Por Angela María Andrade Perdomo, Abogada UNAB 2011. Con Especialización en Derecho Administrativo de la Universidad del Rosario, Master en Derechos Fundamentales de la Universidad Carlos III de Madrid, España. Especialista en estudios sobre las violencias basadas en género contra las mujeres de CLACSO.
Las interacciones humanas por medio de internet aumentaron con la pandemia, que no solo obligó a trasladar los relacionamientos laborales y educativos a la red, sino que también impactó el relacionamiento interpersonal sexo-afectivo. En este punto Colombia enfrenta dos retos fundamentales, el primero es acabar con la brecha digital y lograr que todas las personas tengan acceso a internet, y el segundo consiste en que internet sea un espacio seguro para quienes lo habitamos.
Las violencias que se dan en el mundo análogo pasan al digital y se ajustan a sus modos de operación. Ello implica que tanto la posibilidad de acceder a internet, como el acceso a una vida libre de violencias debe contemplar las intersecciones diferenciales (edad, orientación sexual, identidad de género, acceso a educación, clase, pertenencia étnica, ocupación de espacios de poder y de comunicación) que hacen que una persona sea más vulnerable a vivir las violencias o que tenga menos herramientas para identificarlas y enfrentarlas. Según el informe “Violencias contra las mujeres y las niñas en el espacio digital” publicado en el 2020 por ONU Mujeres, el “73 % de las mujeres en el mundo han estado expuestas o han experimentado algún tipo de violencia en línea”.
Aunque Colombia cuenta con una Política Pública de Seguridad Digital, esta no tiene un enfoque de género y tampoco existe un delito que contemple las violencias diferenciadas que sufren las mujeres en internet, como por ejemplo la difusión no consentida de contenido sexual donde al menos el 90 % de sus víctimas son mujeres, según ONU Mujeres.
Entonces internet se vuelve el lugar que te permite expresarte con libertad y generar una ciudadanía digital hasta el punto de ser una herramienta que garantiza el activismo y la democratización del acceso a la información, pero también es el lugar que posibilita que se te violente, generando la colisión de derechos de libre expresión, libre uso de internet y libre desarrollo de la personalidad, con el derecho a vivir una vida libre de violencias.
La inteligencia artificial y los espacios en la red se desarrollan mucho más rápido que lo que los Estados y las sociedades pueden enfrentar. Por esto, debe existir un enfoque donde se use la inteligencia artificial para prevenir las violencias, buscando que desde lo tecnológico y la respuesta institucional se generen estrategias de prevención de violencias que incluyan la construcción de masculinidades no violentas y la educación sexual integral digital para el uso responsable de las tecnologías en el marco del cuidado.
Aunque crear nuevos tipos penales en el codigo penal no significa justicia, ni transformaciones sociales profundas, si puede ayudar a que Colombia cuente con cifras y que la violencia pueda ser nombrada, situación que es vital para las víctimas. Así mismo, es esencial que se generen respuestas institucionales claras, donde haya acompañamiento a las víctimas y estrategias de prevención más allá del conocido e inoperante punitivismo de las conductas.
El camino es largo y Colombia está dando sus primeros pasos, pero debe seguir luchando con el fin de que internet sea un lugar seguro para todas las personas, sin sacrificar su uso libre.
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