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Homenaje a una mujer de familia

Jun 20, 2012 | Institucional

Vivir la UNAB reproduce las palabras del tesorero de la UNAB, Tiberio Gómez Bohórquez, durante la ceremonia eucarística efectuada el miércoles 6 de junio en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en honor de su señora madre, María Elmira Bohórquez de Gómez, esposa del presidente de la Junta Directiva de la Universidad, Alfonso Gómez Gómez.

A nombre de la familia Gómez Bohórquez quiero manifestar que agradecemos sinceramente a todos los asistentes su presencia en este recinto en donde nos hemos reunido para rendir homenaje de despedida a nuestra querida madre, que a sus 91 años nos deja un recuerdo gratísimo que seguirá iluminando nuestra existencia terrenal.

Ella cumplió muy bien su papel de hija, esposa, madre y abuela; tenía amor de familia, sobresaliendo siempre por su bondad y por su solidaridad.

Tuvo también un innato talento para la música y era frecuente verla tocar a puro oído la guitarra, el tiple, la bandola, el piano, las castañuelas o la pandereta; o cantando en especial su música colombiana que tanto le gustaba. Le encantaba tejer e intentaba bordar, y lo hizo hasta cuando no pudo más. Sus desvelos contribuyeron a formar una familia decente, de sólidos valores éticos.

Tuvo también su ‘venita’ política y ayudó siempre a nuestro padre en sus actividades públicas. Siempre hubo en ella disposición para correr en ayuda de los damnificados de El Playón o del terremoto de Perú o de los niños de la Clínica del Paladar Hendido que cofundó, y no había campaña social o de socorro a los necesitados en la que no estuviera presente sin que eso la distrajera del manejo y control del hogar, donde fue una infatigable ‘todera’, pues mientras el marido político andaba ocupado en múltiples funciones, ella debía responder por el mercado y estar al frente de nuestra crianza y desempeño escolar.

Su código moral fue rectilíneo y su autoridad en casa, estricta, sin perder nunca el objetivo central de formar y educar a la familia.

Tuvo la oportunidad de conocer países alejados, y de observar otras formas de vida, y puede afirmarse que pese a no tener estudios profesionales, llegó a atesorar una muy buena cultura. De costumbres sencillas, provincianas, jugó parqués, solucionó crucigramas con lucidez y les recitó refranes y retahílas infantiles a sus nietos menores hasta casi cumplidos los 90 años. Su ciclo vital fue largo y fecundo y por eso vinimos aquí a testimoniarlo.

A nombre de la familia quiero pedirles respetuosamente a aquellas personas que han querido expresar su condolencia en esta tribuna, que para no fatigar al auditorio por favor nos entreguen sus escritos a sus familiares, quienes haremos una reunión especial para compartir dichos textos.

Muchas gracias a todos los asistentes y a aquellas personas que generosamente dieron un donativo para el ancianato de Galán.

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