Por Ricardo Jaramillo P.
Provenientes de Alemania, Chile, Estados Unidos, España, Francia, México y Perú, 13 jóvenes recorren los pasillos y aulas de la Universidad porque gracias a programas de intercambio ahora son integrantes de la comunidad UNAB.
La alemana Dorothée Heuser; los chilenos María Angélica Domínguez Peña, Nicole Fernanda Olguín Fierro y Diego Emilio Bustamante Alister; la estadounidense Christy Haller; la española Catalina Heredia Riaño; los franceses Morgane Meunier y Pierre Brun Alexandre; los mexicanos Miryam Hernández Cruz, Diana Isabel Armenta Ramírez y Erick Omar Zamudio Vides, y las peruanas María Cecilia Limay Limay y Jocelyn Lizbeth Cuenca Quintana, son los foráneos que se cruzan con los demás estudiantes en El Gualilo, asisten a conferencias, practican deportes en el CSU y se saben de memoria el trayecto entre el Campus Central y el sector de Cabecera del Llano.
Ellos participaron en un almuerzo ofrecido por la Oficina de Relaciones Internacionales el jueves 16 de agosto en el Auditorio del Hostal Casa UNAB, en el que además de presentarse y exponer sus expectativas ante algunos directivos de la Institución y sus compañeros, degustaron un ajiaco santafereño preparado por Trinidad Galvis Prada, encargada de la cocina en el lugar.
“Queríamos darles la bienvenida a los estudiantes extranjeros para que tengan la oportunidad de conocerse, integrarse, apoyarse mutuamente y también darles a conocer las actividades que vamos a hacer este semestre para que ellos se integren con la Universidad y puedan dar su impresión de cómo ha sido el proceso de adaptación”, dijo Adriana María Martínez Arias, directora de Relaciones Internacionales.
Explicó que la llegada de los extranjeros obedece a los convenios que tiene la Universidad con otras instituciones del mundo, como la Escuela Superior de Comercio en Montpellier (Francia), la Universidad Autónoma de Puebla (México) o la Católica de la Santísima Concepción (Chile). “Para otras instituciones, enviamos una información completa de lo que es la Universidad, lo que ofrece y depende de los extranjeros elegir este destino; no es algo fácil, porque venir a Colombia y a una ciudad pequeña como Bucaramanga no suena ‘atractivo’ pero hemos encontrado que es más fácil cuando han venido estudiantes de esas universidades y ellos se encargan de dar referencias en sus países”, sostuvo Martínez Arias.
Expectativas
La alemana Dorothée Heuser, quien cursa Negocios Internacionales en la Universidad de Flensburg, llegó al Programa de Administración de Empresas. A sus 22 años, se expresa en un español fluido que aprendió en el colegio de una profesora gallega, por eso su acento está lleno de ces y zetas; vivió cinco meses en Costa Rica, donde trabajó de voluntaria como niñera en un jardín infantil.
“Quiero mejorar mi español, disfrutar la cultura colombiana. He tenido la oportunidad de viajar mucho y varias personas me han dicho que Colombia es un país maravilloso por su fauna, flora y el clima, pero también por su cultura y su gente, y lo he podido comprobar, porque todos son muy amables”.
Algo que no le ocurre al francés Pierre Brun Alexandre, quien desde julio pasado asiste a clases en Administración de Empresas junto a su compatriota, Morgane Meunier. Es su primera vez en el país y aún le cuesta expresarse en español.
“Es mi primera vez en Bucaramanga, todo me ha llamado la atención porque todo es muy diferente a Francia, la gente es amable, el clima es caliente y constante”.
Y a la española Catalina Heredia Riaño, quien estudia Logopedia en la Universidad de Valencia y llegó a la Facultad de Educación, lo que más le ha llamado la atención del país, además del calor de su gente y de la ciudad, es precisamente el español que aquí se habla.
“Me encantan los dichos de la gente, la forma como habláis aquí, escuchar términos como ‘paila’ o mujeres llamándose ‘marica’, todo eso forma parte de la cultura y quiero aprender mucho de ella, interactuar con la gente que eso me ayuda a abrir la mente y a crecer como persona”.
