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Investigación interdisciplinaria para tomar mejores decisiones

Oct 29, 2020 | Ciencia e investigación

Por Lynda Bula Barbosa 

¿Me levanto de la cama ya o duermo cinco minutos más? ¿Me cepillo los dientes antes o después del desayuno? ¿Me voy en taxi a la oficina o me voy caminando? Seguramente estas son algunas de las preguntas que nos surgen apenas abrimos nuestros ojos para comenzar una nueva jornada. Sin planearlo y en tan solo unos cuantos minutos, nos convertimos inevitablemente en tomadores de decisiones. Ante esos cuestionamientos mañaneros, podemos tomar decisiones rápidas y fáciles, y eso se debe a la casi nula incertidumbre que nos producen dichas opciones o las pocas variables que debemos analizar para elegir una de ellas.

Esto no siempre sucede así. Cuando se trata de elegir una pareja, construir un edificio, desarrollar una vacuna, cerrar o abrir una ciudad debido a una pandemia, la situación se torna mucho más compleja. “Estas son decisiones que no solo toma una persona. Aquí el tiempo deja de ser parte del contexto, y se vuelve una variable determinante de la solución; entre más días pasen, la efectividad de la solución puede ser X o Y”, explica Alida María Acosta Ortiz*, doctora en Psicología y Ciencias Conductuales, profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB).

De forma resumida, el proceso para la toma de decisiones arranca con la identificación de un problema o de una oportunidad; luego, se asocia el problema o la oportunidad con un contexto; seguidamente, se crean alternativas; y finalmente, se escoge una de ellas.

De acuerdo con Acosta, la facilidad que una persona tenga para la toma de decisión depende de ciertos procesos cognitivos propios de la condición humana y del umbral de incertidumbre de la persona, dos componentes que se automatizan mucho más en situaciones de crisis, por ejemplo, durante el proceso de toma de decisión en una pandemia.

Por eso, cuando la decisión involucra a más de un actor y múltiples variables, elegir la opción más apropiada requiere algo más que el conocimiento que se tiene registrado en el sistema de memoria. Tampoco es suficiente el conocimiento que hay de forma aislada en cada una de las disciplinas del conocimiento. Acá se requiere información que no solo da cuenta de un listado de hechos, sino información que además permita establecer relaciones entre esos hechos.

Desde que el coronavirus pasó de ser una epidemia y se convirtió en una pandemia, los gobiernos se han sentado con expertos para tomar las mejores decisiones. Estas últimas, unas más acertadas que otras, han sido resultado de deliberaciones entre personas con experticia en diferentes áreas del conocimiento y profesiones. A pesar del alto nivel de profesionalismo de muchos de ellos, el contexto de la pandemia es totalmente desconocido para todos y las decisiones tomadas no siempre han podido responder a las expectativas de la población. Desde los primeros brotes de coronavirus, la información generada por la ciencia ha sido primordial para salvar vidas y para administrar la pandemia.

Un ejemplo de la variación de las decisiones son las cuarentenas, que han sido distintas según el país y la ciudad, ya que se han basado en el número de casos registrados, entre otras variables.

Aunque una ciencia bien hecha garantiza información de calidad y confiable, tomar decisiones en tiempos de crisis, no depende solo de los datos y de la calidad de información; el uso de esta información depende de la subjetividad de los tomadores de decisiones y de los sesgos cognitivos que se crucen en la jerarquización y análisis de la información. “El diálogo que genera el trabajo interdisciplinario reduce estos riesgos”, asegura Alida Acosta.

Para la doctora en Ciencias del Comportamiento, la ciencia que se hace desde la interdisciplinariedad tiene seis aspectos que le dan ventaja, sobre la ciencia disciplinaria, como fuente de información para la toma de decisiones en tiempos de crisis, por ejemplo, durante una pandemia.

El primero de esos aspectos es que el conocimiento que surge del trabajo interdisciplinario garantiza tener diferentes perspectivas, pues requiere de diversos niveles de especialización del conocimiento; el segundo,  es que fomenta el desarrollo no a partir de la oferta y la demanda sino a través de la cadena de valor y la formación de alianzas reduciendo las posibilidades de asistencialismo cultural y económico; el tercero, muestra que el conocimiento obtenido es el resultado de la validación concertada a lo largo del proceso de investigación; el cuarto, es que puesto a que la publicación es parte necesaria del proceso de investigación, y no solo al final del mismo, permite conocer abiertamente el proceso por el cual se obtiene la información; el quinto, es el impacto de la investigación que se mide en lo científico, ambiental, social, económico y las transformaciones culturales de la sociedad; y finalmente, dado que requiere un modelo de gobernanza participativo, aumenta la participación de la población, la empresa privada del Estado.

Evidentemente, la investigación interdisciplinaria, además de contribuir conocimiento disciplinario, es un enfoque de investigación que va más allá de mostrar un listado de hechos, pues lo que busca es identificar mapas de relaciones entre las diferentes aristas de un problema. Al tener una representación más completa de la sociedad, la investigación interdisciplinar está en capacidad de ofrecer conocimiento que puede informar la toma de decisiones en situaciones complejas y de interés global.

Las circunstancias de hoy en día requieren menos acciones aisladas para dar lugar a más alianzas. La pandemia ha revelado nuevas necesidades, nos está mostrando la necesidad de implementar una economía de la solidaridad, y con ella no se hace referencia a la donación, como bien lo explica Alida Acosta, sino a tener una actitud y disposición para incluir el otro; pero también solidaridad con nosotros mismos para darnos el tiempo de hacer ajustes en nuestros hábitos y expectativas. La transición a estos modelos toma su tiempo, pero se requiere la intención de crear sinergias entre disciplinas e instituciones y entres las necesidades que compartimos con otros. La ciencia interdisciplinaria puede ayudarnos a hacer este recorrido de la mano de la empatía para entender las decisiones que estamos tomando y que  tendremos que seguir tomando como sociedad. 

*Alida Acosta Ortiz fue una de las docentes invitadas a la Cátedra Colombia de la Universidad Nacional de Colombia 2020, para conversar sobre los retos en relación con la confianza en la ciencia, los ecosistemas de innovación, la diplomacia científica y la toma de decisiones.

 

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