investigaciones de temas que los alumnos deben entregar a sus profesores como requisito para las asignaturas.

Existen empresas dedicadas a esta labor. Es el caso de Psicosalud y Psicoempresas, donde se brinda asesoría a estudiantes y se elaboran trabajos a universitarios de las áreas de la salud como Fisioterapia y Psicología. Otra organización, es Ingenieros asesores que maneja el mercado de las ingenierías.

Negocio millonario

Marcelo Toloza Aldana, ingeniero de sistemas e ingeniero civil, egresado de la Universidad Industrial de Santander (UIS), quien se dedica a realizar trabajos académicos para universitarios y también se desempeña como docente en la UDI, afirma que las ganancias que produce hacer las tareas a los estudiantes, superan el salario profesional.

Dice además, que mensualmente logra ganar, mínimo, un millón y medio de pesos, en temporadas de poca demanda como febrero y hasta 10 millones de pesos a final del semestre, época de parciales, entrega de proyectos y trabajos. En su concepto, elaborar trabajos a estudiantes es uno de los negocios que más mueve dinero en el ambiente estudiantil de Bucaramanga. Se pagan entre 800 mil y 5 millones de pesos por tesis y ensayos que "por barato cuestan $40 mil".

Toloza trabaja junto con un equipo de 20 profesionales de ingenierías, ciencias de la salud, contadores, entre otros, que según él, constituyen una de las redes más grandes y consolidadas de Bucaramanga en este negocio. Afirma que la mayor cantidad de personas que pagan para que les hagan sus trabajos son estudiantes de la UNAB, la Universidad Pontificia Bolivariana y la Universitaria de Santander, Udes.

Más del 50% de los clientes de Toloza son jóvenes de la UNAB y el porcentaje restante se divide entre las dos últimas universidades en mención. El 80% de la gente que solicita que le hagan sus trabajos universitarios son mujeres, según dice Toloza.

Las tareas con mayor demanda

Los trabajos más solicitados son los relacionados con los estudios de factibilidad, estudios técnicos, investigaciones de mercados y estadísticas de la Facultad de Ingeniería de Mercados, por lo que de acuerdo con Toloza, es de esa Facultad de donde más provienen estudiantes para mandar a hacer sus trabajos.

Sin embargo, María Victoria Puyana Silva, secretaria general de la UNAB, manifiesta que el fenómeno es aún más evidente en Derecho y Comunicación Social, donde los ensayos y los informes escritos son el 'pan de cada día'. No obstante, asegura que en estas Facultades los docentes mantienen especial atención en estos casos porque son carreras que, según ella: "exigen una moral tan alta que los estudiantes no se pueden dejar manchar por hacer algo así".

La secretaria general de la UNAB dice que, de cualquier manera, es muy difícil sancionar en la Universidad el hecho de que un estudiante pague a alguien para que le haga sus trabajos, no porque no exista el procedimiento que se contempla en el Reglamento Estudiantil, sino porque éste mismo exige que el fraude debe verificarse, "sólo si yo tengo en un momento dado la certificación de alguien que le hizo el trabajo al estudiante, puede iniciarse el proceso disciplinario" afirma.

Quien hace su trabajo aprende

Pero más allá de una sanción disciplinaria o de tener un cero en la materia, mandar a hacer los trabajos compromete la formación del estudiante. María Lucía Lara Turriago, coordinadora de la Facultad de Educación de la UNAB, señala que quienes pagan para que les hagan sus deberes: "No se ejercitan. Es fundamental que la gente se ubique un poquito más, mire, lea y realice sus trabajos, porque le da mucha experiencia, gana en comprensión lectora y lo enriquece para su profesión".

Miguel Ángel Martínez, estudiante de octavo semestre de Ingeniería Mecatrónica, opina que "mandar a hacer trabajos no está bien; a veces, por la acumulación de informes que los estudiantes tienen que presentar, no alcanza el tiempo y si encima de todo se trata de personas que trabajan, ellos se ven en la necesidad de recurrir a ese medio, pero seguramente no lo hacen siempre".

Óscar Rodríguez, practicante de la Facultad de Ingeniería de Sistemas de la UNAB, quien durante tres semestres se dedicó a hacer y vender trabajos a sus compañeros dice que hay gente que de entrada ofrece plata: "yo le pago tanto y hágame el trabajo", muchos de ellos por lochudos. Para Rodríguez, "los estudiantes deberían, por lo menos, tener las ganas de investigar, de preguntar y no decir: 'yo le pago'".

Sandra Milena Tabares Castaño presta servicio de asesorías a estudiantes y dice que "es necesario recuperar el espacio en el aula para la producción. Hay que poner trabajos en clase, que se realicen ahí mismo, para garantizar profesionales buenos y éticos". Además, recomienda que los docentes "muestren su pluma, su trabajo y den ejemplo".

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