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Hollman Morris no dejará de ir en contravía

May 18, 2010 | Institucional

Por Pastor Virviescas Gómez

La última vez que vi a Hollman Felipe Morris fue en las laderas de un volcán en Guatemala, en diciembre de 1996, entrevistando a miembros de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, Urng, que a los pocos días depondrían las armas después de 36 años de guerra. Él llevaba el chaleco del noticiero de televisión AM-PM y yo el del diario El Espectador. Ambos quedamos estupefactos al ver niños de once y doce años hablándonos con propiedad de la redistribución de la riqueza e intentando obsequiarnos un destartalado fusil Kalashnikov que de solo verlo en acción nos produjo soltura.

Hoy, 11 de mayo de 2010, me lo vuelvo a topar esta vez invitado por la Facultad de Comunicación Social y Artes Audiovisuales de la UNAB a hablar de libertad de prensa en el acto de lanzamiento del Observatorio Regional de Medios de Información y Comunicación, Ormic, y luego en una charla organizada por Ulibro (30 de agosto al 5 de septiembre próximos).

Su cara ya no es la misma y no solo porque ahora tenga 40 años de edad, sino porque se le nota la angustia de tener que sobrevivir entre amenazas, presiones, ¿chuzadas¿ y escoltas, que no lo han hecho claudicar de su programa ¿Contravía¿ del Canal Uno.

 

El 3 de febrero de 2009, el entonces ministro de Defensa y hoy candidato presidencial por el Partido de la U, Juan Manuel Santos, lo acusa a usted de ser ¿periodista afín a las Farc¿ y de inmediato el presidente Álvaro Uribe declara: ¿Morris le hace apología al terrorismo¿. Si usted no es afín a las Farc ni hace apología a los terroristas, ¿entonces qué es?

Yo soy periodista. Un periodista fiel a ese principio que dice que uno tiene que estar en el lugar de las noticias, gústele a quien le guste. Lamentablemente Colombia es un país que vive un conflicto armado en el cual nosotros no conocemos un solo día de paz, ni tus hijos ni tus padres, ni mis hijos ni mis padres. Por lo tanto es una triste noticia de todos los días las noticias de guerra. Dentro de ellas hay unas que tienen que ver con gestos en medio de ese conflicto como el retorno a la libertad de cuatro uniformados. Esa era una noticia para mí y ahí tenía que estar el periodismo. Pero te voy a decir otra cosa: Si Hollman Morris fuera afín a las Farc, el DAS no hubiera dedicado cuatro años a decirle a todo el mundo y a generar una campaña para involucrarme con las Farc.

 ¿Para qué hacer periodismo ¿en contravía¿ y no mejor plegarse al sistema para aspirar a una embajada en el sur del continente o al menos un jugoso contrato de publicidad?

O simplemente los llevan a la cúspide diciendo que son los mejores periodistas del país, pero al final a lo que quedan reducidas estas personas simplemente es a ser jefes de prensa de un grupo económico y lo hacen bien, pero que nos lo digan de frente y no que nos lo vendan como periodismo. ¿Por qué voy en contravía? Porque eso fue lo que aprendí en la facultad, donde tuve a maestros como Javier Darío Restrepo que me enseñaron desde muy joven a que el periodista era los ojos y oídos de una sociedad, tuve la oportunidad de estar con (Ryszard) Kapuscinski en México en el año 2000, donde aprendí que de ese periodismo que se hace hoy el que puede generar satisfacciones y más credibilidad, es aquel que se hace con la gente y de ese grupo quizás con los más humildes. En el caso colombiano he aprendido a identificar que ese grupo humano desfavorecido son las víctimas de esta terrible guerra de todos los bandos, especialmente los campesinos, los indígenas, los afrocolombianos, que ésos sí no dan embajadas ni puestos, pero lo que dan lo dan sinceramente y para siempre. Con eso me quedo.

 Alguien diría: Hollman se educó con los jesuitas en la Javeriana y se volvió una oveja descarriada.

Soy una oveja de ese importante jesuita que fue Ignacio de Ellacuría, lamentablemente asesinado en la Universidad de San Salvador. Soy un alumno de jesuitas tan importantes como el padre Francisco de Roux, y soy el hijo de una generación que educó la Compañía de Jesús en este país, especialmente en los años 80 y que se inventa esa Compañía la Semana por la Paz. Soy un adolescente de los 80 que le tocó ver el asesinato de tres candidatos presidenciales, a lo que yo llamo en esa época para quienes íbamos a votar por primera vez, ¿el asesinato de los sueños¿, pero afortunadamente nos inventamos uno, que fue la séptima papeleta y de ahí le contesto qué ha sido de los 80 para acá. Pues un compromiso con el respeto de la Constitución del 91.

 

Mostraba en su conferencia una declaración del presidente Uribe Vélez en 2003, en la que delante de un grupo de militares, les ordenaba derrotar el terrorismo y que ¿los traficantes de los derechos humanos¿ no los detuvieran. Esta semana en una entrevista con Juan Gossaín, el presidente Uribe insistía en que todavía hay ¿nostálgicos de las Farc y enemigos de la Seguridad Democrática¿. ¿Por lo menos en eso fue constante Uribe Vélez, en descalificar a los defensores de los derechos humanos?

Colombia tiene que, y ojalá ese análisis se haga más temprano que tarde, saber ubicar lo que es y significó un discurso sistemático mañana, tarde y noche diciéndole al país que los defensores de los derechos humanos son aliados del terrorismo, que los trabajadores por la paz son nostálgicos de las Farc, que hay intelectuales por las Farc, y que -lo que es peor- todo el que piensa diferente a mí es aliado del terrorismo. Ese discurso envenenó al país y socavó las bases de la democracia colombiana y socava las bases de cualquier democracia. Cuando se socavan esas bases, soportados en ese discurso, todos sabemos dónde termina: en los fascismos, en los totalitarismos. Colombia perdió la senda de la democracia con ese discurso, lamentablemente.

 

Darío Arizmendi decía en Caracol hace ocho días que ha sido un crítico constante del Gobierno Uribe, pero que en ningún momento se han metido con él. ¿Usted le cree a Arizmendi?

No, yo no le creo a Arizmendi. Con mucho respeto pero también con mucha firmeza yo le tengo serios reparos a esas declaraciones. El 3 de febrero de 2009, Juan Manuel Santos que dice que fue periodista, me acusa de ser aliado de las Farc por estar en el sitio de la noticia. Lo que a mí me dice esto es que Santos tiene una noción muy equivocada del periodismo. Pero si tu escuchas con detenimiento la entrevista que Arizmendi le hace a Santos en su momento, no hay un solo segundo en que Arizmendi me entregue algo que es importante en estos casos, que es el beneficio de la duda. Arizmendi le hace toda una serie de concesiones en las preguntas: ¿¿Y dónde se quedó Hollman Morris y por qué estaba allí? Es que nosotros, Caracol, sí tenemos distancia¿. Entonces yo le pido respeto a Darío Arizmendi. Hollman Morris no es un aparecido en el periodismo nacional y tiene una trayectoria de premios nacionales e internacionales, de reconocimientos a su trabajo, para que no me haya entregado el beneficio de la duda. Pero también lo puedo entender cuando si se toma todos los días güisqui con el ministro de Defensa de la época, pues es muy complicado tener distancia con el ministro. Yo no soy esa persona.

Por otro lado son tan complicadas las declaraciones de Arizmendi que en una sesión en Washington el único argumento que tuvieron los representantes del Gobierno para deslegitimar lo dicho por las acusaciones de Uribe en mi contra y contra otros periodistas, fue que Carlos Franco citara a Arizmendi como uno de los periodistas más críticos de este Gobierno y que decía que nunca había recibido presiones. Los documentos del DAS, lo que se está encontrando en el G3, reportan que contra Caracol hubo montajes, que se hizo toda una serie de propaganda negra, y eso contradice lo que dijo públicamente en pasadas ocasiones.

 Gonzalo Guillén, Alejandro Santos, Daniel Coronell, Ignacio Gómez, Hollman Morris¿ ¿quiénes más conforman ese ¿cartel de enemigos de la democracia, de engendros de Lucifer¿?

El movimiento de los derechos humanos, los humildes en términos generales, y también hay otros periodistas importantes como Cecilia Orozco, medios como el Tejido de comunicaciones para la verdad y la vida del norte del Cauca, la Minga Indígena, Aída Quilcué, tantos líderes humildes de este país que solamente con sus palabras y sus marchas protestan, porque ellos no tienen el poder de las armas, ni todo el poder del Estado, ni todo el poder del Gobierno para devolverle al presidente Uribe todas las ofensas que nos ha hecho.

 

Han aparecido nuevas amenazas contra el sacerdote Javier Giraldo, director de la ONG Justicia y Paz. ¿Colombia dejará que lo asesinen?

Colombia no se puede permitir que sigan asesinando líderes sociales por pensar diferente. Es un costo que se mide en futuro de este país, en democracia y es un costo muy alto que se ha pagado. El padre Giraldo merece un monumento, no amenazas, por su dignidad, por su trabajo con y para las víctimas. Ojalá muchos tuviéramos algo de la dignidad y de la coherencia que tiene el padre Giraldo, este país sería muy diferente.

 

Juan José Lozano hizo un documental sobre usted, llamado ¿Testigo indeseable¿. ¿Morris es un testigo indeseable o un guerrillero indeseable?

(Sonríe) No, Pastor, usted me conoce y sabe que soy un testigo indeseable. Ese es un buen título para cualquier periodista, si entiende su oficio, ser incómodo, estar preguntándole al poder, a cualquier poder (narcotraficante, guerrillero, paramilitar o gubernamental) las cosas que no quieren que nadie les pregunte. Eso de ¿guerrillero disfrazado¿ y de ¿periodista de las Farc¿ solo tiene una explicación: cinco años de propaganda negra a nivel nacional e internacional hecha con los recursos del Estado y con los impuestos de los colombianos en contra de todos los que pensáramos diferente.

 Cuando uno entra a Internet y encuentra un lugar llamado desenfin.wordpress.com, en el que dicen que Hollman Morris es un ¿mercader de los secuestrados¿, ¿ni siquiera eso lo lleva a ¿tirar la toalla¿ y a pensar que tiene una familia y un futuro que valen más que entregar tanto en medio de circunstancias tan adversas?

Hay cosas más delicadas que eso. Estas páginas no las conoce nadie, hacen cierto daño, pero no se nos olvide que dentro de la estrategia de propaganda negra del DAS lo que ha encontrado la Fiscalía General es que se destinaron recursos, personas y tiempo para construir chat y páginas web, para contaminar de información en contra de lo que ellos consideran sus ¿blancos¿. Por lo tanto a la propaganda no le hago caso. Afortunadamente yo me quedo con el reconocimiento que me acaba de hacer la Universidad de Harvard. Creo que Harvard no les entrega becas a terroristas.

 

En el vecino Perú hubo un dictador llamado Alberto Fujimori, detrás del cual había un personaje siniestro de nombre Vladimiro Montesinos, abogado de narcos colombianos como Evaristo Porras. El candidato presidencial Rafael Pardo ha dicho que hay que establecer quién es el Montesinos de Colombia. ¿Usted sabe quién podría serlo?

El Presidente de la República es quien tiene que responder por lo hecho y actuado por el DAS. No puede haber mayor incoherencia en lo siguiente: una persona que durante ocho años nos ha hablado de seguridad y que él es el hombre que se puso las botas, que se pone al frente del batallón, para que nos venga a decir que la policía secreta, la de él, la que tiene asiento en el Consejo de Ministros, nos venga a decir ahora que no sabía lo que estaba haciendo. El presidente Uribe le tiene que responder al país y a las víctimas, y ojalá sea más temprano que tarde.

 

Felipe Zuleta Lleras habla de 2.778 ¿falsos positivos¿ o ejecuciones extrajudiciales en los años recientes. ¿Está exagerando ese otro ¿enemigo de la democracia? ¿Este sería el único lunar de la Seguridad Democrática?

La Seguridad Democrática tiene muchos lunares. Son más de 2.700 ¿falsos positivos¿ y la tendencia es a seguir creciendo. Vamos a empezar a descubrir el capítulo del Meta por lo que acaban de decir recientemente paramilitares confesos de esa zona. Los otros lunares son: detenciones masivas y arbitrarias. Hay que recordar el capítulo Quinchía, en el que capturaron a un ciego y los mostraron como experto instructor en explosivos, y las detenciones masivas llevadas a cabo en el sur de Bolívar y en Arauca. Esas detenciones de dos o tres años en la cárcel acabaron con la vida y la credibilidad de seres humanos  y familias. Y eso se ha tasado en miles de millones de pesos en demandas al Estado colombiano. Ahí también hay que hacerle el examen a la Seguridad Democrática. ¿Cuánto le costó al país la operación ilegal llevada a cabo por el DAS, cuántas personas abarcó y cuánto le costó al país las vidas que acabaron? Algo que ya está probado por la Fiscalía y dice que fue una empresa criminal. ¿Cuánto le va a costar al país el hecho de que el presidente Uribe nunca haya tenido una posición crítica frente a sus Fuerzas Armadas y haya salido a absolverlos públicamente? Ejemplos: la masacre de San José de Apartadó, donde desde Carepa la Brigada XVII (simbólica dentro del paramilitarismo) haya salido a decir que en la comunidad hay gente buena pero sus líderes están involucrados con las Farc. Nunca, desde ese febrero de 2005 hasta hoy el presidente ha tenido con esos niños que fueron descuartizados una palabra de perdón para las víctimas. Fue una masacre cometida por paramilitares y Ejército, que el presidente salió públicamente a negar. Salió también a negar la masacre del niño y de la familia campesina en Cajamarca, y le dijo al país que eso no era cierto, y el general Carreño de por medio diciendo que había neblina. ¿Cuánto le costó al país el hecho de que este presidente no hubiera asumido una posición crítica con sus Fuerzas Armadas por cumplir ese objetivo de ganar una guerra que no se va a ganar en el campo de batalla? Le costó que este país durante ocho años sistemáticamente hubiera asesinado 2.700 personas indefensas.

 De qué está más cerca Uribe: ¿de su reelección en 2014 o de ser conminado por la Corte Penal Internacional, como han especulado otros ¿enemigos de la democracia¿?

Quiero pensar primero que Uribe está más de una corte colombiana, como le pasó a Fujimori. Lo poderoso de lo que ha pasado con Fujimori es que no se recurrió a la justicia internacional, sino a la justicia peruana y es ella la que lo juzga. Yo quiero creer que hacia allá va el presidente Álvaro Uribe. Es tan grave todo lo que se cometió en este Gobierno, que involucra el asesinato de personas, la violación de la soberanía de otro país en contravía de la tradición colombiana de respeto por las relaciones internacionales, es tan grave todo que hoy lo estamos viendo no por separado sino todo junto, y eso es una carga de dinamita profunda a las bases del uribismo.

 Si usted tuviera la oportunidad de entrevistar al presidente Uribe antes del 7 de agosto, ¿qué le preguntaría?

¿Usted cree que en Colombia un presidente que salga públicamente a decir que los defensores de derechos humanos, periodistas y quien piensa diferente es aliado del terrorismo, no le cuesta la vida o por lo menos no le cambia la vida a él y a su familia?

 ¿Cómo se vive sintiéndose espiado a donde vaya?

No se vive, se sobrevive. Se resiste pero no se vive. El daño sobre las familias, no solamente la mía, sobre nuestros hijos, es un daño que no queremos salir a contárselo a la opinión pública porque sabemos que en este periodo hasta eso será utilizado en nuestra contra. Pero hay afectaciones profundas a nosotros y obviamente a nuestros hijos que seguramente van a tener un costo.

 ¿Qué pecado cometió Patricia Casas para convertirse en la esposa de este ¿periodista afín a las Farc¿, según Juan Manuel Santos?

(Sonríe) La persona más afectada por esto y la más fuerte en toda esta situación, se llama Patricia Casas, mi esposa, que es la que se merece el reconocimiento por haber soportado esto y por a pesar de todo estar sacando adelante unos hijos que empiezan ya a vislumbrar algo de compromiso con el mundo. (Morris llora como un niño¿ la grabadora que me acompañó a Guatemala hace 14 años, se niega a seguir su marcha).

 

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