Por Leidy Carolina Zabala Cabrera*
lzabala@unab.edu.co
En este desastre el río arrasó 5.000 viviendas, dejando a las familias que las habitaban, sin hogar. Mi familia y yo fuimos de esos damnificados porque vivíamos en el barrio Nacional La Isla, uno de los más afectados y hoy habitamos en el asentamiento que está en el Polideportivo Juan Pablo Segundo.
En el momento de la inundación, estuvimos rodeados de la solidaridad de otras personas y entidades del Municipio, como de otras partes de Santander y del país. Pero, con el paso de los días, esta situación pasó al olvido. Ahora, cuando han transcurrido 24 meses, los damnificados seguimos viviendo en difíciles condiciones.
Como experiencia propia puedo decir que no es fácil, después de tener una casa cómoda y con todo lo necesario, quedar sin nada y tener que acostumbrarme a vivir de una forma totalmente diferente y en una casa hecha con plástico y madera.
Para algunos gironeses, los asentamientos afean el municipio y los asocian con delincuencia: ellos ven “los toros desde la barrera”. Por eso, a veces nos menosprecian, por el simple hecho de vivir en un cambuche.
Hay gente que fácilmente da opiniones erróneas sobre los damnificados, como la de que no hacemos nada y vivimos esperando sólo ayudas, cuando es bien dicho que “nadie sabe con la sed que otro bebe”.
A pesar de la forma cómo estamos viviendo, somos familias al igual que las demás y tenemos diariamente una jornada, ya sea de trabajo o de estudio. Lo único que esperamos es una pronta reubicación por parte de la Administración Municipal.
El alcalde de Girón, Juan Francisco Suárez Galvis, ofreció poner en marcha un plan, para que cada familia consiga una vivienda digna.
Esta propuesta se ha convertido en una larga espera, mientras que al alcalde le ha servido para hacerse propaganda en eventos y entrevistas como en el caso de la celebración del cumpleaños de la población, en enero pasado, cuando en repetidas ocasiones resaltó la tarea de reubicación que adelanta.
De igual forma, en diálogo con noticieros regionales y nacionales, menciona constantemente su trabajo en el proyecto de dos mil viviendas en la Ciudadela Nuevo Girón.
A pesar de lo que dice Suárez Galvis, en el lote asignado para este proyecto y que fue presentado hace casi quince meses, sólo se pude ver tierra removida y excavaciones para el tanque de agua que abastecerá las futuras viviendas, y eso que el mandatario prometió entregar las primeras casas en abril próximo.
Al consultar con el maestro de construcción, Clemente Ruiz Torres, éste expresó que: “Con el tiempo que lleva este proyecto, ya debería ir bastante avanzado porque es una obra para realizar a corto o mediano plazo, pues la situación lo amerita”.
La preocupación de los damnificados es que la espera va para largo y por eso sentimos que el Gobierno debería hablar menos y ejecutar pronto las obras para que volvamos a vivir en forma digna.
* Estudiante de primer semestre de Comunicación Social de la UNAB