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Por Aura Castellanos
acastellanos@unab.edu.co
Los gritos retumbaban por toda la casa. La rabia de Elí había explotado y ahora tenía un cuchillo en la mano que amenazaba su vida y la de quienes esa noche estaban en casa. Al cabo de unos minutos los paramédicos intentaban amarrarle los pies y las manos, a la vez que una aguja atravesaba la piel de la joven de 20 años. Así lo recuerda su madre.
“Todo comenzó cuando tenía 15 años”, según su mamá. Una pregunta de sus amigas fue el inicio de la anorexia nerviosa que padeció durante casi dos años: “¿Usted por qué está así de gorda?”
“Yo sufro de baja autoestima y se me juntaron muchas cosas: tuve un novio y la relación no surgió, sentía falta de cariño y de atención de mis papás y había muchos problemas en la casa, todo eso me hacía sentir muy mal”, recuerda.
La anorexia fue la primera consecuencia de la baja autoestima y la primera enfermedad que visibilizó la depresión que hasta el momento descansaba en el organismo de Eli.
La depresión es una enfermedad que puede llevar a quien la padece a cometer un suicidio, debido a que no se le considera como enfermedad o se confunde con un estado de ánimo y por esta razón no se acude oportunamente con un especialista para tratarla.

La tristeza no es depresión  
La fatiga natural por las actividades del diario vivir, las preocupaciones económicas, terminar una relación de pareja o la pérdida de un ser querido pueden generar tristeza y la gente suele llamar a esos cambios del estado de ánimo “depresión”. Sin embargo la tristeza es un sentimiento, la depresión una enfermedad. “La tristeza es una reacción normal ante una pérdida real o imaginaria y que le permite a la persona seguir funcionando normalmente en su vida. La depresión empieza con una tristeza pero va incapacitando a la persona para actuar en su vida cotidiana. Por lo tanto, la diferencia entre tristeza y depresión, es la dimensión de la tristeza y la incapacidad que produce”.
“La depresión es una enfermedad mental extraordinariamente frecuente que implica una enfermedad de todo el cuerpo. Antes se suponía que era una enfermedad psicológica, pero en la medida que la ciencia ha ido avanzando nos hemos dado cuenta que una persona que tiene una depresión, tiene una enfermedad que afecta todo el organismo”, señala el médico psiquíatra Camilo Umaña.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas,  en el mundo puede tener depresión en algún momento de la vida, lo que equivale al 25% de las personas.

Síntomas
Un día Elí ya no quiso salir más de su cuarto. Los espejos partidos a puñetazos eran la consecuencia de la mujer gorda y fea que se reflejaba en ellos. “No tenía ganas de salir, no me quería bañar, hubo un tiempo que no me bañaba, vivía encerrada, no me daban ganas de arreglarme, de ver televisión. A veces no dormía, tomaba drogas para dormir. El psiquiatra me recetaba drogas para dormir”, relata la joven que actualmente tiene 29 años.
Para el psiquiatra Umaña, la depresión se caracteriza básicamente por dos síntomas que son tristeza y falta de ánimo. “Eso genera que se pierda el placer, incapacidad para gozar las actividades diarias, problemas para dormir, problemas en el apetito –mucha ansiedad de comer o todo lo contrario–. El pensamiento se llena de ideas negativas y pesimistas y cuando la enfermedad depresiva es muy grave, hay ideas de muerte, ideas de suicidio y muchas veces ésas, infortunadamente, llegan a conformar intentos o suicidios efectivos”
“Una prima de mi papá se suicidó porque no se sentía bien consigo misma. Se encerró en un cuarto y no volvió a salir”, cuenta Elí, y su mamá complementa: “Se deprimió porque tenía las manos grandes, ella veía eso como un defecto”.
Cuando en la familia hay una persona con antecedentes de depresión, incrementa la posibilidad de que alguien dentro de la misma familia, padezca la patología, asegura el médico psiquiatra Umaña: “Hay factores hereditarios bastante grandes que hacen que las personas estén predispuestas a sufrir enfermedad depresiva, por un lado, y por el otro, el estrés cotidiano dispara esa carga genética que nosotros tenemos y nos hace entrar en depresión”.

Suicidio
José tiene 21 años y al igual que Elí, es paciente psiquiátrico hace más de 5 años, y aunque su diagnóstico clínico es enfermedad mental obsesivo-compulsivo, la depresión es ese sufrimiento que aunque invisible, está presente todo el tiempo.
Tanto Elí como José, han intentado quitarse la vida. Y a ambos algo los detiene. A José una voz, a Elí su mamá. Ellos son sólo una muestra de una tercera parte de las personas que tienen ideas de muerte, según lo explica el especialista Camilo Umaña: “Aproximadamente una tercera parte de las personas que tienen síntomas de depresión  tienen ideas de  muerte y de suicidio y de esas personas, una décima parte hace algún intento de suicidio”.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud más de un millón de personas se quitan la vida cada año, lo que equivale a 3 mil suicidas diarios. De esas 3 mil personas se calcula que cerca de seis corresponden a Colombia, según las estadísticas publicadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal en 2009 y lo corrido de 2010.
Sin embargo aunque se calcula que el 80% de quienes intentan o ejecutan suicidio padecen desordenes mentales, no todos los casos que se cometen a diario tienen su origen en la enfermedad depresiva.
Respecto a lo anterior, Umaña señala que “Colombia tiene uno de los puestos en el mundo más o menos promedio de lo que es enfermedad depresiva y si uno se pone a mirar a lo largo del mundo hay más mujeres que hombres deprimidos”.
José reconoció el problema a los 15 años y cuenta: “Empezó porque mi papá me pegaba mucho, mi mamá también y una empleada cuando era pequeño también me maltrataba. Ahora en la universidad, todo el mundo se burla de mí por lo que digo o hago”
Para la psicóloga clínica Sandra Urrea, el suicidio suele ser la etapa final de un trauma que se viene desarrollando años atrás: “Generalmente los problemas empiezan en la infancia como es el caso de José que su papá lo maltrataba constantemente y sin motivos y más tarde en la adolescencia se incorporan nuevos problemas que vienen con la edad, como el rechazo o la burla y esto hace que la persona sienta soledad y deseos de no vivir”.
Umaña plantea que las formas de suicidio varían de acuerdo al sexo: “La metodología  usada por los hombres para los intentos de suicidios hace que ellos utilicen sistemas potencialmente más mortales como un disparo o colgarse de una cuerda, mientras que las mujeres squo;Las visiones tampoco han desaparecido con el antidepresivo Trazadone que me da el psiquiatra. Veo que me maltratan, me atropella un carro y quedo inválido. Se me vienen imágenes  a la cabeza como si fuera una película, me sigo imaginando cosas horribles.  Que  mi papá en las peleas me tira contra la ventana, y me desangro”.
Elí por su parte no ha vuelto al psiquiatra desde hace 1 año y controla su ansiedad y estados depresivos tomando pastillas desde hace 5 años. Aún así, siente que los medicamentos no la ayudaron como esperaba, pues sus emociones siempre están en los extremos: “Yo creo que los tratamientos no ayudan en nada. De pronto se mejora es porque uno ponga voluntad de salir adelante. Pero igual uno siempre va a estar ahí con ese problema. Para eso no hay solución pienso yo”.
A esto el médico psiquiatra Camilo Umaña replica que “si el tratamiento es adecuado y se tocan todos los elementos que son inherentes a la depresión y si estamos en presencia de un cuadro depresivo de primera oportunidad la posibilidad de curarla es bastante alta”.
Pero a la vez explica que cuando el problema no se trata completamente, “hace que las personas tengan más probabilidad de volver a recaer”, y finaliza diciendo: “Una persona que haya tenido un cuadro depresivo tiene 30% de posibilidades de volverlo a tener. Y si ha tenido dos o más, la posibilidad es de más del 60%”.
La depresión debe ser vista como una enfermedad con características de recurrencia que tiene cura si se trata integralmente y desde la primera aparición de los síntomas.

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