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La guerra en Colombia, una costosa pesadilla

Dic 1, 2005 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

Por Redacción 15
periodico15@unab.edu.co
La presencia del conflicto ha dejado a su paso por la historia una estela de
efectos visibles: hambre, depresión económica, muerte y destrucción,
éxodo o desplazamiento forzado, represión, resquebrajamiento político
y devastación ambiental. Pero además, otros invisibles, consecuencias
a mediano y largo plazo que han dejado huella en la vida de las víctimas
y que por tener ocurrencia en lo más profundo del ser humano se ocultan
entre el rostro y el alma de los sobrevivientes.

¿Cuáles son esos efectos invisibles y cómo se manifiestan
en la vida de las personas? ¿Qué podemos esperar de esos efectos
invisibles? ¿Cuánto le ha costado, en términos humanos,
a Colombia haberse sumergido en tantos conflictos sociales y armados?

Para dar respuesta a esas preguntas, el Programa por la Paz, de la Compañía
Jesús, llevó a cabo una investigación que no mira la guerra
desde una perspectiva común, que tiene como punto de referencia la posición
de las víctimas: aquellos hombres y mujeres, sin importar al grupo armado
al que pertenecieron, que han experimentado en su propia carne los rigores de
la vía armada.

La investigación acaba de ser presentada en Bucaramanga dentro de la
campaña Cien días por no a la guerra" que se inició
el 1 de septiembre y culmina este 10 de diciembre.

En lo humanitario
Cuando se habla de esto, la primera alusión que se hace es al número
de muertos, heridos, desaparecidos, secuestrados, lo que se ha denominado la
crisis humanitaria.

Para visualizar este costo es necesario remitirse a las cifras pero ellas no
alcanzan a mostrar lo que a cada una de las personas que hacen parte de las
cifras le ha tocado sufrir. Solo aparecen como un número más.
El drama que desencadena una tortura, una herida o la muerte violenta es invisible
en las cifras.

Es ahí cuando, afirma la investigación, se ha estado perdiendo
tal vez lo más elemental: la vida y su valor.
Dentro de estos costos se identifican:

– Vinculación forzada al conflicto de la población civil: a través
de la violencia sociopolítica, el desplazamiento forzado, el secuestro,
la tortura y las violaciones al Derecho Internacional Humanitario que reclama
que la guerra sea entre combatientes, no contra los civiles.
– Recrudecimiento de los métodos degradantes: el problema en Colombia
es que "es una guerra irregular, es decir, carece de bandos claramente
definidos, no es una guerra de grandes batallas sino, más bien, una cantidad
de pequeñas operaciones".
También, por ser un conflicto de muchos años, ha producido un
desgaste de los ejércitos en contienda y por tanto de sus métodos
de lucha.

Así mismo, dentro de las guerrillas y los paramilitares no existe un
mando único que explique las acciones cometidas por sus bloques o frentes.
"Esto hace que en determinadas regiones la guerra tome cursos mucho más
crudos que en otras en una cadena de venganzas tras venganzas", dice la
investigación.

En lo social
"La vinculación forzada de la población civil a la confrontación
armada es la principal consecuencia que está afrontando la sociedad colombiana",
explica la investigación. Esta vinculación depende del desarrollo
de la confrontación armada en cada región, del grado de organización
comunitaria, del tipo de población.

Se identificaron tres manifestaciones de costos sociales: daño al tejido
social, es decir, a la red de relaciones que un grupo humano construye y con
base en el cual desarrolla su vida social; desplazamiento forzado y secuestro.Como
resultado de esto se crea una determinada manera de relacionarnos como colombianos
y colombianas que, a su vez, facilitan la reproducción de la violencia
armada en el país, plantea el trabajo del Programa por la Paz.

En lo económico
Desde el punto de vista económico, la guerra es una actividad sumamente
costosa, empezando por la cantidad de gastos en que se incurre: armamento, alimentación
de los combatientes, indumentaria, entrenamiento, etc.

Estos gastos se financian, por un lado, generando un sobre costo en la economía
legal con, por ejemplo, impuestos del Estado para el fortalecimiento de las
Fuerzas Armadas. Pero igualmente en economías ilegales que va creando
producto, por citar un caso, de prácticas delictivas como las llamadas
vacunas o extorsiones.

De otro lado, la actividad económica irregular, como el narcotráfico,
les sirve para alimentar la guerra y no se integra a los dispositivos que generan
desarrollo dentro de los mecanismos de la economía nacional.

De acuerdo con la investigación, la guerra favorece dinámicas
económicas que han profundizado los niveles de pobreza e inequidad en
la población. Produce entonces una sociedad que se hace cada vez más
desigual con menos oportunidades de desarrollo integral.

En lo psicológico
De alguna manera todos sufrimos los efectos psicológicos de la violencia:
desde alteraciones por una imagen o comentario de la radio o la televisión
hasta la excesiva irritabilidad e intolerancia ante una idea o hecho cotidiano.

Uno de los campos de batalla es la psicología humana. Los actores armados
utilizan las emociones, sentimientos e historias personales como instrumentos
para continuar su espiral de violencia.

La tortura, la intimidación, las amenazas, las desapariciones, las masacres,
el secuestro tiene un efecto psicológico destructivo muy fuerte sobre
quienes rodean el hecho o a la víctima. Desencadenan sentimientos de
dolor, miedo, impotencia, odio, desesperación, rabia y sobre todo dejan
marcada la idea de que puede volver a ocurrir. El aislamiento, abandono, desconfianza
y desolación son otros efectos. Estas y miles de situaciones más
desbordan la capacidad de cualquier ser humano.

En lo político
Según el Centro de Investigación Popular (Cinep) es innegable
el impacto que tiene el conflicto armado sobre toda la dinámica social
y política. La investigación entiende la política como
un orden dinámico de relaciones en el que se regula poder o como un proceso
conflictivo por medio del cual los diferentes grupos producen el orden social
y lo reconocen como su construcción y como el producto de su interacción.

De ahí que los primeros afectados sean quienes se desempeñan
en cualquiera de las ramas de la administración pública.
Muchos de los municipios, corregimientos o veredas del país, se han conocido
porque han sido escenarios de algún acto violento. En este sentido, la
confrontación armada se vuelve una forma de articulacion entre nación
y región. En muchas regiones los actores armados promueven formas de
organización y solidaridad bajo su mando pero impiden cualquier organización
autónoma.

En lo ambiental
La guerra profundiza la idea de que los recursos deben ser apropiados como fuentes
de riqueza y no para todos y todas, sino para unos pocos.

La confrontación y las situaciones que se generan a su alrededor ocasionan
daños a la naturaleza: el derrame de petróleo a ríos, voladuras
a oleoductos, contaminación de fuentes de agua, pérdida de la
selva a causa de los cultivos ilícitos y el impacto ambiental de las
fumigaciones con glosifato son, entre otros, los efectos ecológicos que
se han identificado.

La guerra se convierte entonces en un elemento más que profundiza las
condiciones de inequidad de vastas regiones del país y a la vez se aprovecha
de ellas para fortalecerse. Así, mientras las zonas petroleras han sido
usufructuadas por el Eln (Ejército de Liberación Nacional), las
extensiones medias de economía agraria campesina han sido explotadas
por las Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y las grandes extensiones
para la ganadería y la agroindustria son zonas de control paramilitar.

En lo cultural
La destrucción de símbolos y referentes materiales de la cultura,
como lo puede ser un monumento o una obra arquitectónica, tiene una consecuencia
mucho mayor que el daño físico ya que se trata de un atentado
en contra de lo que ello representa: una historia, un motivo de orgullo, la
memoria de un pueblo.

El hecho de que muchas comunidades en el país hayan tenido que abandonar
sus festejos o rituales, como las honras fúnebres de sus familiares o
allegados, resulta grave para la vida de la comunidad. Se trata de una violencia
contra las formas de cohesión social.

En lo espiritual
La investigación del Programa por la Paz, afirma: "Por tratarse
lo espiritual de algo intangible podríamos considerar que los efectos
que deja la guerra en dicha experiencia no son visibles o fácilmente
aprehensibles; sin embargo, es en este campo particular donde los traumatismos
de la violencia son más profundos y definitivos no sólo a nivel
individual sino colectivo".
Aquí se destacan tres aspectos:

– Pérdida del sentido de comunidad: "Se basa en la supresión
que la guerra hace de la posibilidad de construir relaciones humanas como experiencia
espiritual. Se entiende por este tipo de relaciones aquellas caracterizadas
por el reconocmiento del otro como parte de una misma comunidad, la comunidad
humana".
– Pérdida de trascendencia: "Se ve reducida la posibilidad para
que las personas se pregunten por el sentido de su existencia en este mundo;
en este caso, preocupados todos por vivir o sobrevivir, se omite la capacidad
de preguntarse, de indagarse por el sentido de la existencia más allá
de las cosas concretas que nos rodean".
– Deshumanización del ser humano: "El ser humano se caracteriza,
entre otras muchas cosas, por la capacidad de preguntarse por su destino -ser
reflexivo- por la vida en comunidad -saberse parte de un nosotros/as y por la
capacidad de esperanza-. La guerra deshumaniza en tanto afecta profundamente
estos rasgos de humanidad".

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