Seleccionar página

Jóvenes empresarios de las Américas

Jul 2, 2008 | Institucional

La sigla YABT, también distinguida como YBIZ y que en inglés quiere decir Young Americas Business Trust, es “una organización sin fines de lucro que trabaja en cooperación con la Secretaría General de la OEA y que promueve los objetivos de la misma, creando oportunidades de empleo para los jóvenes y combatiendo la pobreza a través del emprendimiento”.

Esta dependencia de la OEA, que al español traduce Fondo para Jóvenes Empresarios, además de establecerse como una oportunidad para los jóvenes, se fundamenta como una oportunidad de inversión para el sector privado, de convertirse en socios potenciales del emprendimiento y de beneficiar las juventudes de las naciones que participan de YABT. Entre estas naciones se encuentran países como Colombia, Ecuador, Brasil, Jamaica, México, Estados Unidos, Argentina, entre otros.

La Organización de Estados Americanos creó este programa como una medida ante el desempleo que viven las Américas, especialmente en las personas que tienen una edad que oscila entre los 17 y 30 años, índice poblacional que corresponde al 33 por ciento de toda la región. A pesar de que la OEA indica que la región ha crecido económicamente en los últimos años, esta realidad no se refleja en la fuerza de trabajo empresarial.

Desde el Fondo para Jóvenes Empresarios se contempla el emprendimiento como una solución a la carencia de trabajo, puesto que el sector salarial no está en la capacidad de emplear a los nuevos graduados que egresan de colegios y universidades cada año. Se suman, además, los beneficios que el emprendimiento trae para sus emprendedores; por ejemplo, la estabilidad económica y, en un mediano o largo plazo, una posición mundial favorable generada de los contactos con otros Gobiernos, independientes y compañías multinacionales.

Entre las demás propuestas que se exponen desde YABT se ubica el concurso TIC Américas, reconocido en el nivel internacional por ser una competencia de planes de negocio que incorpora capacitaciones, asesorías y estudios de mercado de productos o servicios. Además, le facilita a los emprendedores la creación de alianzas estratégicas con el sector privado y los inversionistas.

También se encuentran las becas internacionales, pasantías o aprendizajes que buscan entrenar las mentes jóvenes para sus futuras metas y trabajos.

Fuente: Organización de los Estados Americanos – OEA

l ser humano puede contener su ira, dominarla, y utilizar el lenguaje para resolver conflictos a través del diálogo, de manera pacífica, sin recurrir a la violencia.

El afán de lucro y el ansia de poder son pasiones humanas, y son susceptibles de ser controladas y domesticadas por la acción moral. Ambas pasiones están relacionadas, porque el dinero es poder en la sociedad en que vivimos, así que en esta reflexión que les comparto hoy me refiero a esas dos pasiones como si fueran una sola. La educación no es entonces simplemente un medio para acceder al dinero y al poder, uno no estudia solamente para tener dinero o poder. Uno estudia para ser más humano, para utilizar mejor el logos. Cuando alguien se pasa un semáforo en rojo, uno piensa “qué bestia”, deberían encerrarlo. Decimos que una acción es una bestialidad cuando esta acción no responde ni a una idea del bien, ni a una idea de la justicia, ni a una idea de la belleza, es decir, cuando no es una acción moral. Parar en el semáforo en rojo es un ejemplo de acción moral: aún cuando me hace demorarme un poco más –lo que afecta mi interés individual-, yo paro porque soy consciente de que esta acción beneficia al conjunto de la sociedad y de que el tráfico sin semáforo sería inviable, porque yo no soy el único en la calle. Esto aplica en todos los ámbitos de la existencia humana.

La sociedad en que vivimos ha construido una idea del éxito definida por el consumo y el lujo que ha exacerbado hasta el exceso la pasión humana del afán de lucro. Esa pasión desatada es la causa de problemas sociales y psicológicos profundos. Por ejemplo, muchas personas están dispuestas a robar no para comer –que es una necesidad básica- sino para acceder a bienes de lujo que nada tienen que ver con la satisfacción de necesidades básicas. Algunas personas en la calle roban para poder comprarse un teléfono celular de última generación o ropa de marca, otras personas en las esferas más altas de la política están dispuestas a robar para comprar trajes de 5 millones de pesos o casas de 3.000 con dinero del erario público, es decir con dinero de todos los colombianos.

La presión social está jugando en contra de la acción moral, pues se nos dice que participar en la sociedad es como jugar monopolio, apropiarse de todo lo que se pueda hasta que todos estén quebrados menos el ganador, el exitoso. El que gana en monopolio, en la vida real no podría vivir en sociedad porque no tendría con quién hacer negocios, no podría ni salir de su casa porque los demás, muertos de hambre y sin casa para dormir, seguramente tendrían problemas para dominar su ira, pasión que vuelve salvaje y violento al ser humano bajo condiciones de amenaza a la propia supervivencia.

La vida real no puede convertirse en una versión magnificada del monopolio si queremos vivir en una sociedad en paz, y la educación no puede dedicarse únicamente a mostrarnos cómo hacer para ganar más dinero. La educación debe servir para potenciar y alimentar nuestra capacidad de acción moral y de reflexión crítica, pues sólo una sociedad con personas moralmente responsables y conscientes vale la pena como proyecto de futuro, como sueño y faro. Una sociedad en que cada quien persigue solamente el lucro personal por encima de lo que sea, por encima de la ley, de la lealtad, de la familia, de la amistad, de la propia salud, no es un sueño no una pesadilla.  Profesionales como ustedes son privilegiados, pues van a poder ganarse la vida en oficios honestos y seguramente tendrán lo necesario para llevar una vida digna. Per la felicidad no es proporcional a la cantidad de dinero que uno gana.

La felicidad, aunque evidentemente pasa por tener las necesidades básicas satisfechas, depende en su mayor parte de factores que poco o nada tienen que ver con el dinero. El amor, la amistad, el goce artístico, el sentimiento religioso, el deporte, la creatividad, todo esto hace parte de la felicidad, y no se compra con dinero.

Muchas personas en el mundo, demasiadas, no han tenido la suerte de acceder a la educación superior. La pobreza y la desigualdad son realidades que nos impactan y que debemos solucionar. Esto no lo vamos a cambiar de la noche a la mañana, ni va a ser fácil. Todos los remedios se han intentado, todos los modelos de desarrollo, todos los tipos de gobierno, todas las formas de tributación, todos los enfoques de políticas públicas. Pero hemos olvidado que el problema está adentro de cada uno de nosotros, y que por lo tanto las soluciones también.

Desde hace más de dos mil años se habla de dominar las pasiones, de controlar la ambición, de actuar de acuerdo con una idea del bien, de amar al prójimo, de no robar, de no matar, de no juzgar. La educación debe ayudarnos a lograr el gobierno de nosotros mismos. Si logramos esto, si actuamos moralmente, si somos más humanos en nuestra forma de vivir, de pensar, de sentir, de desear y de soñar, seguramente contribuiremos a que la sociedad sea más justa, seremos felices y, aunque no sea ese el fin último ni la fuente de la felicidad, también seremos exitosos.

Una reflexión de amigo y de ciudadano, que espero recuerden en el futuro que ya es presente, cuando experimenten el éxito que merecen y que de seguro les llegará. Mis mejores deseos para todos ustedes, que sean felices y logren todo lo que sueñan.

 

Alberto Montoya Puyana

Ir al contenido