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La inteligencia es lo que marca la diferencia

Ago 8, 2005 | Institucional

Por Pastor Virviescas Gómez
Gerardo González Uribe hace 48 años era un estudiante de la escuela
pública de Las Nieves, en Girón. Desde hace cuatro es el presidente
de Skandia Colombia y está al frente de un equipo de 250 colaboradores
directos y 350 asesores de planeación financiera.

Hijo de los campesinos Juan Bautista y Maruja, Gerardo terminó su bachillerato
en el colegio Virrey Solís de Bucaramanga y luego formó parte
de la primera promoción de administradores de empresas de la UNAB, a
la que sigue ligado como presidente del capítulo Bogotá de la
asociación de egresados Aseunab.

González, quien fue secretario general de la UNAB entre 1974 y 1976,
es de los empresarios que con frecuencia son llamados por el presidente Álvaro
Uribe. Trabajó con la Empresa Nacional de Conservas, la Licorera de Santander,
Alpina y el Grupo Corona, hasta que en el año 2000 se aburrió
y montó una oficina de consultoría en desarrollo de competencias
en e-learning, que evolucionó a convertirse en la universidad
corporativa de la mutinacional sueca Skandia. En el 2002 le ofrecieron la Presidencia
para Colombia y allí estará por otro buen rato dando la brega,
aunque dice que no es de esas personas que sueñan con la jubilación
sino que está dispuesto a morir con las botas puestas.
Vivir la UNAB entrevistó a este visionario que le apuesta todo al desarrollo
social fundamentado en la generación de una nueva conciencia humana,
a la activación de la inteligencia, a la creación de puestos de
trabajo, al compromiso de la Universidad y de los empresarios sociales. González
habla de tolerancia y del desafío de silenciar los fusiles.

¿Qué distingue a su empresa de las demás?
En que Skandia tiene un enfoque eminentemente humano. El sector financiero es muy frío, diría desalmado. Hemos querido darle una perspectiva muy humana en asesorar a nuestros clientes a través de todo su plan de vida, partiendo de la base de que el dinero es un recurso para lograr sueños y proyectos de vida.

¿Qué lugar ocupa Skandia en el sector?
En pensiones voluntarias somos líderes porque tenemos cerca del 40% de participación. En lo que es pensiones obligatorias también somos líderes en el nicho de los empresarios y ejecutivos.

En alguna oportunidad un cliente se acercó a su oficina con
dos millones de dólares para invertir y usted no le “cogió
la caña”, ¿por qué razón?

Porque no podía atenderlo en una forma íntegra. Me pedía cosas que no le podía dar, especialmente no tenía conciencia de lo que significa riesgo y quería una rentabilidad sin ninguna perspectiva de riesgo y me parece que eso es un engaño al cliente. A veces también el sistema financiero colombiano está montado sobre la ignorancia del cliente; en Skandia trabajamos más sobre la educación del cliente y la plena verdad con él.

¿Qué debe significar el término cliente para una
empresa?

Es su objetivo final, pero fundamentalmente con el cliente hay que tener una
relación de integridad, en la que uno pueda atenderlo y satisfacerlo.
Una anécdota: Cuando estaba en Corona los clientes nos pedían
el piso de pared para aplicarlo a un baño y no se lo vendíamos,
porque ese piso no sirve para el baño.

¿Y entonces ese mal llamado mandamiento que “hay que darle
en la cabeza a quien dé papaya" que es aplicado por muchas empresas?

El cliente, sobre todo en el sector financiero, siempre tiene que saber qué
quiere y tiene que comprender el fenómeno de la rentabilidad porque hay
productos y hay instituciones donde la gente invierte y cuando va a ver la rentabilidad
es negativa porque el cliente no sabe diferenciar qué es una tasa nominal
y qué es una tasa efectiva y cree que está ahorrando cuando en
realidad se está descapitalizando.

Uno de los tres criterios que usted tiene para contratar personal es
que debe ser gente de buen humor.

La alegría es muy importante en las empresas; la gente triste es peligrosa y la neurótica sí que más. La alegría vitaliza a una organización, da amabilidad y creatividad.

Hay mucho profesional que piensa –y se lo creen– que entre
más diplomas y cartones tenga, es más importante que los demás.
¿Por qué razón en Skandia no hay ‘dotores’?

Los ‘dotores’ es un sobrenombre que se le da en la empresa, que lo que hace es crear barreras. Ese es un legado de la época feudal en Colombia. En Skandia creemos que entre más tengamos un ambiente amistoso, informal pero respetuoso, más facilitamos la comunicación y el compromiso de la gente. En Skandia la gente es muy joven y el joven de hoy es informal y hasta irreverente. El ambiente que le propiciamos allí es uno en el que él pueda ser como es y no ponerlo en unos ambientes donde él no va a sentirse confortable y productivo.

¿Cómo lo saludan la señora de los tintos y el
celador en Skandia?

Gerardo. En Skandia no hay ‘dotores’.

Uno de sus “caballos de batalla” es el desarrollo integral.
Tradúzcanos ese término.

Es el avance en conciencia. A veces pensamos que el desarrollo se relaciona con el Producto Interno Bruto (PIB), que es importante, pero hay que relacionarlo con la vida cotidiana, con la calidad de los seres humanos que habitan este país. Qué sacamos con un crecimiento acelerado si nuestra gente no desarrolla más civilidad y más capacidad para la armonía, la tolerancia, para ser hermanos colombianos.

Para ello se necesitarían “empresarios sociales”.
¿Esa especie se puede criar aquí?

Creo que sí y que hay inquietudes, sobre todo en la gente joven. Pero
lo que está replanteándose en el mundo es el mismo concepto de
proyecto de empresa. Estamos acostumbrados a orientar la empresa con el único
fin de maximizar la riqueza del dueño. Hoy en el mundo moderno, cuando
estamos en las puertas de una globalización, la empresa tiene otra perspectiva:
Además de una buena rentabilidad para el dueño, debe cumplir una
responsabilidad con la comunidad y una responsabilidad total con los clientes
que atiende y con el desarrollo del potencial de sus colaboradores. Y el concepto
de empresario social es también importante porque el 65% de los 44 millones
de colombianos vive con menos de 60.000 pesos. Tenemos que desarrollar empresarios
que lleguen a esa gente. Yo no creo que el problema sea distributivo, de buscar
cómo destruir a los que tienen hoy la riqueza. Hay que construir riqueza
con toda esa masa de personas, como lo están haciendo en la India. Por
ejemplo, una operación de ojos cuesta en Colombia dos millones; en la
India un empresario encontró que si cobraba sólo diez dólares
es negocio y con eso desarrolló todo un concepto de servicio a una comunidad
que necesita de una operación.

¿Por qué afirma que en Colombia un 80 por ciento de las
empresas no tienen una concepción de empresa y un objetivo claro?

Las empresas en Colombia están es más orientadas a la ganancia
inmediata y no tienen una perspectiva de largo plazo y menos de desarrollo integral
del ser humano y de compromiso con las comunidades donde operan. Falta mucha
sensibilidad y compromiso social de todo el sistema empresarial con Colombia.

¿Cuáles son los líderes que necesita el país?
¿Gente que parta de cero o que retome mañas del pasado?

Necesitamos líderes con una nueva lógica y con una nueva perspectiva para el país. Hay que repensar a Colombia. Si uno revisa los indicadores para comprender qué es esta sociedad de hoy, no pasamos la prueba de decir sigan las ideas del ayer. La juventud tiene un gran reto y repensar el país para construir una nueva sociedad.

“Trabajar, trabajar y trabajar”. ¿Esa es la clave
de la vida?

Sí necesitamos una disciplina del trabajo, pero me gusta más trabajar, reflexionar y aprender.

¿Usted se cree un genio, un ingenuo, un innovador, un ingenuo,
un hombre de éxito, un revolucionario, un loco de remate, qué?

Ante todo soy un innovador. Creo que tengo ese espíritu de crear transformaciones y crear valor en la diferencia. Esa es la clave en el mundo moderno: crear valor en la diferencia. Porque con la otra opción, los productos genéricos, estamos camino al desastre. Ese es un problema grave para Colombia si no se entiende que hay que activar una revolución educativa, activar las neuronas de la gente para que produzca valor en todo lo que hace.

¿Primero la tecnología y después la persona? como
piensan algunos tecnócratas.

Nosotros creemos que la tecnología hace la diferencia y eso es falso. Es el ser humano el que mueve hoy en día el capital, es el ser humano el que hace la diferencia en las empresas, es la inteligencia la que hace la diferencia. La tecnología es un estándar y la puede comprar quien tenga plata, pero el desarrollo y aplicación de la inteligencia al interior de las organizaciones es lo que crea una diferencia sustancial. Eso es lo que están haciendo las empresas de vanguardia en el mundo.

¿Cómo es eso de que para alcanzar el desarrollo hay que
borrar de tajo el egocentrismo que tanto nos encanta?

El egocentrismo es el crecimiento del ego en sí mismo excluyendo y descalificando al otro. El desarrollo se relaciona con el incremento de la capacidad de incluir al otro. Necesitamos construir unas reglas distintas para la paz, porque las leyes de la guerra son distintas a las leyes de la paz y las leyes de la paz empiezan por crear una nueva conciencia en los colombianos.

Usted tiene una “carreta” interesante de la evolución
del hombre, desde las cavernas hasta el contemporáneo, en la que advierte
que hay que alcanzar un nivel superior de conciencia porque si no estaremos
creando "nazis brillantes".

– Vamos a formar nazis brillantes si seguimos como vamos. ¿Qué es formar un nazi brillante? Es apostarle todo solamente al desarrollo de habilidades y de la tecnología en sí misma sin desarrollar la cultura y todas las inteligencias integrales que tiene el ser humano y muy especialmente sin desarrollar conciencia. Quienes vieron la película La Caída podrán notar la brillantez de esos líderes de esa Alemania tan racional pero anclados en una conciencia que solo se dio en la época de las cavernas. Eso fueron los nazis, conciencia arcaica con un desarrollo intelectual racional profundo y eso es ser nazi brillante.

¿Cuál es entonces el papel de la universidad?
Revolución educativa, transformar la conciencia, un avance integral del ser humano, un gran papel que tiene el sistema educativo para prepararnos para el TLC (Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos). Este es el eje para poder tener éxito en la próxima inserción de Colombia en el mercado global. Por otro lado, el sistema educativo tradicional colombiano solo desarrolla una inteligencia, de nueve, que es la lógico-matemática y las otras ocho ni siquiera las considera, por eso la pobreza misma que tenemos en nuestra capacidad de ser. Somos seres humanos incompletos, inacabados, por más “dotorazgo” que tengamos, porque no nos hemos formado integralmente.

¿Hay razones para temerle al TLC? ¿Es el “coco”?
No hay que temerle. Es una realidad y debemos insertarnos en el mercado mundial, pero tenemos que prepararnos, porque de lo contrario en este momento la relación es demasiado descompensada. Negociar con los Estados Unidos es como un viejito verde seduciendo a una niña de 12 años, y esa niña tiene que despertar a través de un sistema educativo. Tenemos que activar en Colombia la curva de aprendizaje, disparar esa curva y silenciar los fusiles.

¿El productor de tabacos o de obleas puede sobrevivir?
Puede competir si ese producto sabe empacarlo adecuadamente, si sabe crearle una historia alrededor como lo hizo en Estados Unidos el dueño de Starbrooks. Ese café que nosotros vendemos a 80 centavos de dólar la libra, él es capaz de venderlo en 7.000 dólares a través de crear valor. Se trata de crearle una concepción que le permita llegar en una forma diferente a los mercados, de lo contrario es muy difícil sobrevivir.

Hay quienes dicen que en Colombia no hay un conflicto armado. ¿Cuál
es para usted la solución a medio siglo de estarnos dando bala?

Es muy importante la presencia del Estado en todo el territorio nacional, pero haciendo desarrollo nacional, junto a la presencia de las Fuerzas Militares. Pero al lado de eso tenemos que crear una gran política de desarrollo agroindustrial. Necesitamos incorporar todos esos seres que desde la época de la Colonia están desplazados. Ese muchacho de 18 años que ha cogido un fusil contra el Estado y que llamamos guerrillero, es un joven que vive en las zonas marginales a donde no llega el Estado. Tenemos que hacer presencia con inversión social y ese es el papel de los empresarios sociales del cual hablo. Entonces es una mezcla de empresarios sociales con estrategia militar, no sólo estrategia militar.

¿Cómo cuenta la inversión social?
Hay que tener mucha imaginación para ese desarrollo de empresarios sociales. La universidad juega un papel de primer orden. Si en las diferentes disciplinas, ya sea como comunicadores, médicos o ingenieros, por ejemplo ponemos el servicio social obligatorio que tenga como misión ir a crear desarrollo en esas zonas, y hay que cambiar el servicio militar obligatorio. Y si en las universidades montamos incubadoras relacionadas con proyectos que nos permitan incorporar esa fuerza al trabajo. Es a través del trabajo como logramos resocializar a esas personas que han estado marginadas de la sociedad, no es dándoles una casita, carro, beca, televisor y un taxi. El reto es darles trabajo con dignidad, y ahí es donde hay que tener mucha imaginación. La perspectiva que tengo es acudir más a las mentes creativas de las universidades, porque no creo mucho que los empresarios tradicionales lo vayan a hacer, porque tienen miedo, no lo han hecho nunca y por qué lo van a hacer ahora.

¿Cómo es su teoría de que “el mundo es chato”?
Una persona chata es aquella que se excita con un Excel, solo son números e indicadores sin relacionarlos con la cotidianidad, con la calidad de vida de la gente. Es un mundo plano, frío, sin sensibilidad.

¿Asegurar que el sistema colombiano está montado sobre
la ignorancia de los clientes le trae mucho problemas?

Siento que hay que activar la conciencia del inversionista. En la medida en que los clientes exijan más y sean más inteligentes para saber dónde van a poner sus ahorros, van a maximizar su riqueza. Y también para que las mismas autoridades controlen ese tipo de prácticas comerciales.

¿Y aquellos que piensan que su futuro lo marcan los cristales
de cuarzo, la lectura del chocolate, levantarse con el pie derecho o los consejos
de Coelho o Rizo?

Todavía le gente cree que con la matica de sábila aleja los espíritus, esa es parte de una mentalidad muy colombiana y de un pensamiento mágico que es producto del subdesarrollo. Hay profesionales que en lugar de hacer planeación, de tener visión y estudiar los mercados, se van a donde el mago Daniel a que les haga el tarot y hacen planes de desarrollo con base en el tarot y el chocolate.

Usted dice que el Congreso es un ente no racional. ¿Va pegado
en el carro de la victoria del presidente Uribe o todavía se atreve a
hacer críticas?

Más que críticas, propuestas, porque las críticas sobran. En este país se está haciendo política mucho con base en el anti, en el anti-todo. Esa es parte de una forma primitiva de hacer política. Lo que hago son propuestas de cómo poder darle una solución al conflicto y comprender que las leyes de la paz son distintas a las leyes de la guerra. Que hay que comenzar a hacer desarrollo social en las zonas marginales a través de empresarios distintos, del trabajo social obligatorio, de las incubadoras adscritas a las universidades o de abrir posibilidades de inversión creando fondos cerrados donde puedan invertir dos, tres dólares cada colombiano y de esa forma ir capitalizando esas empresas sociales.

¿Qué mundo le está dejando usted a sus hijos?
Quiero darles un mundo, como decía Martin Luther King, donde podamos salir a caminar de noche, donde podamos hablar con gran tolerancia, donde podamos expresar nuestras ideas y respetar la diferencia. Ese es el mundo que nos permite innovar y construir una nueva forma de hacer riqueza en Colombia. El grave problema del país, junto con narcotráfico-paramilitares y guerrilla, es la corrupción y creo que todavía eso no se ha atacado con toda la contundencia que se necesita, porque el impuesto más grande que pagamos los colombianos es la corrupción.

¿Pero esto no es quedarse en la utopía?
Las utopías son buenas. Yo soy de los últimos románticos
amigo de causas perdidas y me fascinan las utopías, porque nos permiten
caminar. ¿Qué sería del mundo sin todos esos locos que
han intentado lo imposible y construir caminos distintos? Estaríamos
en las cavernas si no hubiesen existido esos locos.

¿Qué consejo le deja a ese pequeño y mediano empresario
que caracteriza la economía santandereana?

Alíese, forme alianzas, no se vaya solo, trabaje en red con otras empresas,
integrándose con proveedores, para poder ser más competitivos;
sólos, están muertos. Y segundo, piensen creativamente como por
ejemplo con un bocadillo pueden crear una historia. Ahora en Estados Unidos
están haciendo con el chocolate lo mismo que hizo Starbrooks o aquí
en Colombia Juan Valdez; es decir, crear toda una cultura alrededor del chocolate.
Enseñarle al colombiano a consumir bocadillo, creando una historia, creando
valor, trabajando mucho el empaque y en cómo lograr la diferencia. Hoy
el secreto para triunfar es cómo personalizo las cosas, cómo les
creo magia alrededor del producto y así pueden crear mucho valor y ser
competitivos, ese es el reto del TLC.

¿Cómo un “chino” de una escuela de Girón
llega tan alto?

Con perseverancia, visión y creatividad. La base de lo que he podido desarrollar gira en torno a esta idea: siempre creo la diferencia, siempre debo distinguirme. Concíbase como una empresa, como una marca, de tal forma que donde ponga su nombre esa es una marca que vale, que tiene una diferencia sustancial. Eso lo he aplicado en mi vida y me ha dado mucho éxito. Insisto: ser distinto, crear la diferencia, crear valor e innovar.

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